'La Guía Secreta' es la columna de VICE donde las personas que más saben de un tema comparten con nosotros sus recomendaciones secretas. Si tú también tienes alguna sabiduría especial y quieres compartirla, escribe a esredaccion@vice.com.Los padres de Quan Zhou emigraron a nuestro país a finales de los ochenta, “en pleno boom”, y montaron un restaurante chino. Ella nació en Algeciras, pero se crió en un pueblo de Málaga. Por eso se considera andaluchina. Gentilicio con el que titula su último cómic, Ándaluchinas por el mundo, su segunda obra recientemente publicada tras del éxito, en 2015, de Gazpacho Agridulce. Además, acaba de publicar junto a Nuria Labari El gran libro de los niños extraordinarios (Silonia). Hace diez años, con 18, se mudó a Madrid para estudiar. Hasta entonces había vivido básicamente entre exámenes y fogones, por lo que husmear las cocinas de los locales de la capital nunca ha sido un deber extra sino un rasgo de su ADN.
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Aquí ha pasado por varios barrios. En cada uno ha encontrado ese plato que le devuelve a la urbe de donde vienen sus ancestros (Qingtian, en la región de Zhejiang: al este, bajo Shanghái) o ese aroma que le transporta al nido familiar. “Muchas veces entro por el olor”, confiesa.Acostumbrada a lidiar entre productos y costumbres orientales, Quan Zhou camina por las calles de Madrid señalando peluquerías, bazares o librerías regentadas por chinos. Sus preferencias gastronómicas están repartidas entre los aledaños de Malasaña y barrios como Tetuán, al norte, o Usera, el chinatown castizo.Es el que más cerca le pilla. De rótulo sobrio e interior impoluto, el Hot Space resulta “una opción perfecta para el invierno”. ¿Por qué? Especializado en hot pot, la fondue china, ofrece una variedad de comida cocinada con un caldo caliente. “Se dice huo guo y generalmente es picante. Aquí dividen la cazuela en dos, con un lado sin picante”, explica. En las mesas hay un espacio redondo reservado a la olla con hornillo eléctrico y unas pequeñas baldas para dejar los productos que van a ser introducidos. “La carta está en español y chino: buena señal”, comenta la dibujante.“He estado en Shanghái y este sitio no tiene nada que envidiar a lo que se hace allí”, señala. “Me encanta el tofu de pescado, aunque no sé bien de qué está hecho”, ríe. Los precios van desde los 4 a los 12 euros según tamaños y productos, claro. La fondue se sitúa en torno a esta última cifra, a lo que hay que añadirle los complementos. “Cuantos más gente seas, más barato. En China se comparte. ¡Somos comunistas!”, exclama. Desde carne hasta pescado o marisco, todo cabe en este lugar del que los usuarios destacan en redes “la calidad del género”. “Si los cristales están empañados es otra buena señal”, dice Quan Zhou.
Transita, de hecho, entre los locales de batalla y los de diseño. “Estos son los que ahora le gustan a los chinos”, remarca. Le pirran, en cualquier caso, las ensaladas de medusa. Y no descarta probar cosas nuevas, siempre que tengan que ver con cierto acervo original y no con una moda.“A mis padres, por ejemplo, no les gustaba nada eso del sushi, eso del pescado crudo. Pero empezaron a hacerlo para poder ofrecerlo y ahora lo comen. Igual que el pollo al limón, que es solo para españoles”, cuenta.Bienvenidos a este tour culinario por los mejores restaurantes chinos de Madrid según Quan Zhou.
Hot Space (Calle Leganitos, 10)
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Sabor Sichuán (Calle Ventura Rodríguez, 5)
Jin Jin (Calle San Bernardino, 1)
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El Wang Wang está tan solo a unos pasos. “Son muy parecidos. Siempre pido ensalada de medusa y en el Jin Jin una vez casi me muero: tragué rápido con unas setas largas y se me quedó en la campanilla”, recuerda, simulando las arcadas con una amplia carcajada.
Kung Fu (Calle de la Luna, 12)
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