FYI.

This story is over 5 years old.

VICE World News

Descentralización en el Reino Unido: ¿Se escindirá Gran Bretaña después de las elecciones de mañana?

En estas elecciones del 7 de mayo, Escocia podría tener la llave del equilibrio del poder en un momento en el que el Reino Unido parece estar menos unido de lo que lo estaba en las anteriores elecciones.
Photo de Matt Dunham/AP

Escocia acometió su mayor esfuerzo en siglos para escindirse del resto del Reino Unido celebrando un referéndum por su independencia en setiembre de 2014. Lo que entonces fue una gran historia en Gran Bretaña, aparentemente, fue una historia no contada al otro lado del charco.

Si bien la soberanía de Escocia tiene relevancia a nivel internacional, la variedad de matices que distingue a los cuatro países que integran el Reino Unido, se pierde más allá de sus fronteras, donde el Reino Unido es, a menudo, sinónimo de Inglaterra.

Publicidad

Claro que igual ya no sea así por mucho tiempo. Mientras los partidos políticos se baten en la batalla electoral más ajustada en años, parece incontestable que el referéndum escocés significó no tanto el final del movimiento a favor de la independencia, que cayó por un margen de menos del 9 por ciento en la votación, sino, más bien, su gran espaldarazo. Se estima que el Partido Nacional Escocés (SNP), que lideró la campaña por la independencia, triplicará los resultados obtenidos en el último sufragio, pasando de los cuatro escaños que tiene actualmente en Escocia a, quizá, conquistar las 59 circunscripciones a las que se enfrenta mañana, 7 de mayo.

Sería un cambio radical para el SNP y para su líder, la primer ministro escocesa Nicola Sturgeon, quien ha brillado en los debates televisivos entre los líderes, gracias a haber sabido posicionar el movimiento independentista como una alternativa convincente ante los partidos del establishment. Y lo que es más importante: el sistema electoral británico ha posibilitado que el que fuera, durante años, un partido en los márgenes de la política inglesa, se convierta ahora en el factor decisivo para determinar quién gobernará el país.

En Gran Bretaña, si un partido quiere conquistar la mayoría, necesita ganar la mitad de los asientos más uno de la Cámara de los Comunes; o sea: 326. Los sondeos indican que tanto el partido laborista como el partido conservador, los Tories, alcanzarán una cifra cercana a los 275; de manera que si la cosa no cambia, tendrán que formar un gobierno de coalición para asegurar su mandato.

Publicidad

El laborista ha sido el partido que ha dominado históricamente en Escocia y, de no ser por la irrupción del SNP, que amenaza con arrebatarle sus 41 asientos, ahora estaría holgadamente a la cabeza de la carrera por la mayoría. Sin esos 41 asientos, los laboristas necesitarán aliarse con el SNP u otros partidos — lo que significa que su líder, Ed Miliband, tendrá que decidir si quiere gobernar con el apoyo del SNP o si prefiere concederles la derrota a los Tories: pase lo que pase, el SNP no negociará con los Tories.

La posibilidad de una coalición entre laboristas y el SNP se ha convertido en un aspecto fundamental de estas elecciones, y los conservadores lo han convertido en el arma arrojadiza de su campaña de descrédito durante las últimas semanas. Sus argumentos son que los laboristas se convertirán en las marionetas de un partido, el SNP, que se ha propuesto escindir Gran Bretaña, tal y como han advertido repetidamente, y que el SNP se aprovechará de la situación para promover un segundo referéndum por la independencia. Miliband ha descartado sin pestañear cualquier acuerdo o posibilidad de coalición con el SNP, pero la opinión de algunos de los ministros de su partido es que no debería negarse la posibilidad de convertirse en primer ministro.

Si los conservadores son capaces de formar un gobierno de mayoría [ya sea ganando los asientos necesarios o aliándose con otros partidos, como los liberales-demócratas], el SNP también podría salir beneficiado de distintas formas. Un gobierno conservador reforzaría el sentimiento entre los escoceses de que ellos son mucho más de izquierdas que Inglaterra — y que, por consiguiente, ambos son ideológicamente incompatibles. El SNP podría, en tal caso, culpar al primer ministro, David Cameron, de haber arrastrado a Escocia fuera de esa Unión Europea (UE) a la que quiere pertenecer, después de que el partido conservador haya prometido un referéndum sobre la pertenencia de Gran Bretaña a la Unión, si repite mandato.

Publicidad

El deseo de independencia raramente desaparecerá. No fue hasta 1998 cuando el partido laborista empezó a transferir autonomía a Escocia y no fue hasta 2011, cuando el SNP pudo formar un gobierno de mayoría. En cualquier caso, el año pasado el 71 por ciento de los jóvenes entre 16 y 17 años votaron por la independencia y el 73 por ciento de los mayores de 65 años votaron en contra. Con el tiempo, la balanza podría decantarse fácilmente a favor del Sí. Quizá el lema del SNP que rezaba que el referéndum era algo que "solo pasaba una vez en la vida", todavía pueda arrojar resultados.

El esfuerzo empieza a pasar factura en los ingleses. Actualmente no existe ninguna disposición legal que permita que sean solo los miembros del parlamento inglés quienes voten las leyes inglesas. El año pasado, Cameron utilizó el resultado del referéndum escocés para hacer un llamamiento a favor de que los parlamentarios ingleses fuesen los únicos que decidieran las leyes inglesas, de la misma manera que la descentralización dispone que sean solo los parlamentarios escoceses quienes voten las leyes de Escocia.

Ahora todo eso parece jugar en contra de la tendencia a aumentar la descentralización en el Reino Unido. Más allá de Escocia, las ciudades inglesas están aprovechando la oportunidad para obtener más autonomía. El crecimiento económico mundial está cada vez más dirigido por las ciudades; sin embargo, muchas de las ciudades inglesas de provincias funcionan muy por debajo de la media. Un informe publicado el año pasado sugería que permitir que los gobiernos regionales establecieran sus políticas en las grandes materias, como impuestos, inmigración, transporte o vivienda, podría suponer un estímulo a la economía del Reino Unido de casi noventa mil millones de dólares — el 5 por ciento de su producto interior bruto. Los líderes autonómicos están convencidos de que podrían recortar el coste de instituciones como el Servicio Nacional de Salud (NHS) si dejaran de ser controlados de forma tan excesiva desde Westminster.

Publicidad

La descentralización ha sido parcialmente experimentada en Manchester, donde los nueve vecinos metropolitanos de la región se unieron para formar la Greater Manchester Combined Authority — Autoridad Combinada del Gran Manchester — en 2011. Ha servido para revitalizar grandes parcelas de tierra y para posibilitar que algunos de los impuestos aplicados sobre el crecimiento económico vuelvan a invertirse, directamente, en infraestructuras.

El actual gobierno entre conservadores y liberal demócratas ha prometido descentralizar el poder, lo que irá acompañado de una mayor libertad para los gobiernos regionales. Sin embargo, al mismo tiempo, los presupuestos de los gobiernos locales han sido recortados drásticamente para disminuir el déficit nacional — lo que en algunos gobiernos locales ha significado un recorte de algo más del 40 por ciento, aunque el promedio en todo el país sea del 23,5 por ciento.

"Los presupuestos locales tienen mucho más sentido, pues disponen de mayor margen para gastar de un modo mucho más cauteloso", afirma Jonathan Carr-West, de la unidad de información del gobierno local (LGIU), una organización sin ánimo de lucro que trabaja a favor de los gobiernos regionales. "Creo que en los próximos diez años habremos avanzado enormemente [en materia de descentralización local]. Si consigue triunfar, el acuerdo del Gran Manchester será recordado como la primera piedra del proceso."

Pese a que sus ventajas siguen siendo atractivas, el referéndum escocés reabrió de nuevo el miedo a que la descentralización fomente la división. ¿Podría la descentralización escindir a Gran Bretaña?

"Yo no me creo el argumento de que una mayor descentralización romperá nuestro sentimiento de unidad nacional", afirma Alex Thomson, director de Localis, una organización sin ánimo de lucro que aboga por la descentralización. "Somos, probablemente, una de las naciones más centralizadas del mundo occidental. Ni Alemania ni Estados Unidos han tenido ningún problema para mantener la cohesión de su identidad nacional. Si se suponía que el sistema actual iba a funcionar, ya tendría que haberlo hecho a estas alturas."

Sigue a Ben Bryant en Twitter: @benbryant