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Cultură

Mi primera vez en el club

En Hollywood, sin ser famosa.

Fotos por Nate Miller.

El pasado fin de semana, tuve un tour de clubes en Hollywood, California. Nunca antes había estado en "ese club". Ni en ningún otro. Lo cual me imagino resulta evidente por el hecho de que me refiero a “el club” como “el club”.

Hollywood es, deja de lado tu incredulidad, superficial. En ningún lugar es esta triste y solemne realidad más evidente que en "el club".

Harris, el amable joven que dirige el tour de clubes al que me uní, me explicó: "Si eres una chica guapa en Hollywood, la gente te da cosas. Si sales con tus amigas, pero no con las más candentes del lugar, ésta es una manera de pasar un buen rato”. Por "ésta" se refería al Club Crawl Hollywood, compañía de la cual él es co-propietario y organizador.

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Por una módica cantidad, el Crawl ofrece a personas como tú y yo una "noche legendaria en Hollywood", con acceso sin restricciones a cuatro clubes diferentes sin indignantes gastos adicionales, largas líneas de espera, ni la humillación de ser juzgada por tu apariencia. Mientras Harris hablaba, miré a mi alrededor. Nadie en mi periferia era particularmente "sensual", pero definitivamente no eran unos monstruos. Sin embargo, pronto me di cuenta que en el contexto del lugar a donde nos dirigimos (un antro temático a una cuadra del Hollywood Boulevard), bien podrían haber sido el Hombre Elefante.

¿Quieres entrar a "el club" sin ayuda de alguien como Harris? Prepárate para una experiencia sumamente degradante. Por lo general, hacer una reservación para un club de Hollywood por internet implica enviar un link a tu perfil de Facebook. Si eres "guapa", estás en la lista. Si no lo eres, entonces… no.

¿Quieres simplemente llegar a "el club" con tu séquito de bros? A menos de que seas un jugador de primer nivel como Kobe Bryant, tendrás que pagar un cover y comprar una botella, lo que te puede costar entre 300 y tres mil dólares. ¿Noche de chicas? Espero que no te importe dañar tu ego de manera irreparable (y la amistad que compartes con tus amigas de la fraternidad) cuando sólo le permitan la entrada a las más guapas de ustedes.

"El club" no tiene vergüenza. "El club" es implacable. El dinero, sin embargo, es el gran ecualizador norteamericano. Dale tu dinero al Crawl, en lugar del antro, y ellos te darán personalidad a cambio.

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¿Quieres saber cuánto dinero se necesita para que te traten como un ser humano? 20 dólares. Veinte. Putos. Dólares. Se necesitan 20 míseros dólares para evitar un daño irreparable a tu autoestima. Damas y caballeros, el Crawl está haciendo el trabajo del Señor. Perdón, estarían haciendo el trabajo del Señor, si el Señor existiera. Pero estoy casi segura de que no existe, porque ningún Dios en su sano juicio dejaría que un establecimiento conocido por su “mundialmente famoso show de baño” se saliera con la suya.

Harris creció en una granja de caballos, esto lo entrenó para su carrera actual. Tenía 150 clientes esa noche, y es su trabajo llevarlos de club en club. El número de personas que llegan al cuarto y último club es de alrededor de 70 por ciento, más que nada porque cuando la gente llega a Boulevard3 [sic], sede del festival de duchas antes mencionado, ya "no se quieren ir".

Yo no quería ni empezar. A las 10 PM del sábado, entré al primer lugar en la lista, un "gastropub" (suspiro) en Cahuenga. "We Found Love" de Rihanna a un volumen que me pareció agresivamente fuerte; pronto descubrí que “agresivamente fuerte” es en realidad un “volumen moderado” para este grupo demográfico. El coro, algo sobre "buscar el amor en un lugar sin esperanza", me  pareció apropiado.

Jóvenes entusiasmados con los ojos bien abiertos tomaban shots y gritaban hasta el olvido. Asumí que estaban ahí para encontrar el amor. En el peor de los casos, una manita en los oscuros recovecos de la discoteca sería suficiente. Sin embargo, la probabilidad de encontrar el amor en ese lugar, era casi como esperar encontrar a Joseph Kony ahí dentro.

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Una despedida de soltera decadente con vestidos negros apretados, rebotaba al ritmo de "Milkshake" de Kelis y miraba sus celulares. Un grupo de jóvenes torpes cuyo estilo decía a gritos: "estudiantes de ingeniería", fumaban puros en el patio, el humo flotaba sobre los rostros de una pareja que bebía sangría y su bebé dormido. Varias mujeres con traseros inmensos portaban cinturones, diademas y brillantina de forma desvergonzada. Harris insistió que nos termináramos nuestras bebidas. El recorrido había comenzado.

Uno por uno, el ganado humano de Harris salía en fila del gastropub. Un indigente instalado justo frente a la salida fue ignorado en masa por la cabalgata de borrachos bailando. La banqueta impregnada con el abrumador aroma de lociones de precio moderado. Un hermano detrás de mí susurró con asombro a su amigo: "Todas estas perras altas", dijo maravillado. "Dios".

La primera parada fue Couture, el antro temático. Una máquina de humo retumbaba en la esquina de la pequeña habitación. Las meses estaban vestidas con pantalones cortos y tops horripilantes [léase: fuera de moda], y cargaban con un walkie-talkie en el escote. Profesionistas jóvenes y arrítmicos rebotaban al ritmo de la no-música, con letras que expresaban el deseo del cantante por innombrables partes del cuerpo. Una mujer frunció el ceño mientras esperaba a que un hombre le sirviera un trago de la botella de 450 dólares que acababa de comprar. Estaba aburrida desde que entré al lugar. Sin embargo, no estaba borracha.

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Después de Couture, pasamos a Boulevard3 [sic]. En una escena en la que los clubes tienen una vida aproximada de seis meses o menos, el hecho de que Boulevard3 [sic] lleve abierto desde 2006 es una anomalía. El lugar debe ser muy bueno, pensé. Bueno es un concepto relativo.

Lo primero que escuché al llegar fue a Lil Jon gritándome por el altavoz. Lo primero que vi fue a una mujer en ropa interior revolcándose en una alberca de burbujas. Se sometía a una infección segura sólo para entretenerme. Doy gracias por el esmero.

En el interior, una mujer llena hasta los dientes de sueños, se agitaba en el enorme escenario. Un hombre con zancos y una fedora se retorcía junto a ella. Apareció un hombre sin camisa y comenzó a retorcerse de manera todavía más agresiva. El público enloqueció.

Pagué 11 dólares por un gin tonic. La chica burbuja me dejó subirme al columpio. No llegué al cuarto lugar.

A pesar de todo esto,

me divertí

.

@bornferal