Polvo, baches y un calor insufrible: bienvenidos al exótico Tour de Faso
Todas las fotos son de Benjamin Derveaux

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la prueba reina del ciclismo africano

Polvo, baches y un calor insufrible: bienvenidos al exótico Tour de Faso

Un año después de su cancelación debido al Ébola, una de las carreras más importantes del ciclismo africano volvió a correrse: el Tour de Faso, la prueba que levanta más pasiones del continente.

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El sol pega fuerte este sábado en Ziniaré, un pueblo situado a unos veinte kilómetros de Ouagadougou, la capital de Burkina Faso. Hundido en una chatarra de silla, el joven dorsal número 6 está derrotado. Lleva varios minutos tratando de recuperar el aliento. Las gotas de sudor descienden por sus pantorrillas haciendo eslálom entre las venas abultadas.

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A su alrededor, una multitud de periodistas y curiosos observan como evoluciona. Nadie dice nada delante de Mathias Sorgo y su maltrecho cuerpo. La mirada vaga recrea el final de esta segunda etapa del Tour de Faso. Hoy, el de Burkina Faso podría haber explotado y ganar delante de su público… pero el ciclista no ha logrado atrapar a los dos corredores marroquíes en el tramo final de la etapa.

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A pocos metros de distancia, el orador sigue arengando a la multitud. Pronuncia unas palabras que hieren a Sorgo: "¡El Tour de Faso es seguido por más de 340 millones de espectadores! ¡El Tour de Faso es el evento deportivo más importante en el continente después de la Copa de Naciones de África!". Pero no hace falta que se lo recuerden a Mathias: lo sabe muy bien.

Cancelado en 2014 a causa del brote de Ébola que amenazaba la región, el pasado 30 de octubre regresó de la carrera ciclista más esperada de África. Diez equipos —ocho de los cuales africanos— participaron.

El Tour de Faso, no obstante, no puede presumir de una verdadera variedad de etapas. Admitido en el calendario de la Unión Ciclista Internacional desde 2005, el Tour ofrece 1310 kilómetros de carreteras rectas, sin subidas demasiado severas y algunas carreteras no pavimentadas. Eso es más o menos siempre igual. Pero la clave está en otra parte: para entender la emoción generada por la carrera, basta con ver el borde de la carretera, donde decenas de miles de personas se congregan en cada etapa.

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A 97 km de Ouagadougou, dos soldados controlan el largo eje que atraviesa la ciudad de Yako. Porra en mano, ambos hombres dejan claro a la multitud que no deben acercarse demasiado a la carretera. Dieudonné Combéré no aparta la mirada del horizonte. Hace más de una hora y media que la ciudad no se atreve a respirar.

"No sé ni de una sola persona en el pueblo que no venga a ver pasar a los ciclistas", dice el joven Combéré. "Es como ir al estadio. Y es gratis". De repente, el rumor de voces se incrementa. Finalmente llegan los corredores, encabezados por el burkinés Abdoul Aziz Nikiema, ganador de la última edición del Tour. La multitud estalla de alegría. Reservan el mismo griterío para los otros 115 ciclistas que le siguen.

Para Laurent Bezault, director de la carrera, ex ciclista profesional y asesor de la UCI África, este entusiasmo es excepcional en el continente. "No vas a encontrar este ambiente en ninguna otra carrera de África", asegura. "En Burkina Faso, el Tour es parte de la herencia cultural. Después del fútbol, este es el deporte más seguido en el país. Hay desarrollada una cultura de ciclismo, con carreras regulares, clubes y auténticos seguidores".

Los aficionados son quienes más lo viven. En julio de 2015, después de los campeonatos nacionales, algunos lanzaron amenazas de muerte contra Rasmané Ouédraogo, un ciclista que había hecho caer el entonces campeón Salfo Bikienga a pocos metros de la línea de meta de un empujón. Fue necesaria la intervención de Mogho Naba, rey de los Mossis y autoridad moral del país, para calmar los ánimos entre los dos hombres. En un país lleno de personas íntegras, no se bromea con las bicicletas, aseguran los locales.

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En la línea del ciclismo africano en general, el Tour de Faso todavía está lejos del nivel profesional europeo o estadounidense. Solo la Tropical Amissa Bongo, celebrada en Gabón, puede presumir de atraer a algunos equipos de la talla de Europcar. Sin embargo, el Tour tiene una reputación que le permite llevar a algunas de las mejores naciones del continente como Marruecos, Argelia o Eritrea.

Más que el fervor popular, los equipos buscan los puntos para la clasificación del UCI África Tour, que incluye las treinta carreras que tienen lugar en el continente. "El objetivo es participar en los Juegos Olímpicos del próximo año", comenta Hamza Malek, director deportivo de Argelia, el país que lidera la clasificación de naciones.

Lo mismo opina su homólogo marroquí, cuyo equipo ocupa la segunda plaza en la clasificación: "Es una carrera del calendario UCI, y no nos podemos permitir el lujo de no participar", dice Bilal Mohamed. Ya estamos seguros de poder enviar ciclistas a los Juegos Olímpicos, pero el Tour de Faso es uno de los últimos de la temporada, y queremos mantener nuestro lugar en el podio".

Aunque los corredores de Burkina Faso no queden los primeros, siguen siendo los que más éxito tienen en la prueba. Para ellos, el éxito del Tour es una manera de conseguir más visibilidad en el mundo del ciclismo. Para llegar hasta aquí, Abdoul Aziz Nikiéma, ganador en el 2013, ha entrenado fuera del país, sobre todo en los centros de formación de la UCI en Suiza y Sudáfrica.

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"Los corredores africanos se ven obligados a ir a estos centros si quieren ser más eficientes", explica Nikiéma. Este verano, también realizó parte de su pretemporada en Bretaña. "Yo corría en primera clase y en las carreras de élite. Fue muy duro mantener el nivel a cada carrera. Pero enfrentarse a los mejores es precisamente la mejor forma de mejorar", argumenta.

Cuando regresa a correr en el país, Nikiéma no oculta su placer al ver a los europeos sufrir bajo el sol de Burkina Faso. Joscha Weber, del equipo alemán —uno de los dos equipos europeos, juntamente con Suiza— prefiere reír: "Hace demasiado calor, las etapas son súper largas y las carreteras son un lío. Si somos capaces de terminar el Tour ya será un muy buen resultado".

El periodista Joscha está haciendo un reportaje para un canal de televisión alemán y admite que está impresionado por el entusiasmo de la gente que conoce durante el Tour. "Es increíble, en cada pueblo veo niños saliendo de la escuela corriendo para aplaudir a los ciclistas. Como periodista, he visto muchas carreras, pero nada como esto. Nunca", asegura.

Este año, además, la carrera tiene un sabor aún más distintivo. Hace unos meses, una revuelta popular derrocó al presidente que llevaba gobernando 27 años, Blaise Compaoré; un golpe de Estado abortado pospuso las elecciones presidenciales y legislativas. Para algunos, este Tour tiene virtudes extra-deportivas.

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"El Tour de Faso finalmente nos permite respirar y cambiar nuestras ideas", dice Néstor Ouédraogo durante la segunda etapa. En Ziniaré, Mathias Sorgo recupra la respiración y habla de nuevo: "Recientemente, Burkina Faso ha pasado por momentos difíciles", susurra el ciclista. "Hoy tal vez no haya podido ganar la carrera, pero si he aportado un poco de alegría a la gente. Ya es algo", dice, y sonríe.