Breve tributo a los futbolistas que sorprendieron fumando marihuana
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Cannabis

Breve tributo a los futbolistas que sorprendieron fumando marihuana

Existen futbolistas, desde Chris Armstrong hasta Roberto Mancini, que han disfrutado un buen cigarrillo de mota durante su carrera. Qué no darían los tabloides sensacionalistas por ver casos similares en la actualidad.

Aunque la sociedad en general frunce el ceño ante los casos de nuestros deportistas amados que consumen drogas, resulta difícil no albergar una silenciosa admiración por aquellos que han cultivado el gusto por un buen toque. Mientras que los esteroides, estimulantes, anfetaminas, y cocaína son definidos como drogas para mejorar el rendimiento físico y su consumo es considerado una práctica desprovista de toda ética, existen pocas personas que pueden asegurar que el esfuerzo atlético se ve beneficiado por una droga cuyos efectos secundarios incluyen una clara inactividad, un estado de ausencia, y un hambre insaciable. El único escenario en el que fumar marihuana puede ayudar al rendimiento deportivo es cuando coincide con una sesión de siete horas jugando FIFA, y aún así algunas personas de WADA argumentarán que existe una ventaja en el aspecto táctico del juego y al momento de apretar los botones del control. Con excepción de esto, prender un porro antes de salir a ejercitarte es muy probable que limite tu efectividad y rendimiento en casi todos los aspectos; sería la prueba máxima de habilidades humanas, coordinación, aguante, y destreza.

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Bajo esta lógica existe un grupo selecto de futbolistas profesionales que debemos separar del resto para poder elogiarlos. Aunque el futbol no está plagado de deportistas adictos a las sustancias prohibidas como suele pasar en otros deportes, existe un número espléndido de jugadores que han sido sorprendidos por su hábito de fumar marihuana. Entre ellos hay héroes de culto y uno que otro desconocido, y su amor por la "mostaza" varía considerablemente. De alguna forma u otra, estos hombres se convirtieron, sin querer, en pioneros del beautiful game de la mota en toda sus facetas, desde "churros" hasta bongs.

La década de los 90 albergó el mayor número de casos de futbolistas que dieron positivo por marihuana en Inglaterra, ya sea porque el hedonismo alcanzó su máximo nivel en aquella época o simplemente porque nadie era sometido a pruebas antidopaje antes de los partidos. En los 80, se dice que el 80 por ciento de la orina de los futbolistas era cerveza pura, sin filtro, y por lo tanto era casi imposible detectar los rastros de drogas recreativas en los jugadores. Sin embargo, una década después, la cultura del consumo de bebidas alcohólicas en los vestidores comenzó a desaparecer, y un puñado de futbolistas decidió experimentar con su tiempo libre. Gracias a los encabezados de los periódicos, Chris Armstrong, en aquel entonces jugador de Crystal Palace y quien pronto se sumaría al plantel de Tottenham, fue el primero de varios futbolistas que darían positivo por cannabis en los primeros meses de 1995.

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La exagerada y descabellada reacción que provocó al noticia yace resumida a la perfección en este artículo de The Independent, el cual incluye la maravillosa oración: "Aunque el cannabis puede provocar la sensación de encontrarse flotando, en realidad no permite a quienes la consumen deslizarse entre los defensas o quedarse en el aire mientras espera un tiro de esquina". El autor de la nota dio en el clavo al criticar de forma ácida la reacción general por la indiscreción de Armstrong en aquel entonces. Mientras otros futbolistas eran condenados por manejar en estado de ebriedad, agresión y alteración del orden público, pero reintegrados al futbol casi de forma inmediata, Armstrong quedó fuera del equipo del Palace cuatro partidos por órdenes de la FA y se le solicitó presentarse a rehabilitación y sesiones de consejería. Ir a rehabilitación por fumar hierba en privado parecía más bien restar seriedad al proceso, pero los mandamases de entonces querían mostrar una cara más amplia de la fraternidad del futbol que ellos mismos perpetuaban.

Hubo algo especioso en el trato hacia Armstrong después de su prueba positiva, ya que aquellos ansiosos de castigarlo por fumar mota son los mismos que seguramente se habrían conformado con un guiño si en lugar de marihuana hubiese sido un barril de cerveza. Aunque este último habría encajado más en el estereotipo de la identidad nacional anglosajona, sin duda habría sido peor para él en términos de salud, condición física, y éxito deportivo. No hay duda que durante el futbol inglés de los 90, donde la gran mayoría de jugadores eran blancos, algunos futbolistas que sufrieron el abuso de alcohol a la Tony Adams habrían sido mejor tratados que aquellos que inhalaban marihuana ocasionalmente, droga asociada con las subculturas, comunidades de migrantes negros, y la ilegalidad. A final de cuentas, los intentos por alejar a los futbolistas de una droga dañina en potencia, mientras se ignoraba los efectos de otra, afectó a Adams y Armstrong sin importar el estado legal de la sustancia o sustancias de su preferencia.

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Armstrong no fue el único que sucumbió ante la tentación del porro ese año, ya que Dean Chandler y Lee Bowyer del Charlton también se vieron sorprendidos después de una revisión en los campos de entrenamiento. Ambos fueron suspendidos varios meses y se les mandó a rehabilitación, castigo que en retrospectiva parece haber sido un factor importante del fracaso en la carrera de Chandler. Una vez más, el castigo fue considerablemente peor que el crimen cometido. La etiqueta "fumador de hierba" se utilizó como una acusación moral adicional en contra de Bowyer por The Daily Mirror seis años después, en una época donde el futbolista se encontraba en medio de los reflectores por un caso de agresión, crimen mucho más escandaloso que un simple cigarro verde.

Bowyer llegando a la corte en 2001 // PA Images

En el contexto de dicha acusación –se dice que el ataque había sido motivado por asuntos raciales– la relevancia del historial de Bowyer con la marihuana debió cuestionarse. Una vez más, los medios deportivos aprovecharon la oportunidad para relacionar un cigarrillo con crímenes más serios y expresar un juicio moralista de esta droga en la misma conversación de los cargos por golpear a un hombre por el color de su piel. En este sentido, el caso de Bowyer quizás sea único, ya que los tabloides utilizaron las indecencias de su juventud y su gusto por la marihuana para intentar ilustrar el declive moral y, de esta manera, explicar su comportamiento como adulto. Los medios ingleses fueron un poco más amables con el otro acusado, David Hiller. El mediocampista del Arsenal no sólo tenía una cara de niño inocente, también afirmó que había fallado la prueba antidopaje por ser fumador pasivo.

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Aunque existen jugadores en las divisiones menores del futbol que aseguran que fumar marihuana es lo menos escandaloso –la evidencia señala que prender un porro durante el medio tiempo está lejos de ser algo extraño en los partidos–, la crema y nata del futbol también se ha visto involucrada en este tema. Ian Wright admitió en su columna para The Sun que solía disfrutar fumar en los inicios de su carrera, y en una entrevista de 2003 para la televisión italiana, Roberto Mancini aceptó, supuestamente, haber fumado hierba también. Por lo general, cuando un futbolista decide confesarse una vez terminada su carrera en lugar de hacerlo mientras se encuentra activo, el trato de los medios parece ser mucho más amable.

Ian Wright en sus años mozos con el Palace // PA Images

Desde los 90 y principios de los 2000 ha habido menos reportes de futbolistas ingleses sorprendidos con las manos en la mota. Esto no se debe a la escasez de marihuana que se consume, sino a la política general adoptada por la FA que evita humillar y nombrar a aquellos culpables de sus ofensas recreativas. Pero tampoco se trata de una señal de simpatía de parte del sistema hacia los jugadores, más bien tiene que ver con el valor de su marca. Por ende, cada fin de semana los héroes sin capa recorren las canchas en el anonimato por los intereses que pretenden mantener los encabezados negativos bajo el agua.

Sin embargo, en el extranjero la historia es diferente. Detrás de los pasos de Mancini y el ex portero del West Ham, Bernard Lama –suspendido dos meses por fumar hierba mientras jugaba para el PSG en 1997– hay varios futbolistas que han sido cachados por ponerse hasta las manitas. Entre ellos se encuentra el delantero colombiano Wilder Mediana que dio positivo por cannabis tres veces en 2011, el jugador Spur, Mbulelo Mabizela, y el ex jugador del Bolton Wanderers, Ioanee Euzebiusz Smolarek, quien dio positivo por cannabis en 2002 a pesar de alegar nunca haber fumado marihuana. Pero ninguno le llega a los talones de Gino Coutinho, portero holandés que fue encarcelado en 2011 por formar parte de una granja de marihuana con más de 4,200 matas. Qué no darían los tabloides sensacionalistas por ver repetido un caso similar en la actualidad.

@W_F_Magee