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Periodistas esquivan cohetes y ataques mediáticos mientras Gaza se desmorona

El papel de la prensa en el conflicto turbulento que tiene lugar en la Franja de Gaza, está tomando cada vez más un rol protagónico en la historia.

Periodistas alrededor de una ambulancia en Gaza. Fotografía via Flickr Basel Alyazouri

El papel de la prensa en el conflicto turbulento que tiene lugar en la Franja de Gaza, está tomando cada vez más un rol protagónico en la historia. La cobertura mediática del desastre en Medio Oriente está obligando a los periodistas a defenderse de una guerra ardiente de mensajes online.

Una de las balas de salva más notables llegó por cortesía de David Frum, editor senior de la revista TheAtlantic y ex redactor de discursos para George W. Bush. Frum le disparó a tres de las más respetadas agencias de noticias –Reuters, Associated Press y el New York Times–, cuando tuitió que una fotografía que circulaba de un palestino desconsolado empapado en la sangre de su propio padre era “falsa”.

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Sin estancarnos en las razones por las que Frum pensó que la foto era un montaje (BagNews hizo un minucioso informe que aplasta sus argumentos), digamos que las reacciones a sus comentarios no fueron muy amables. El jueves, Poynter borró cualquier asomo de duda al revisar el trabajo del fotógrafo y determinar que Frum estaba totalmente equivocado. Al ser contactado por email, Frum se rehusó a mostrar las evidencias de su cargo inicial. “Suena como si ustedes ya hubiesen escrito la historia”, respondió. Cuando lo presioné aún más, simplemente dijo, “ese *fue* mi comentario”. (Actualización: Frum ha publicado una disculpa, pero defiende su escepticismo inicial al escribir: “[como] todos los que siguen las noticias de Medio Oriente saben, en la región hay una larga historia del uso de falsas y mal atribuídas fotografías que sirven como propaganda”).

Si bien Frum ha sido un vocero de la ofensiva israelí, así como también cree que los diálogos de paz del año pasado fueron erosionados por la obstinación de los palestinos, sus tuits no solo son un indicativo de su posición personal sino de una tendencia creciente. Mientras el mundo simplemente observa, los que están metidos en el mundo del periodismo están examinando y escrutando cada imagen, tuit, video, historia y reporte que llega desde Gaza para encontrar alguna evidencia de favoritismo o parcialidad hacia alguno de los bandos. Y mientras los reporteros esquivan cohetes (y en el caso del periodista palestino Khaled Hamad, son asesinados), sus editores y defensores esquivan los golpes de los lectores y los analistas de medios.

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En la presentación del informe sobre el asesinato de Hamad, me encontré un artículo de opinión en el Wall Street Journal escrito por Thane Rosenbaum, quien hizo la siguiente afirmación:

“Hay reportes de que Hamás y la Yihad Islámica se están transportando en ambulancias llenas de niños a través de Gaza. Lo creas o no, un burro cargado de explosivos detonó el otro día”.

El autor no provee ninguna fuente para sustentar su aseveración de que Hamás está usando cínicamente a niños como peones en lo que se ha convertido en su batalla por ganar la simpatía de la comunidad internacional (y ni siquiera una cita sobre el pobre animal). Si la creciente cobertura sobre las muertes de civiles palestinos es un punto a favor para Hamás, la información no atribuida como la de Rosenbaum representa un acto irresponsable por parte de las agencias de noticias. Que Hamás lleve a cabo este tipo de actos ha sido siempre la justificación para Israel de las desproporcionadas cifras de muertos del lado palestino. El mismo Rosenbaum reconoció parte de la razón para que no haya un debate en absoluto sobre la moralidad de las acciones de Israel con respecto al rápido aumento de la cifra de muertos palestinos.

“No tendríamos esta conversación si la pérdida de vidas no fuera desproporcionada”, le dijo Rosenbaum a Mike Pesca, anfitrión del podcast The Gist en Slate.

Hay que dar crédito al hecho de que la presencia de los medios en la Franja de Gaza no solo ha proveído esas cifras, sino también ha cazado las imágenes, historias, videos y entrevistas que han complementado la visión fría y dura de las estadísticas.

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Esas estadísticas –el alto número de víctimas palestinas en contraste con las de Israel– vienen con una advertencia, según Rosenbaum. Desde su perspectiva, muchos de los muertos son o cómplices de los ataques de Hamás contra Israel, o defensores de sus esfuerzos, o culpables por proveer recursos y refugio a la organización terrorista. En respuesta a la columna de Rosenbaum, Vanity Fair anotó que muchos de los residentes de Gaza son menores de 18 años, que estaban inhabilitados para ejercer el voto a favor de Hamás en las elecciones de 2006. Pero su afirmación de que los civiles están íntima o periféricamente relacionados con Hamás, a través de la votación o el apoyo, hizo eco en la oficina de prensa del gobierno de Israel (GPO), en lo que respecta al trabajo de los periodistas de la región. La GPO insiste en que los reporteros “están trabajando con Hamás”, de acuerdo a una declaración hecha a Sherif Mansour, coordinador de un programa del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) en el Medio Oriente y el norte de África.

Es una aseveración muy seria, y una que lleva a la pregunta que se hacen muchos analistas de medios: ¿hay el suficiente cubrimiento sobre el conflicto del lado palestino? ¿Y es un cubrimiento “pro-palestino” como dice Avigdor Lieberman, ministro de relaciones exteriores de Israel? Aparentemente la percepción de algunos israelíes es que el cubrimiento de los medios se ha inclinado más por mostrar el conflicto desde el lado palestino, algo que ha llevado a que los periodistas estén enfrentando no solo la hostilidad en Gaza donde ha tenido lugar el mayor recrudecimiento de la violencia, sino también en Israel. Allí, un hombre empujó a un corresponsal de la BBC de Arabia durante una transmisión en directo, sacándolo de la toma. Y a eso se le suman las amenazas fuera de cámara recibidas por la corresponsal de CNN, Diana Magnay.

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Muchas élites americanas han argumentado que la única razón para que haya tanto foco sobre la invasión de Israel a Gaza, es porque la gente está más interesada en escuchar sobre judíos que matan árabes o musulmanes, que sobre árabes y musulmanes matándose entre ellos mismos. Porque, claro, ¿cómo no va a haber un interés masivo sobre la repetición más reciente de un conflicto que ha estado hirviendo por siglos? Ningún reporte podría expresar la terrible naturaleza de la situación en Siria, donde una religión se extiende en ambos lados del conflicto. Pero esperar a que las personas se preocupen más sobre eso que por lo que está sucediendo en Gaza, es similar a preguntarse por qué la mayoría prefiere un partido entre el Real Madrid y el Barcelona que uno entre El Real Madrid y Millonarios. Algunas peleas son más interesantes que otras.

Como editor, Frum debería entenderlo. Y el cargo que ocupa hace mucho más desconcertante su aparente creencia de que tres grandes agencias de noticias hayan trabajado en complicidad con un fotógrafo para escenificar una fotografía que beneficia la causa palestina.

Y como si los peligros en Gaza y la mancha informática de los periodistas no fuera suficiente, hay más. La semana pasada la Foreing Press Association (FPA) informó sobre una inquietante serie de acontecimientos en la que los periodistas fueron blanco de los ataques de Israel, intencional o accidentalmente. Según se informó, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) aparentemente abrieron fuego contra las oficinas de prensa de Al Jazeera en Gaza, pero también se presentó un ataque contra un equipo de la CNN que filmaba las manifestaciones en Hebrón por los prisioneros palestinos en huelga de hambre. Policías encubiertos en la protesta destruyeron las cámaras y acusaron al equipo de “incitación”, según informó la FPA.

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Si la artillería lanzada contra Al Jazeera fue intencional o no, no tiene relevancia alguna si tenemos en cuenta el pensamiento de Lieberman sobre las agencias de medios. En una sorprendente declaración que hizo la semana pasada, añadió leña al fuego:

“Al igual que Gran Bretaña no permitiría que un periódico como Der Stürmer estableciera un canal de televisión para transmitir desde Londres, y que los Estados Unidos no permitiría que un canal de Al Qaeda transmitiera desde Nueva York, debemos actuar para impedir que Al Jazeera transmita desde Israel”.

Dejemos a un lado las implicaciones escalofriantes de tal censura sobre la libertad de prensa y consideremos lo que significa para la formación de criterios dentro de Israel. Sin las voces contrastadas, tendríamos un sol tapado con un dedo sobre el conflicto en Gaza.

Aunque es desconcertante para los amantes de la libertad de prensa, no es sorprendente la reacción de Israel sobre la cobertura mediática de la operación Borde Protector, que condena los ataques y pide un cese al fuego inmediato.

Sherif Mansour, del Comité para la Protección de los Periodistas, nombró a la Franja de Gaza como un “entorno mortal para periodistas”, añadiendo que la CPJ “esperaba la escalada de violencia y la muerte de periodistas desde el inicio”.

Hamad pudo haber sido la primera víctima, pero a medida que avanza el conflicto, más periodistas están siendo arrastrados hacia una guerra menos mortal en los medios. Independiente de las posiciones sobre el conflicto, las historias de destrucción y pérdidas humanas no deberían ser etiquetadas como propaganda. Documentar la carnicería no tiene otro nombre que periodismo.

Justin Glawe es un periodista freelance residente en Peoria, Illinois.