Si te pareces a mí (o sea, si eres un tío bueno con mucha personalidad) estoy seguro de que te has pasado incontables noches solitarias preguntándote cómo se lo montan las revistas para hacer que prendas de ropa horrendas parezcan estar mucho más “de moda” que cualquier combinación de un saco y una cuerda que hayas decidido ponerte después de pasarte horas probándote otros modelitos.Bueno, no desesperes, solo tienes que aprender una cosa: no tienes que sucumbir a lo “chic”. El mundo de la moda está increíblemente anticuado –¿cuántas veces más tendremos que aplaudir los cambios minúsculos que le hacen a una camisa Oxford? ¿Tengo razón o no?– y los editores hacen trampas. Pillan algo que esté sucediendo en este instante, como por ejemplo el “renacimiento” de lo bohemio o la heroína, le enchufan la palabra “chic” y ya tienen una nueva moda que de repente incluye a todo Dios que alguna vez haya llevado zapatos mugrientos o un antiguo abrigo de piel. (Por cierto, siento haberme cargado vuestras expectativas sobre el mundo de la moda. Os prometo que es lo único dudoso que hacen).
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