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Lo que aquí tenemos que preguntarnos es si solamente ha caído una de las publicaciones clave en la normalización de la sexualidad en occidente o si ha sido una forma de vida lo que acaba de desintegrarse por completo.No sé si es algo de lo que enorgullecerse pero este es el adiós definitivo a los trueques de revistas porno en las escuelas, a las páginas pegadas, a la fascinación estética del cuerpo femenino desconocido, al peligro de ser descubierto, a las "fundas falsas" hechas con cómics de Marvel y DC.La muerte definitiva de esta bella danza de elementos frente a la fría y cómoda oferta digital. Y es que el dorso de un smartphone es mucho más sutil que la contraportada de una revista porno, el "Alt+Tab" mucho más cómodo que enterrar un compendio de papeles arrugados bajo la almohada y la "nueva pestaña de incógnito" supera con creces ese momento de entregarle al quiosquero el periódico, el Muy Interesante y una despistada revista de tetas.Lo práctico nos ha despojado de esa nostalgia de la que vivía el porno en papel. Sí amigos, Playboy considera que a partir de marzo ya no quedará nadie vivo que quiera consumir erotismo en ese viejo formato; la era de los hombres de la vieja escuela ha terminado, el armageddon definitivo. A partir de ahora las viejas historias de revistas que se rolaban entre grupos de 30 morros se sustituirán por otro tipo de narrativas que comprenderán nuevos personajes y un nuevo anecdotario. Ni mejor ni peor, pero el pasado ha quedado, irremediablemente, enterrado.No lo sé, puede que incluso sea algo bueno. Ahora todos esos hombres dignos que leían Playboy por sus interesantes artículos ya no serán puestos en duda, pues no debemos olvidar que por este panfleto han pasado grandes escritores como Kurt Vonnegut, Joyce Carol Oates o Vladimir Nabokov. Sin duda lo interesante nunca ha estado en las tetas. Y que conste que esto es algo que digo en general, no solamente en el caso de esta revista, ¿o no?