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Sin drama no hay gloria: Gennady Golovkin y su fallida aspiración por el estilo mexicano

Golovkin es muy diferente a los peleadores mexicanos. Con su pedigrí amateur, con su destreza para boxear, contragolpear y definir, es un peleador que sin embargo necesita de la adversidad para probarse a sí mismo que se encuentra entre los grandes
Joe Camporeale-USA TODAY Sports

Gennady Golovkin necesitó de doce rounds para conseguir la victoria ante Daniel Jacobs, un peleador que -se decía- no aguantaría la pegada ni la ferocidad del kazajo. Al no lograr subyugar ni noquear a su oponente, algo del aura de Golovkin se perdió para siempre. Se mostró humano. Y es injusto. Desde 2010 Golovkin ha sido una fuerza destructora en la división de los medianos. Paso a paso conquistó tres de los cuatro cinturones más importantes, y si bien no se hizo de la corona de los medianos que alguna vez perteneció a Sergio Martínez, y luego a Miguel Cotto y Saúl Álvarez, eso no fue impedimento para que los conocedores y el público general lo reconocieran como el campeón legítimo de la división. Los números están a su favor. Mientras Cotto y Álvarez han hecho campaña en las 160 libras por mero accidente y negocio, Golovkin ha dejado ya una marca histórica en la división por la racha de 23 nocauts y el porcentaje de noqueo de 92%, el más alto en la historia de los medianos.

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El pasado sábado Golovkin fue víctima de sus propios estándares. Y mientras más rounds pasaba en el ring con un Jacobs inteligente y paciente, más enfático era el contraste con sus pasadas peleas, con el rostro sorprendido y deshecho de sus anteriores víctimas.

Golovkin, pienso, fue también víctima de un exceso de confianza. Su entrenador Abel Sánchez estaba seguro que Jacobs no podría con el poder de su pupilo y el mismo Golovkin aseguraba tener diferentes planes para Jacobs. Al no poder noquearlo el público quedó en una disyuntiva: ¿ha comenzado el declive del kazajo o simplemente Jacobs implementó un plan perfecto para contener a Golovkin? "No pude destruirlo", dijo Golovkin, "es un peleador limpio, muy bueno. Es mi primera prueba de doce rounds". Pese a todo, el público esperaba que estuviera a la altura de sus estándares. Y cuando se comenzó a rumorar que sus ventas por Pago por Evento no eran del todo buenas, Golovkin tuvo que matizar: "Este es un deporte. Soy un boxeador, no un asesino".

Y sin embargo, a Golovkin se le ha considerado poco menos que asesino: un depredador, el hombre más temido del boxeo, el más evitado, un destructor y, sobre todo, dueño de un poder de pegada de proporciones mitológicas. ¿Por qué Jacobs, sobreviviente del cáncer, pudo domar a semejante bestia? Golovkin no es un asesino, es un boxeador.

Aquí es donde viene a cuento traer el tema de este artículo. Una de las estrategias del kazajo ha sido adherirse a eso que se ha dado en llamar "el estilo mexicano". Al igual que peleadores como Ruslan Provodnikov y Sergey Kovalev, GGG ha sido muy claro en su adherencia a este estilo. La idea -que pretende hacerse de la fanaticada mexicana y mexicoamericana, supone una entrega y valentía casi absurdas en el ring. Los mejores ejemplos son esas batallas entre mexicanos, como Barrera contra Morales o Salido contra Vargas, que son demostraciones prácticas del "estilo mexicano". No por casualidad consiguieron ser peleas del año. Obviamente, la categorización es más amplia: Levantarse después de tres caídas y empatar la pelea, como lo hizo Márquez ante Pacquiao, es el estilo mexicano; cuando Margarito decía que prefería morir antes que darse por vencido ante Pacquiao, es el estilo mexicano; pelear sin cuartel como lo han hecho Barrera, Morales y Salido, es el estilo mexicano; levantarse de la lona y superar un tremendo corte en las cejas para noquear al oponente, como hizo Vargas, es el estilo mexicano; cambiar de guardia en el doceavo ring, con la pelea ya ganada, y exponerse a sufrir un nocaut, como hizo Morales en su primera pelea con Pacquiao, es el estilo mexicano; incluso Chávez Jr. lanzándose con ímpetu en el doceavo round en su pelea contra Sergio Martínez es un ejemplo del estilo mexicano.

Con esto dicho, ¿cuál es la diferencia entre estas peleas con las protagonizadas por GGG o Sergey Kovalev? No es la falta de entrega o de profesionalismo. Ni siquiera el aura de ferocidad y superioridad que alguna vez los envolvió.

GGG y Kovalev tuvieron en sus últimas peleas la oportunidad de adherirse por completo al "estilo mexicano". No lo lograron por dos motivos: el estilo mexicano no implica un dominio devastador; y en cambio exige una cualidad que GGG nunca ha experimentado en su carrera y que es definitorio del estilo mexicano: saber sobreponerse a la adversidad; esta sola cualidad es la que ha hecho del estilo mexicano un atractivo inigualable dentro del negocio del boxeo; fue lo que en diferentes etapas hizo grandes a Barrera, Morales y a Márquez, a Salido y a Vargas, por mencionar los últimos y más fieles representantes.

El estilo mexicano no es una entrega ciega ni una voluntad sola de ir hacia adelante sin la más mínima preocupación por la salud personal. Como en muchos aspectos de la vida mexicana, los boxeadores triunfan pese a todo; se levantan de la lona en todos los sentidos. Y así visto, ¿cómo pueden GGG o Kovalev adherirse a esta filosofía? Kovalev pudo demostrarlo ante Andre Ward. GGG contra Jacobs. ¿O alguna vez se ha visto a dos peleadores mexicanos no lanzarse con todo en el último round? Pueden haber ofrecido la peor de las peleas pero incluso los últimos diez segundos del último round ofrecen la oportunidad de algo insólito, de una bala perdida. Es el milagro, la esperanza ciega, el billete de lotería que todos los mexicanos observamos con devoción.

Golovkin es muy diferente a los peleadores mexicanos. Con su pedigrí amateur, con su destreza para boxear, contragolpear y definir, es un peleador muy completo que sin embargo necesita de la adversidad para probarse a sí mismo que se encuentra entre los grandes. O si no, ¿cómo se explica que el más grande noqueador de los últimos años haya apenas conseguido 170 mil ventas en pago por evento de su última pelea? A partir de hoy, Golovkin se encuentra en el lado B de las negociaciones con Saúl Álvarez y las televisoras. A partir de hoy Golovkin se verá obligado a tomar riesgos para ampliar su público más allá de ese contingente amante de las batallas asimétricas. Ya no podrá continuar con la suficiencia que lo caracterizaba. Deberá tomar los riesgos que todos los grandes han tomado, subir de categoría, a las 168, las 175, y con las momios por primera vez en su contra demostrar que sus nocauts sólo eran el destello de un estilo mucho más completo. Más allá incluso del estilo mexicano. El estilo de GGG.