​Fotos por Andrea Fischer​
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Identidad

A lxs jóvenes de ayer, de hoy y de mañana: una entrevista a Ofelia Fernández

Después de meses de campaña que cambiaron por completo su rutina, la futura mandataria de 19 años se tomó un momento para contarle a VICE un poco más sobre sus ideas, su vida post elecciones y su futuro.

“La juventud ya no pide: exige…” puede leerse hacia el final del Manifiesto liminar, la proclama oficial del movimiento estudiantil de la provincia argentina de Córdoba que, en 1918, logró una reforma universitaria que sentó precedente en toda Latinoamérica. Pasaron desde entonces ya 100 años en los que el rol del estudiantado y la juventud fue crucial en la conquista de derechos y la lucha contra gobiernos autoritarios, no sólo en Argentina sino en toda la región. Pero históricamente fue una participación ajena a los puestos de poder real, más allá del peso político que la juventud supo ganar como sector organizado. Son pocos y muy recientes los casos de personas menores de 25 años con puestos de poder político relevantes. Es por eso que tanto destacó, en el marco de un año electoral tan importante para la Argentina, la figura de Ofelia Fernández, la referente estudiantil de 19 años que está a un paso de ser la legisladora más joven del país.

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Para entender la carga disruptiva que trae consigo su candidatura, hay que remontarse a sus primeros años de militancia en el colegio secundario Carlos Pellegrini. Ahí, Ofelia llegó a ser la presidenta del centro de estudiantes más joven, además de la primera en ser reelecta y en tener una fórmula mujer-mujer. Basó su gestión en el contacto cara a cara con los más de dos mil alumnos y alumnas de la escuela para empaparse de todas esas realidades y poder así solucionar sus problemas. Encabezó y participó en varias tomas de colegios, entre ellas la batalla que por varias semanas emprendieron más de 30 colegios de la Ciudad de Buenos Aires contra la reforma educativa en 2017. Su capacidad discursiva y claridad de ideas la llevaron muchas veces al centro del debate mediático, lugar en el que se supo plantar ante una manada de periodistas vetustos que aún hoy intentan ningunearla.

"Es necesario poder romper con las barreras del sector del que vengo y entender que también existen otras realidades"

En 2018, durante los debates por la legalización del aborto en el Congreso argentino, fue la oradora más joven y una de las pocas que no leyó su discurso. Su pasión y elocuencia resonaron no sólo en Argentina sino a lo largo y ancho de Latinoamérica. A partir de entonces, arrancó a viajar y a dar charlas, y su perfil político empezó a ampliarse. En octubre de ese año, decidió unirse al Frente Patria Grande, convencida de que la única prioridad era sacar del poder a Mauricio Macri, presidente de Argentina. Como referente de esa agrupación, fue también la oradora más joven del Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico, la “contracumbre” que a fines de 2018 organizó el Consejo Latinoamericano de las Ciencias Sociales (CLACSO) en el barrio porteño de Caballito, del que Ofelia es oriunda. En una conferencia en la que participaron referentes políticos de la talla de Cristina Fernández y Dilma Rousseff, Ofelia, que comparte apellido con la expresidenta argentina, representó al sector estudiantil y se quejó de su ausencia en los lugares de poder. Además, se reconoció como parte de una juventud de “alumnos y alumnas del Cordobazo, de los jóvenes desaparecidos durante la última dictadura, de la juventud insurrecta del 2001”, y demás procesos que, en toda Latinoamérica, tuvieron al estudiantado como referente.

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“Vengo de una juventud que toma colegios, que es irreverente, y respondo a esa juventud organizada, pero no de manera exclusiva. Es necesario poder romper con las barreras del sector del que vengo y entender que también existen otras realidades”, dice Ofelia en una de las pocas entrevistas que su espacio político está dando después del batacazo de las elecciones primarias, en las que el Frente de Todos, una alianza que agrupa varios sectores de la oposición, le ganó con un cómodo margen al partido oficialista de Cambiemos. Un poco más tranquila ahora, después de arduos meses de campaña que cambiaron por completo su rutina, la futura mandataria más joven de Argentina se tomó un momento en la sede principal de su agrupación para contarle a VICE un poco más sobre sus ideas, su vida post elecciones y su futuro como legisladora porteña.

VICE: Tuviste un rol protagónico en esta última campaña electoral, ¿qué fue lo más difícil?

Ofelia: Como estoy todo el tiempo haciendo cosas, tengo un equipo que para mí es indispensable. Pero tuvimos que aprender a repartirnos las prioridades. Me preocupaba enfocarme demasiado en la presencia mediática y relegar otras cosas. Cuando tenés tanto el reflector en la cara, te olvidás de lo que te mueve posta. Por eso tuvimos que empezar a organizar una agenda y utilizar mejor el tiempo con cosas que a mí me parecen indispensables en una campaña. En un canal de televisión no aprendo nada, y para este trabajo necesito nutrirme de encuentros y experiencias reales. El flash es poder construir una campaña con una dinámica que permita ir elaborando la política en función del pulso y la sensación general de la gente, y si no te encontrás cara a cara con eso, se vuelve difícil.

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¿Cómo te estás manejando con la exposición que acarrea una campaña?

Estaba acostumbrada a cierto tipo de exposición mediática, pero de eso al nivel de exposición que tiene la política institucional hay un abismo. Antes yo tenía un perfil construido. Ahora le tengo que hablar a todo el mundo, tengo que tener diálogo con toda la sociedad. Es otro tipo de desafío en el que, además, hay algo más pasional. En política, el que te quiere, te quiere mucho, pero el que no, te detesta. Y yo pasé de un electorado de dos mil personas a uno de 40 millones.

¿Cómo recibiste la noticia de tu candidatura?

Antes del cierre de listas estaba muy nerviosa. Fue un momento bastante hostil en el que no tenía idea de lo que podía llegar a pasar. Sentía que mi presencia podía terminar siendo meramente utilitaria. Tengo 19 años, me parecía raro que estrenaran conmigo. Si no pasó nunca, ¿por qué me iba a pasar a mí? Pero terminé tercera en la lista y ya tengo un pie adentro de la Legislatura.

Tengo el desafío de poder ampliar lo que significa representar a todas las juventudes. Pero además, así como yo me sentí ninguneada antes del cierre de listas, tengo que poder ser la primera que empatice con todos los sectores que siguen quedando afuera del sistema político.

¿Qué importancia tiene hoy una persona tan joven ocupando una banca?

Tengo el desafío de poder ampliar lo que significa representar a todas las juventudes. Pero además, así como yo me sentí ninguneada antes del cierre de listas, tengo que poder ser la primera que empatice con todos los sectores que siguen quedando afuera del sistema político. Si no lo hago yo, ¿quién carajo lo va a hacer? Tiene que parar la inclusión marketinera en las listas. Lo que vale posta es cuando cedés poder a esas personas que nunca lo tuvieron, no sólo ser un nombre en una lista que nunca va a llegar a esos puestos que hoy disputamos.

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¿A quiénes querés representar, además de la juventud y el estudiantado?

Los sectores populares, que son los que más padecen lo que se vota en esas grandes cámaras y demás, jamás tuvieron un lugar en la toma de decisiones. Los mandatarios se engolosinan con el circo y la plata de la política mientras más lejos estén de los problemas. Si estás cerca de la realidad, eso te chupa un huevo porque vos querés ir a resolver todo lo que la gente te está pidiendo. Entonces tengo la responsabilidad de poder pensar proyectos y defender presupuestos que tengan en cuenta a esos sectores. Es clave que una ciudad como CABA, que cuenta con tanto presupuesto y recursos, los ponga a disposición de algo más noble que poner un par de macetas y arreglar baldosas.


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El caso de Ofelia, aunque raro, no es el único. Camila Vallejo, referente de la juventud chilena que encabezó las movilizaciones estudiantiles de 2011, llegó a ser la diputada más joven de su país con 25 años. Con la misma edad, Agustina Donnet y Marialbert Barrios llegaron también a ser diputadas en Argentina y Venezuela, respectivamente. Ofelia compartirá el récord con Leidymara Cárdenas Isasi, la diputada cubana que fue electa con 19 años. Pero más allá de las edades específicas, lo notorio es la necesidad de ese espacio que las mujeres jóvenes se están haciendo en la política.

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Aunque según afirma Ofelia, las edades “no significan nada”, esa diferencia de varios años que existe incluso entre ella y sus pares más jóvenes, trae una desventaja muy clara: los estudios académicos. Ella carece de la preparación que tuvieron otras figuras políticas para sus cargos. “Todos tuvieron su momento de hacer eso. Yo voy a intentar hacer las dos cosas a la vez. La política insume casi todo mi tiempo, pero estudiar es algo que necesito hacer”, dice. Entre sus posibilidades pasaron Oncología y Sociología, aunque conocer a Eli Gómez Alcorta, abogada penalista especializada en derechos humanos, y leer sus alegatos en el juicio a Milagro Sala, una referente popular argentina, le hicieron ver la potencialidad del mundo del Derecho. Es por eso que, a la par de su rol como legisladora porteña, está decidida a estudiar abogacía en la Universidad de Buenos Aires.

Al momento de anunciar tu candidatura, se te criticó mucho por tu supuesta falta de experiencia. ¿Cómo respondés a eso?

Me critican a mí como si todo el cuerpo legislativo estuviera tan capacitado. Hay cada uno dando vueltas. Pero como me empezaron a atacar por mi falta de experiencia, mi juego fue admitir que en un montón de aspectos no la tengo. Pero como soy tan joven y hay tantas realidades que desconozco pero que me interesa incluir en mis políticas, voy a crear consejos de diversas temáticas para ponerme a disposición de los sectores que se organicen para hacerme llegar sus reclamos. Que me bajen línea y me corran por izquierda, por derecha o por donde me tengan que correr para elaborar y discutir una política más real. No voy a cambiar el sistema político yo sola, pero es un pequeño paso hacia una democracia más amplia y participativa, para que la toma de decisiones no sea algo tan estéril y aislado.

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¿Qué cosas tuviste que dejar de lado para meterte de lleno en la política?

Cada tanto me agarran nostalgias con la actuación. Siempre me gustó el ambiente del teatro. Pero es difícil tener un sesgo político e ideológico tan marcado en ese mundo. La militancia en general me cagó un poco eso. Yo hacía teatro desde los nueve años en la escuela de Nora Moseinco. Aunque no lo parezca, siempre fui bastante tímida y me costaba entrar a un lugar nuevo y comerme el mundo. Con el teatro aprendí a sacarme un montón de inseguridades de encima. Pero cuando empecé a ser presidenta del centro de estudiantes, me pasaba que pagar una cuota bastante alta y tener que faltar una banda por las responsabilidades me parecía un despropósito. Por eso terminé dejando las clases. Me parecería raro arrancar ahora, pero una nunca sabe, ¿no?

No voy a cambiar el sistema político yo sola, pero es un pequeño paso hacia una democracia más amplia y participativa, para que la toma de decisiones no sea algo tan estéril y aislado.

Desde tus primeras apariciones en grandes noticieros hasta el discurso en el Congreso o en la “contracumbre”, siempre te destacaste por tu oratoria. ¿Qué importancia le das a cómo decís lo que decís?

A mí me marcó haber crecido con una presidenta que no sólo era mujer sino que también tenía el nivel de claridad y de potencia que tenía y tiene Cristina Fernández. Todo lo que es la comunicación política para mí siempre fue algo muy importante. El tema es que en un colegio parece que no hubiera que pulirlo a ese nivel. Pero para mí nunca fue individual la búsqueda en la comunicación política. Tiene que ver con poder interpelar y hacer que más gente se interese, con pensar cierta teatralidad en la política: darle una dosis de sentimiento y pasión. ¿Eso qué me permitía, que me aplaudan? Sí, pero sobre todo me permitía que la gente escuchara la intervención entera y después fueran a las movilizaciones. Si la gente se interesa, después se involucra, y yo entiendo la participación como el motor de la transformación.

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¿Qué le aporta una mirada joven al sistema político actual?

Hay algo en la formación de la generación pasada muy neoliberal y meritócrata, muy del emprendimiento y el desarrollo propio y de las aspiraciones individuales. No creo que mi generación sea exactamente lo opuesto porque si no ya estaríamos haciendo una revolución. Pero sí creo en una proyección de que queremos algo distinto. Hay una serie de temáticas que vienen laburando eso, que generan un nivel de unidad conceptual mundial en la juventud. La principal es la agenda ambiental. Para mucha gente más grande, esto tiene una carga muy peyorativa. Lo ambiental suena a hippie, a Greenpeace, a grandes ONGs. Pero a mi generación nos chupa un huevo ese prejuicio a lo ambiental porque lo que a otros les da risa a nosotros nos da miedo, porque somos nosotros los y las que vamos a habitar el mundo que nos dejen. Pero además no sólo se mofan, sino que hay una confrontación fuertísima hacia la puesta en práctica de mejores políticas ambientales. Tenemos que salir de esas dinámicas individuales que te dicen que si reciclás en tu casa o si dejás de usar pajitas el mundo se va a salvar. Lo que hace falta es más confrontación a los poderes que generan esas estructuras destructivas en los modelos económicos y productivos que están arruinando nuestro planeta.


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El próximo 27 de octubre, Argentina va a elegir una vez más a sus gobernantes. A menos que haya un cambio rotundo con respecto a las elecciones primarias de agosto, en las que Ofelia Fernández no sólo votó por primera vez sino que se votó a sí misma, ella se convertirá en la persona más joven en tener un lugar en la toma de decisiones del país. Como ella, jóvenes de toda Latinoamérica están disputando espacios que antes les eran relegados para tener voz y voto sobre su futuro. Pero, según sostiene Ofelia, de nada sirve si no se usan esos espacios para defender lo conseguido y seguir sumando sectores que antes no tenían representación real. Antes de continuar con su apretadísima agenda, ofrece una última mirada hacia lo que se viene: “La pregunta ahora es cómo podemos generar más pertenencia en las victorias. Hay una visión demasiado vertical y unilateral de la política. El debate tiene que aprovechar la riqueza de las diferencias y no quedarse en purismos ideológicos o en categorías separatistas. Tenemos que entender que los avances conseguidos no son propios de un gobierno sino de todo el pueblo, para que después no sean tan fáciles de arrebatar si llega otro gobierno peor. Ahora, más que nunca, se tiene que venir una etapa de mucha disputa de sentido, constante y permanente”.

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