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Música

Colombia 2066: Según Lunate, en 50 años David Bowie volverá por nosotros en una nave espacial

En nuestra nueva aventura editorial, el productor revelación de la electrónica colombiana visiona un país lleno de amor y empatía, pero en el que el agua limpia será un recurso para los que tienen plata.
Arte por Daniel Senior.

En la primera entrega de nuestra nueva aventura editorial, el productor revelación de la electrónica colombiana visiona un país lleno de amor y empatía, pero en el que el agua limpia será un recurso para los que tienen plata. Aquí les van las predicciones del bogotano.

En 50 años, la guerra y el conflicto serán un capítulo que los colombianos no olvidaremos, pero que dejaremos de llevar como símbolo patrio. Habremos entendido que la sangre debe dejar de hacer parte de nuestra identidad como país para que la violencia deje de perseguirnos como sombra.

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Por lo tanto el rojo desaparecerá de la bandera.

Luego de años de deterioro ambiental persiguiendo el tan anhelado oro (y demás minerales), empezaremos a valorar nuestros verdaderos tesoros. Por eso reemplazaremos el amarillo con el verde, un color consecuente con la verdadera riqueza colombiana: la biodiversidad. En cincuenta años habremos adoptado símbolos de orgullo más compatibles con la realidad del país. Por eso, la bandera tendrá una franja verde entre dos azules, hablando de la riqueza y el potencial de nuestra tierra. Adicionalmente, desde el lado izquierdo, nacerá un triángulo blanco que se proyectará hacia la derecha, simbolizando una sociedad que apunta hacia el futuro, con todo por escribir.

Nuestro escudo será una representación muy verídica de lo que es el país, no como el actual, que por ejemplo sigue mostrando a Panamá cómo parte del territorio, uno que responde a la visión de unos pocos que no tuvieron a la pluralidad en cuenta, estará alineado con nuestras circunstancias. Será un recordatorio de que los colombianos somos hermanos y hemos decidido dejar de matarnos. Por eso mantendremos al cóndor, pero éste ya no estará en reposo, sino volando, para representar a una libertad real, no sólo escrita. Habremos eliminado las referencias bélicas y las reemplazaremos por un libro abierto, símbolo de memoria. También tendremos una pluma que representará la oportunidad de escribir un futuro diferente. Finalmente, los cuernos de la abundancia estarán vertiendo su contenido sobre todo el país, ayudándonos a recordar que esa abundancia nos pertenece a todos.

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En vez de "Libertad y Orden" nuestro lema será "Memoria y Libertad", ya que dejaremos de olvidar. Nuestro pasado y nuestra historia serán el mapa de ruta social que nos indicará qué caminos tomar para evitar volver a la guerra, para escoger mejor a nuestros dirigentes, para valorar nuestra diversidad y para encontrar amor desde nuestras diferencias. La libertad, después de 50 años, será en serio. No estará reservada solo para quienes lleven dinero o una biblia bajo el brazo. La generación del 2066 habrá reemplazado el miedo por la empatía, permitiendo crear un tejido social donde prime la tolerancia y se celebre la diversidad.

En 50 años, el sistema político no habrá cambiado mucho. Sin embargo, los colombianos seremos más responsables a la hora de elegir nuestros dirigentes. Buscaremos candidatos que vengan de trasfondos diferentes, las familias protagonistas de la política colombiana habrán perdido influencia con la llegada de caras nuevas que favorezcan la reducción de la desigualdad socioeconómica. Así, el capitalismo empezará a perder fuerza y el sistema empezará a adoptar estructuras influenciadas por el socialismo.

El gran cambio, sin embargo, será que la iglesia perderá su influencia en la política. Cada vez más los colombianos empezaremos a exigir que las creencias espirituales de algunos no impacten la cotidianidad de los demás. La desarticulación de la narrativa religiosa de las esferas públicas creará nuevos escenarios de debate frente a asuntos cómo los derechos de la comunidad LGBTI y el aborto. Se favorecerán los derechos de las personas frente a los moralismos de unos pocos.

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En 50 años, mucha de la tierra será del mar. Muchas ciudades costeras habrán perdido mucho de su territorio al agua y muchas otras se habrán perdido del todo. La situación ambiental habrá afectado las dinámicas sociales, llevando a muchas comunidades a relocalizarse en zonas más altas o al interior del país.

Habrá aumentado la población urbana. Las ciudades más pequeñas habrán fortalecido su infraestructura, volviéndose un destino más atractivo que muchas de las ciudades más grandes. Las labores agrícolas se habrán automatizado reduciendo los costos operativos y haciendo cada vez más innecesaria la intervención humana, aumentando el éxodo hacia las grandes urbes.

Será cada vez más fácil monitorear la tierra: de quién es y qué se está haciendo con ésta. Por lo tanto, habrá una repartición más igualitaria, los colombianos podremos exigir una mejor distribución pues el territorio dejará de ser abstracto y se hará más difícil esconder a los propietarios.

Por otro lado, mucho de nuestro territorio estará en manos extranjeras.
Tanto corporaciones cómo individuos independientes habrán puesto su ojo en Colombia y habrán venido a comprar tierra con diferentes fines. La visión extranjera frente al potencial de nuestro territorio seguirá despojando a los colombianos de su tierra y fortaleciendo economías extranjeras.

Sin embargo, seremos una sociedad más consciente y dispuesta a manejar la tierra de manera más responsable; a pesar de esto, decisiones pasadas nos dificultarán el tomar acciones frente al territorio.

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*** En 50 años, finalmente reconoceremos el valor de nuestra flora y fauna por encima de los intereses comerciales. Sin embargo quedará poco territorio apto y disponible. Nuestro ecosistema, a pesar de la conciencia de los colombianos del 2066, estará sufriendo las consecuencias de las acciones que tomó esta generación.

Diferentes programas de conservación estarán en marcha y habrá una lucha por recuperar la flora y fauna del país. El medio ambiente habrá dejado de ser una narrativa usada para ganar votos. El deterioro ecológico habrá afectado las dinámicas del país y contrarrestar esta realidad se volverá prioridad en la agenda nacional.

Nuestra flora y nuestra fauna estarán débiles, pero tendremos de nuestro lado la conciencia y mejores herramientas para proteger nuestro ecosistema. En el 2066 estaremos buscando maneras de cuidar lo que nos queda y de reparar los daños a nuestro medio ambiente.

*** En 50 años, las consecuencias del calentamiento global habrán pasado de ser teorías a hechos reales que impactarán a fondo la cotidianidad colombiana. Las condiciones climáticas del país habrán vuelto sectores de Colombia inhabitables, ya sea por inundaciones, por deterioro de la tierra o incremento de la temperatura. La pérdida de territorio, junto con el incremento de la población aumentarán la demanda por recursos. Nuestros sistemas productivos habrán sido afectados por los mismos factores y nos será cada vez más difícil proveer alimento y acomodación para una población creciente.

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El impacto del calentamiento global nos afectará a todos por igual, esto romperá las burbujas sociales y de pensamiento que permiten a tantos colombianos desviar su mirada en tiempos de crisis. Las circunstancias nos obligarán a generar empatía y cambio, a buscar dirigentes más calificados y a sumarnos a las iniciativas de cambio.

No habrá lugar para la apatía.

*** En 50 años, en línea con la nueva conciencia causada por las circunstancias medioambientales del país, no solo tendremos la tecnología sino la disposición para comprometernos con la recuperación de nuestros recursos hídricos. El gran avance será que por fin recuperaremos el río Bogotá.

*** En 50 años, David Bowie regresará por nosotros en su nave espacial. Ojalá…

La rumba se habrá diversificado y democratizado aún más. La gran burbuja de house y techno que existe actualmente se habrá dividido en subgéneros más y más especializados. Se abrirán espacios para que propuestas más experimentales, como por ejemplo el noise y el power ambient se desarrollen mejor y puedan cultivar una audiencia y una voz propia.

El monopolio de promotores irá perdiendo cobertura frente a plataformas autogestionadas por artistas que habrán empezado a buscar campo en las ciudades. Esto permitirá que las nuevas generaciones desarrollen un criterio propio frente a la oferta cultural en el país. Teniendo un abanico más amplio de propuestas musicales, las personas ampliarán su gusto y valorarán las visiones diferentes en vez de buscar que todas entren en el mismo molde.

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Las fronteras entre disciplinas artísticas se nublarán cada vez más. Salir de fiesta se volverá una experiencia con muchas más aristas. Las propuestas audiovisuales saldrán de los museos y de los festivales para volverse comunes en espacios pequeños e íntimos. Las nuevas visiones de artistas de otras disciplinas abrirán espacios a rumbas que integren diferentes personas, diferentes horarios y diferentes lugares.

Colombia tendrá un circuito más amplio de clubes y artistas, las ciudades pequeñas se volverán destinos cada vez más comunes. Estos nuevos destinos diversificarán la agenda de los artistas locales, aumentando sus ingresos y ofreciendo mejores posibilidades para personas que viven solo del arte. Este fenómeno se amplificará a lo largo de Suramérica, creando nuevas rutas de gira en la región.

*** En 50 años, con algunas excepciones, la industria musical seguirá persiguiendo tendencias y creando productos de vida corta. Por lo tanto pocas propuestas lograrán sobrevivir a los años, como la música de, Fruko y sus tesos, por ejemplo; sin embargo, muchas de las propuestas actuales como Bomba Estéreo o Systema Solar se mantendrán vigentes y sus canciones se volverán clásicos.

Sin embargo, el gran clásico seguirá siendo "Tolú" de Lucho Bermúdez.

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En 50 años, las interacciones en ámbitos digitales se volverán cada vez más complejas y trascenderán las dinámicas actuales de compartir contenido y chatear. Los adolescentes podrán acceder de manera realista y en tiempo real a experiencias virtuales inmersivas que los abstraerán por completo la realidad física en la que viven.

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Espacios 100% virtuales e interactivos, fuera de las reglas y límites del mundo real, serán frecuentados por personas de todo el mundo. Los límites físicos serán eliminados y las personas podrán acceder a contenidos y experiencias que antes solo podían ser alcanzada en un avión. Las interacciones serán personalizables y aquellos con visiones similares podrán encontrarse sin importar su ubicación física. Los planes tendrán un protagonismo digital tan real, que no podrán equipararse a la típica experiencia offline.

*** En 50 años, nuestra gastronomía seguirá resistiendo el paso del tiempo. Al igual que hoy, será difícil escoger entre un ajiaco o una bandeja paisa. La mezcla cultural con la llegada de extranjeros al país generará nuevas expresiones culinarias. Las arepas venezolanas, por ejemplo, se volverán más comunes, y cada vez tendremos a más colombianos celebrando acción de gracias en noviembre.

*** En 50 años, conocimientos sobre agricultura, sostenibilidad y medio ambiente serán los más relevantes en un época de poco acceso a recursos naturales. Las personas capaces de entender y potenciar los sistemas productivos del país, y aquellos con el conocimiento para preservar el ecosistema serán los más valorados.

*** En 50 años, la mujer será la salvación. Para el 2066 ya habremos entendido que salir del modelo machista y patriarcal no solo beneficiará a ellas, sino que significará una liberación enorme para todos. En esta misma línea, las nuevas generaciones tendrán acceso a diferentes formas de pensar, no solo a las estructuras pre existentes y anticuadas. La igualdad de género y la empatía hacia comunidades con enfoques diferentes hacia la vida serán parte intrínseca de la visión de los colombianos del 2066.

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En 50 años, en términos de estratificación social seguirán existiendo los mismos números del 1 al 6 que continuarán simplificando y deshumanizando las complejidades sociales que coexisten en un país; sin embargo, la verdadera estratificación se verá en el acceso a los recursos. Las personas con más dinero tendrán más acceso a agua limpia mientras que en sectores más humildes el agua será estrictamente regulada. Los territorios más altos, que conservarán atributos climáticos más cómodos y estables, serán habitados por las personas más adineradas. Las propiedades con mayor espacio darán cuenta del estrato de las personas, mientras que en sectores más humildes el crecimiento poblacional y el éxodo a las ciudades reducirá cada vez más el espacio de las viviendas. Así mismo, productos que se volverán exóticos con el calentamiento global, como el chocolate, se volverán exclusivos para las clases con mayor poder adquisitivo.
*** En 50 años, el ejército será cada vez menos visible y sus apariciones públicas estarán restringidas a desfiles y actos simbólicos. En cuanto a la policía, todavía seguiremos preguntándonos para qué sirven.

*** En 50 años, la marihuana se habrá legalizado y existirá una industria formal, se comercializará y consumirá libremente. Así mismo, caerán tabúes sociales frente a su consumo y más personas la incorporarán a su cotidianidad, aumentando su popularidad. Adicionalmente, la industria de las drogas sintéticas seguirá generando nuevos y más complejos compuestos químicos; sin embargo, la gran innovación llegará cuando se complemente la droga con la realidad virtual. Las personas podrán amplificar sus experiencias virtuales con drogas especializadas y viceversa. También existirán drogas virtuales que afecten a las personas sólo cuando estén participando en una experiencia tecnológica.

*** En 50 años, las leyes estarán enfocadas en regular la vida virtual de las personas. Como la innovación tecnológica se dará en contextos privados, los gobiernos tendrán que esforzarse por mantenerse al día con los avances. Por lo tanto las leyes nuevas serán un esfuerzo por traer las dinámicas virtuales a un contexto legislativo.

*** En 50 años, probablemente estaremos exportando algún recurso valioso, cómo el agua de nuestros manantiales. Igualmente nuestro arte.

*** En 50 años, el deporte seguirá siendo el punto de contacto para unir a Colombia bajo un propósito común, sin importar trasfondos socioeconómicos. Por lo tanto, el héroe nacional seguirá viniendo de ésta esfera y probablemente será el nuevo director técnico de la selección o un ciclista que suba una montaña imposible *** En 50 años, el modelo de familia será diverso. Se dejará de entender a la familia bajo parámetros bíblicos. Habremos aceptado la complejidad de las relaciones humanas. Aprenderemos a traducir nuestras diferencias a empatía y no a miedo. Lo que tendrán nuestras familias en común será el amor y no el género. *** En 50 años, la gran fiesta nacional conmemorará el día que Uribe por fin se calló.

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Juan Manuel Cortés AKA Lunate, es uno de los nombres con mayor proyección de la electrónica local. Estuvo presente en la primera edición de Boiler Room Colombia, representó al país en la edición 2017 del Red Bull Music Academy en Montreal y se estará presentando en el Sónar 2017. Síganle el ritmo por acá.