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Cárceles donde aquellos que cumplen condena pueden montar su propio negocio, presidios que organizan visitas turísticas y vende cocaína como souvenir, prisiones donde los reos imparten justicia y penales repletos de basura cuya población triplica el ratio para el que fueron diseñados.
VICE News hace un recorrido por seis centros penitenciarios de Latinoamérica que revelan la chocante realidad que se esconde tras los muros, unas veces por insólita o esperanzadora, otras por su perverso funcionamiento o por la impunidad con la que se vulneran los derechos humanos de los presos.
Estos son las seis historias, publicadas entre 2015 y 2016, que nadie esperaría encontrar en un presidio.

Este penal es la antítesis de las prisiones mexicanas, en su mayoría espacios corruptos y hacinados, regidos por el autogobierno. VICE News viajó a la Sierra Tarahumara para saber cómo funciona esta cárcel, donde la mitad de los internos se ha entregado.

La prisión de La Paz, San Pedro, no era una cárcel normal sino un microcosmos de la sociedad, donde el dinero era el rey y, con él, se podía obtener cualquier cosa. Controlada por los presos, el presidio fue una importante cocina de cocaína.

En esta prisión transformada en pueblo, los presos montan sus propios negocios, circulan libremente y tienen un programa de radio. Un proyecto que ha rebajado el índice de reincidencia de los reos al 2 por ciento frente al 50 por ciento de media nacional.

Las autoridades señalaron que entre 2009 y 2012, el cártel asesinó a 150 personas y las incineró dentro de la prisión, para después arrojar los restos a un río cercano. El autogobierno en los centro penitenciarios es un problema que no se ha resuelto.

Este excuartel militar habilitado como cárcel exclusiva de la mara Barrio 18 era un oscuro laberinto de celdas lleno de basura y con una sobrepoblación asfixiante, que triplicaba su capacidad. Unas condiciones infrahumanas que han propiciado su cierre.

Joaquín M. sobrevivió a casi 5 años de prisión en Perú, pero seis de sus compatriotas murieron entre rejas. En las cárceles del país andino, dice, hasta sus funcionarios están en venta y la droga y la violencia son la moneda de cambio.
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