"Sufrí mucho bullying en la escuela debido a mi cuerpo":¿Qué momento de tu infancia te marcó más?

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"Sufrí mucho bullying en la escuela debido a mi cuerpo":¿Qué momento de tu infancia te marcó más?

Algunas personas nos cuentan experiencias de su infancia que los marcaron en su crecimiento.

Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de mi infancia es cuando me enteré que mi mamá tenía una malformación arteriovenosa cerebral, y que debido a esto la tenían que operar de emergencia. Mis abuelos trataron de explicarme que no sabían si saldría en el mismo estado, ya que los doctores les advirtieron los riesgos de esta clase de operación.

Recuerdo que fueron tres semanas que se sintieron como tres años. Vivir en casa de mis abuelos a los diez años porque mis papás se habían ido a Estados Unidos para operar a mi mamá, hizo que cada plato de comida o bebida que tomara, tuviese un sabor de "mi mamá está a punto de ser operada en el cerebro y no sé qué va a pasar, y esa es la razón por la que estoy comiendo esta comida extraña". Me obstinaba por cualquier cosa, pero afortunadamente mi mamá salió bien de la operación y hoy en día, (17 años más tarde) está bien de salud.

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Esa experiencia desarrolló en mí una coraza que me hizo mucho más fuerte ante muchas situaciones y a veces me hace creer que "no tengo sentimientos". Me hizo entender desde muy temprana edad que la muerte existía y que hasta a nuestros seres queridos les llegaba.

Muchas experiencias que vivimos de niños se nos quedan atascadas en nuestro subconsciente y moldean varias de nuestras características personales. Estudios indican que el tipo de soporte emocional que un niño recibe durante los primeros tres años y medio tiene un efecto en su educación, vida social y relaciones amorosas, incluso 20 o 30 años después.

Para conocer otras experiencias, le preguntamos a algunas personas qué momento de su infancia los marcó más.

Fabiana con Santa Claus y cuatro años de edad.

MI PAPÁ ME ROMPIÓ LA NARIZ

El momento que más recuerdo de mi niñez y que me marcó por siempre, fue un día que mi papá en medio de un ataque de histeria que le dio mientras discutíamos, me rompió la nariz.

Nunca me había hecho algo así, por lo que la impresión fue muy grande. Íbamos en el auto, camino a dejarme en una fiesta, y no me quedó otra opción que bajarme con la cara ensangrentada y que mis amigos me vieran así. Fue humillante al principio porque todos me miraban con lástima. Después de eso mis amigos empezaron a odiar a mi papá y nunca más quisieron hablarle de nuevo.

Desde entonces me siento incómoda cuando un hombre me toca la cara porque me da la impresión que me va a golpear. Además, por supuesto, le agarré miedo a mi papá. Aunque fue algo que sólo pasó una vez, fue suficiente para que dejara de acercármele por un tiempo.

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Esto es algo que me ha perjudicado en ocasiones, ya que como no me gusta que me toquen la cara, algunas personas sienten que las rechazo o que estoy siendo ridícula. También la relación con mi papá después de eso estuvo mal por mucho tiempo, hasta el punto de pasar un año entero sin dirigirnos la palabra.

—Fabiana Olivares, 22 años.

EN LA ESCUELA ME DECÍAN "ANORÉXICA", "BULÍMICA" Y "POPOTE"

Estudié en una escuela privada, donde compartía clases con muchas compañeras que tenían mayor poder adquisitivo que mi familia y me discriminaban. Sufrí mucho bullying en la escuela debido a mi figura, ya que era muy flaca. Me decían "anoréxica", "bulímica", "flaca", "popote", "lechuga" y "raquítica". Decían que después de comer el desayuno iba al baño a vomitar. Eso fue prácticamente por todo el tiempo que estuve en la escuela, incluso me jalaban el cabello y cosas así, eso me marcó mucho. Actualmente muchas chicas me han dicho que quieren tener mi cuerpo, así que la tortilla se volteó y ya no me afecta para nada el hecho de ser flaca.

Vivir esa situación me ayudó a ser una persona muchísimo más fuerte y a que no me importe lo que la gente piense o diga de mí. Cuando te bullean, no te queda otra opción más que tener un gran temple y tratar que estas cosas no te afecten en tu día a día. Obviamente apliqué eso a mi vida, y de verdad siento que haber vivido esa situación me hizo la mujer que soy hoy en día. Soy prácticamente el sostén de mi familia y actualmente me pagan por modelar, así que no le fue tan mal a mi cuerpo.

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—Nakira Bozickovic, 24 años.

María con cuatro años de edad.

UNA PSICÓLOGA ME QUITÓ EL MIEDO A HABLAR

Mis papás me llevaron al psicólogo de muy pequeña porque yo no hablaba, era extremadamente tímida. Sólo tenía una amiguita muy controladora que se ponía celosa si tenía otras amigas, entonces me daba miedo hablar con gente —cosa que yo no sabía a esa edad—. Estuve yendo por un tiempo y eso realmente me cambió. Con la psicóloga llegamos a la conclusión de que debido a que mi amiga me controlaba, yo no hablaba con nadie más por miedo a perder su amistad, y por eso no tenía más amigas.

Debido a las sesiones hubo una rebelión en mí y un día decidí no comer con ella en el receso, y gracias a ello comencé a hablar más e hice otras amigas. Hablar con más personas parece tonto, pero a mí antes me daban pánico real. Recuerdo que un día la psicóloga en una de las terapias me llevó a una venta de comida sólo para que yo ordenara y eso me daba terror. Pedir el desayuno en la barra fue un logro gigante para mí.

Esta experiencia cambió todo en mi vida, aunque la timidez es algo que siempre va a estar como parte de mi personalidad, sólo que ahora está en mucho menor grado y no me impide relacionarme con otros ni hacer alguna actividad. Pero antes esto era una lucha para mí, todo el mundo decía que yo no hablaba y crecer escuchando eso fue muy duro. De pequeña yo pensaba en todas las veces que escuché decir: "María Andrea es tímida y no habla". Ahora yo no pienso así de mí, pero a esa edad creía que ser tímida era algo malísimo. Luego entendí que es totalmente normal.

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—María Andrea, 23 años.

LOS PÓSTERS DE PELÍCULAS EN MI RECÁMARA

Mi papá trabajaba como encargado en un videoclub y, viendo fotos de cuando recién nací, veo que todas las paredes estaban tapizadas completamente de pósters de películas. Esas imágenes influyeron tanto en mí, que terminé decidiendo que mi carrera iba a estar en el cine o las artes. Al final terminé estudiando cine y trabajando en muchos videoclubs al igual que mi padre. La recámara llena de pósters de películas fue donde dormí por muchísimos años, y recuerdo que cada vez que estaba acostado descansando o justo antes de cerrar los ojos para dormir, lo último que quedaba en mi cabeza eran esas imágenes.

Estas cosas, de buenas a primeras, podemos pensar que no son importantes, pero detalles como estos hicieron que inconscientemente mis intereses estuviesen relacionados a temas audiovisuales. Algo tan tonto como la decoración del cuarto de un niño puede moldear su vida.

—Israel Rojas, 31 años.

EL DIVORCIO DE MIS PADRES ME ENSEÑÓ SOBRE EL AMOR NO CONVENCIONAL

Cuando tenía apenas dos años, mis papás tomaron la mejor decisión de sus vidas: divorciarse. Para empezar, no sé ni cómo se dio esa combinación tan rara. Tienen vicios, personalidades y mentalidades completamente incompatibles. Después de la separación, mi papá, a petición de mi madre, decidió pasearse por México mientras mi mamá se las arreglaba para darnos de comer a mí y a mi hermana de cuatro años.

Después de un rato de vagar por diferentes estados decidió establecerse en la hermosa Oaxaca. Al poco tiempo conoció a una mujer mucho más joven que él, 13 años, para ser exacta, con unos ojos que no puedes evitar voltear a ver. Ella tenía una hija que se llamaba Andrea, igual que mi hermana mayor. Después de unos años tuvieron otra hija, mi hermanita Marcela. Cada año viajábamos a Oaxaca a visitarlos y siempre se sintió muy natural decir que tenía una segunda mamá y dos hermanas más.

Mi mamá también, por su parte, conoció a mi segundo papá: un físico loco con un corazón lleno de espacio para mí y mi hermana. Nos adoptó como si fuéramos propias y gracias a él y a mi mamá nunca nos faltó nada. Años más tarde, llegó mi hermano Pablo y así fue como mi familia se dividió en dos hermosos nidos.

A diferencia de otras personas a las que el divorcio les rompe ilusiones, para mí fue lo mejor que el universo pudo hacer. Me dio la oportunidad de viajar desde muy pequeña y de darme cuenta de que el amor se puede dar en cualquier lugar y en muchas ocasiones es irrompible, pero la constante es que las relaciones se acaban y que no está mal tratar de construir otra familia. Tal vez en ese momento no llegué a ese punto de reflexión, claro está. Pero gracias a que mis cuatro padres normalizaron este tipo de relaciones que se dan todo el tiempo y que muchos satanizan, a mí me regalaron un pensamiento diferente, una idea del amor no convencional y muchos hermanos para jugar y hacer travesuras.

—Daniela Silva, 24 años.

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