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Opinion

La burla de Alejandra Azcárate a un japonés también es una forma de unirnos

OPINIÓN | ¿Qué dice de nosotros los colombianos ese odio tan uniforme hacia un personaje tan pequeño?
Captura de pantalla vía Instagram @laazcarateoficial

Vuelve y juega. Nuestra niña terrible del standup comedy volvió a dar razones para que los colombianos la detesten con fuerza: sí, todos juntos, un solo país unido en el odio por la Azcárate. Un país que se rehúsa a unirse para cualquier otra cosa. A algunos se les va la mano en la crítica, como quienes piden, por dicho acto, poco menos que la pena de muerte (lean este artículo si no me creen); otros simplemente le dan palo porque no es chistosa (alguna gracia tiene, aunque nadie se ríe a carcajadas).

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Alejandra Azcárate, señores y señoras que aún no abren redes este lunes, subió un video a su cuenta de Instagram en el que, desde un apretado asiento de avión, le dice a sus seguidores que todo bien, que se dirige a Estados Unidos y que está feliz… Pero, lo aclara, le tocó de compañero de asiento a un pobre japonés que no entiende una gota de español, un cristiano cualquiera con "una chucha que yo no les puedo explicar". Sigue, Alejandra, despertándolo además: "parece que el man se hubiera echado de desodorante un roll on de cebolla".

Luego en inglés le pide excusas por haberlo despertado y le pregunta que de dónde es. Él responde que de Japón. No lo confronta en lo más mínimo, por supuesto, no le dice que tiene una chucha de padre y señor mío, y en eso, me parece, representa la cobardía altanera de este pueblo colombiano. Observen.

Alejandra Azcárate es muy rara. En una entrevista con La Tele Letal dice que creó esa personalidad para vencer su abrumadora timidez. Bueno, Alejandra, pues creaste un engendro que, aparte de representarnos (allá estás en Estados Unidos), nos une. Nos une en el odio que le tenemos. ¿Recuerdan la vez que criticó a las mujeres gordas? ¿Y recuerdan esa ola impresionante de indignación ciudadana que se levantó?

Es muy rara esta reacción de seis mil tweets que genera una persona que, sí, hace un comentario antipático ridiculizando a un extranjero, pero ya: no hace nada más. No sé qué pueda decir de nosotros los colombianos, que nos fijemos con tanta atención en tremenda pequeñez. ¿O no lo es? ¿Es este el acto que representa mejor todo lo que está mal con nosotros? ¿Tenemos que hilar fino y condenar en manada que diga que un japonés tiene chucha? Lo cierto es que nos une, como dice Wally, sin distinción política, de etnia o religiosa. No sé, por otra parte, si en el fondo todos somos Alejandra Azcárate. De pronto. De pronto por eso es que nos une en un frente común de auto odio que sugiere soluciones drásticas. O la mejor solución: no pararle bolas. Pero aquí estamos nosotros con artículo publicado.

En fin. ¡Gracias, Aleja! Nunca cambies.