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Pero a pesar de que algunos movimientos feministas empiezan a asomar, la violencia contra las mujeres persiste en Kenia, entre ellas la violencia sexual. Según el último informe de Amnistía Internacional, la mutilación sexual femenina, prohibida expresamente en una ley del 2011, se sigue practicando en varias zonas del norte del país y entre las comunidades étnicas masai, kisii y kuria. La situación se agrava cuando estas mujeres viven en asentamientos, por ejemplo, a las afueras de Nairobi –los conocidos "slums"– donde se juntan aproximadamente unos 2 millones de habitantes. Más de la mitad de la población de la capital vive en barracones precarios sin condiciones mínimas de salubridad. "La propia falta de vivienda ya constituye en sí misma una forma de violencia", asevera Dani Vilaró, uno de los portavoces de Amnistía Internacional. "Los slums son un caldo de cultivo para la violencia machista. Muchos de los ataques se producen cuando las mujeres van al lavabo", apostilla.En medio de este contexto, el deporte es un buen canalizador para el cambio social. Algunas mujeres han decidido subirse al ring. El fenómeno de las Boxing Girl, clases de boxeo para chicas jóvenes de los 'slums', es un ejemplo de cómo se usa el ejercicio físico para intentar desterrar viejos estereotipos. Bajo el lema "Strong girls, safe communities", esta asociación pretende empoderar a las mujeres tanto física como motivacionalmente. En una línea similar, los Masai Cricket Warrior se reúnen de forma altruista para impartir clases de críquet en escuelas primarias o secundarias de poblados masáis desfavorecidos. Su objetivo es concienciar a chicos y chicas sobre prevención sexual,discriminación femenina opreservación del medioambiente. "Recibir o no un tipo de educación muchas veces puede marcar la diferencia; en cambio, el deporte es un grandísimo igualador y puede servir como agente de cambio", afirmó Javier Triana a VICE.Aunque Kenia tiene una tasa de alfabetización considerada "alta" en el contexto de África –83,2% en hombres y 81,6% en mujeres, según datos de UNICEF, parte de la generación joven y formada de Kenia aún conserva ideas propias de otra época. Es el caso de Lilian Naserian, de 23 años y estudiante de Educación en la Universidad de Nairobi a través de un programa de becas de la ONG española The South Face. Para Lilian, el movimiento de #MyDressMyChoice ha sido una forma de sensibilizar sobre la lucha por los derechos de la mujer, pero luego se sincera y añade: "Aunque las mujeres keniatas no deberían olvidar que somos africanas y tenemos que respetar nuestras reglas y normas, ya que todas las sociedades están guiadas por sus reglas y normas". Pensamientos como los de Lilian son una muestra del largo camino que aún queda por recorrer, y que tiene que ver con un proceso "largo y de transición en un país tradicionalmente violento, machista y corrupto", concluye Bondhet.