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deporte y conflicto

El 'Baño Sangriento': cuando el waterpolo sirvió como rebelión

Cuando la Unión Soviética invadió Hungría, un grupo de atletas magiares decidieron vengarse... en una piscina olímpica. Esta es su extraña historia.
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Lo primero que vieron los miembros del equipo de waterpolo cuando llegaron a la ciudad australiana de Darwin fueron los titulares de un periódico local: "Tropas soviéticas invaden Budapest". Aunque la mayoría no sabían leer en inglés, reconocieron las fotografías en blanco y negro de su ciudad natal y la noticia les llenó de terror.

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Los nadadores formaban parte del equipo olímpico de Hungría, vencedor de la medalla de oro en los Juegos de Helsinki 1952. Cuatro años más tarde, el equipo había aterrizado en Australia para dirigirse a Melbourne, la sede de las Olimpiadas de 1956.

La mayoría de esos atletas jamás regresó a su país natal.

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Todo el torneo tuvo un aire extraño para los húngaros. La capital de su país estaba siendo pisoteada por los tanques del Pacto de Varsovia y ellos poco podían hacer desde el otro extremo del mundo. Evidentemente, competir en estas condiciones era cuando menos complejo.

Cuando, en las semifinales olímpicas de natación, los húngaros se cruzaron precisamente contra los soviéticos… bueno, solo hace falta decir que el episodio se recuerda como 'el baño sangriento'. Hungría ganó por 4-0; no obstante, hacia el final del encuentro el ruso Valentin Prokopov golpeó al húngaro Ervin Zádor en el pómulo y este empezó a sangrar profusamente.

Casi se produjo un altercado cuando Zádor salió del agua y el público le vio ensangrentado. La policía australiana tuvo que intervenir para evitar que los nadadores rusos fueran linchados por la multitud.

Durante los Juegos, el equipo de Hungría recibió el apoyo incondicional de la sólida comunidad húngara de Melbourne. Los expatriados húngaros estaban profundamente indignados por la invasión soviética de su tierra natal; tanto, de hecho, que decidieron ofrecer dinero, empleo y un lugar en el que quedarse a cualquier atleta que quisiera desertar del yugo soviético. Cuarenta y ocho aceptaron el apoyo.

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Para transmitir información entre el interior y el exterior de la villa olímpica se establecieron canales de comunicación clandestinos: el corredor estrella australiano Shirley Strickland, de hecho, fue acusado de intercambiar cartas secretas de los expatriados húngaros con el equipo del país europeo.

La mayoría de los 48 atletas que desertaron tarde o temprano se marcharon a Estados Unidos. Con los años formaron parte de la Gira por la Libertad Húngara, un tour por EEUU protagonizado por atletas del país que habían huido de la URSS. Salvando las distancias, fue un episodio similar a la gira del Hungaria FC por España, que permitió entre otros que Ladislao Kubala fichara por el FC Barcelona.

Ladislao Kubala dio el salto de Hungría al FC Barcelona… escapando del bloque soviético. Imagen vía FC Barcelona

Para poder entrar en Estados Unidos, no obstante, los húngaros no tuvieron más remedio que marcharse a las Filipinas y registrarse como inmigrantes; siendo húngaros no se les permitía cruzar las fronteras estadounidenses. Una vez dentro, sin embargo, recorrieron hasta 59 ciudades ofreciendo, eso sí, más espectáculo que deporte. Tras la gira, la mayoría se instalaron en el país.

Algunos atletas húngaros, sin embargo, permanecieron en Melbourne después de los Juegos de 1956… y no solo nadadores; también hubo numerosos jugadores de fútbol que desertaron y fundaron el Melbourne Hungaria FC.

El 'baño sangriento' pasó a la historia como un momento de gran tensión dentro de los Juegos Olímpicos, pero para Hungría tuvo un efecto doblemente positivo: no solo sirvió para derrotar a la URSS, aunque fuera en el plano deportivo… sino que además dio alas a los atletas para buscar la libertad alrededor del mundo.

Sigue al autor en Twitter: @AndyBellairs