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Motherboard: Cómo las grandes farmacéuticas engancharon a Estados Unidos con la heroína legal

Mintieron sobre los verdaderos efectos del OxyContin y nadie fue a la cárcel.

Frank Morris tenía sólo 23 años cuando terminó en rehabilitación. Pero ya llevaba tiempo siendo un yonqui y fumando crack en las calles de San Francisco, y casi pierde su brazo izquierdo metiéndose una dosis completa de heroína en las arterias. Me cuenta que la droga que lo inició en ese camino, que lo llevó de un adolescente mariguano en el sótano de sus padres a un joven heroinómano en un departamento sucio, fue el OxyContin, un medicamento para el dolor que ha resultado ser increíblemente eficiente, y peligrosamente adictivo.

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Matthew empezó a tomar pastillas para el dolor (Percocet, después OxyContin) cuando era un adolescente. Su padre estaba luchando contra el cáncer, así que siempre había narcóticos disponibles en su casa. En unas vacaciones a Florida, no pudo llevar consigo las pastillas a las que su cuerpo se había vuelto dependiente. En la cima de su adicción, Matthew tomaba nueve pastillas de 80mg al día; una dosis total de 720mg al día. Se las compraba a una amiga a quien le recetaban 300 al mes por sufrir de fibromialgia, un síndrome en el que la persona sufre de dolores de largo plazo y en todo el cuerpo, así como mayor sensibilidad en las articulaciones, los músculos, los tendones y otros tejidos suaves. Me contó sobre su confusión por sus síntomas de abstinencia: vómito, dolores, sudoración, dolores de cabeza. Pensó que tenía un resfriado muy fuerte. Fue al hospital porque se sentía muy mal, pero no fue honesto con el doctor sobre su abuso de drogas. Los doctores estaban confundidos por sus síntomas, e incluso le aplicaron una punción lumbar para investigar. Después de dejar el hospital, tomó algunas pastillas y sus horribles “síntomas de resfriado” desaparecieron milagrosamente.

Courtney, de 28 años, ya era una adicta experimentada a sus 17. Cuando superó su adicción a las metanfetaminas y salió de la clínica, probó el OxyContin, creyendo que sería más fácil de controlar. Le encantó. Dos meses después lo estaba tomando todos los días, y se ponía extremadamente grave cuando no podía encontrarlo. En una secuencia de eventos parecida, pasó de inhalar a inyectarse Oxy, y después a inyectarse heroína cuando no podía encontrar Oxy. Compró un bloc de recetas médicas en el mercado negro, y empezó a falsificar prescripciones de Oxy para saciar su hábito. Eventualmente la atraparon llenando una receta falsa en una farmacia local. Terminó por desintoxicarse en una celda en prisión.

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En abril próximo, expira la patenta para la fórmula original de OxyContin; lo que suceda después dependerá, en gran medida, de lo que ya sucedió. Y ha sido un desastre.

El ingrediente activo detrás de la droga oxicodona, no es nada nuevo. El compuesto fue sintetizado por primera vez en Alemania en 1916. La patente sobre el medicamento expiró mucho antes de que Purdue Pharma, una compañía farmacéutica con base en Stamford, Connecticut y líder en la industria de los medicamentos para el dolor, comenzara a venderlo en 1996. La genialidad de esa continua incursión de Purdue en los medicamentos para el dolor (ya habían producido versiones de hidromorfona, oxicodona, fentanilo, codeína e hidrocodona) tenía dos partes. No sólo crearon una droga con un compuesto ampliamente disponible, sino que básicamente lograron repatentar el ingrediente activo con la inclusión de un efecto de liberación prolongada. Antes de los noventa, los opiáceos fuertes no eran tan fácilmente recetados por enfermedades crónicas medianamente dolorosas: los tipos de drogas más fuertes estaban reservados para la gente que estaba muriendo. Pero Purdue no sólo consiguió incluir su mecanismo de liberación prolongada en la patente para OxyContin. También iniciaron una fuerte campaña publicitaria, en la que aseguraban que su droga era única gracias a este mecanismo, lo que implicaba que era tan difícil abusar de ella que el riesgo de volver adicto era de “menos del 1%”.

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Para reafirmar la reputación de la marca entre los doctores, Purdue organizó más de 40 conferencias para el manejo del dolor y entrenamiento de oradores en diversos resorts en Florida, Arizona y California, entre 1996 y 2001. Invitaron a más de cinco mil doctores, farmaceutas y enfermeras a estos simposios con todos los gastos pagados. Muchos fueron reclutados y entrenados para el Consejo Nacional de Oradores de Purdue. Purdue ofreció cupones para probar su medicamento por hasta 30 días, una práctica muy común entre las compañías farmacéuticas, la cual usan con todos sus productos, desde medicamentos para la piel hasta anticonceptivos. OxyContin se convirtió en un éxito entre los doctores de la noche a la mañana, muchos la veían como una droga maravilla en la lucha contra los efectos debilitadores de los dolores crónicos. Conforme la buena nueva se extendía, las ventas se elevaron de 40 millones de dólares en 1996 a más de mil millones en 2001, superando incluso al Viagra.

Mientras tanto, la campaña de Purdue que buscaba ampliar el uso de narcóticos fuertes para tratar enfermedades crónicas (para las cuales se han detallado extensamente los beneficios de la droga) resultó muy exitosa. Para 2003, más de la mitad de las prescripciones de OxyContin en Estados Unidos habían sido emitidas por médicos de cabecera.

Cualquiera que haya tenido que enfrentar la triste realidad de convivir con un adicto o con un alcohólico aprende una lección muy importante: cuando se trata de obtener y usar sustancias que afecten la mente, los yonquis son las personas más competentes, ingeniosas e innovadoras del planeta. Conozco personas que tomaban aerosol en los centros de desintoxicación. ¿Qué tan difícil fue sacarle la vuelta al mecanismo de liberación prolongada del OxyContin original?

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“El hecho de que pudiera purificarlo”, dice Frank, “me asusta”.

El mecanismo de liberación prolongada era básicamente una capa protectora que podía pelarse con una navaja o disolverse con agua y saliva. Convertir la versión “segura” del OxyContin en una sustancia altamente adictiva era tan difícil como pelar una manzana miniatura. El número de muertes por sobredosis de opioides en 2007 fue tres veces mayor al de 1991. En 2008, este número fue mayor que el número de muertes por cocaína y heroína combinadas. Este año, el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) dice que “la sobredosis por opiáceos resultó en 14,800 muertes; 73.8% de las muertes por sobredosis de medicamentos con receta”.

MERCADOS JÓVENES

Muchas de las pruebas de seguridad realizadas por las farmacéuticas no aplican para menores de 16 años. Para combatir el avasallador número de drogas para adultos recetadas por pediatras a niños, la Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos ofrece incentivos a las compañías que diseñen pruebas específicamente para niños. Uno de estos incentivos es una extensión de la patente por seis meses.

En algún momento del presente año, Purdue Pharma comenzó a pagar a decenas de clínicas en todo el país para que documentaran lo que sucedía cuando se le daba OxyContin a menores. Esta no es la primera vez que la compañía realiza pruebas pediátricas de OxyContin: comenzaron sus pruebas en niños en 2004, pero detuvieron el estudio por supuestas restricciones financieras. Ese año, un tribunal en Manhattan declaró culpable a la compañía por engañar de forma deliberada a agentes federales con la finalidad de retener patentes exclusivas y evitar la salida al mercado de versiones off-label [uso fuera de las indicaciones aprobadas] más baratas de OxyContin.

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Cuando The Daily informó este año sobre las nuevas pruebas clínicas de Purdue, los críticos, y en especial los especialistas en adicciones, preocupados de que se administre una droga altamente adictiva a niños, se preguntaron si las pruebas tenían algo que ver con la fecha de expiración de la patente de Purdue: abril de 2013.

“[Purdue está] haciendo [las pruebas pediátricas] por la exclusividad de la patente, de eso no tengo duda; no es por generosidad”, dijo el Dr. Elliot Krane del Hospital para Niños Lucile Packard, de la Universidad de Stanford a The Daily, en julio. “Eso es importante para su resultado final”. En 2004, Purdue Pharma reportó 1700 millones de ventas brutas anuales de OxyContin. El año pasado, Purdue vendió 2800 millones de dólares.

Aún así, Purdue dijo que los “recursos” eran un problema. “Reiniciamos las pruebas pediátricas faltantes una vez que aseguramos los recursos necesarios para continuar”, dijo James W. Heins, un representante de la compañía. “Estas pruebas son difíciles de llevar a cabo y pueden tomar años”.

Pastillas de OxyCotin de 20mg y 80mg (via)

Sin importar cuáles sean los motivos ocultos de Purdue, y lo peligroso que suene probar OxyContin en niños, las pruebas no carecen de fundamento. A pesar del escepticismo de los críticos, Purdue dice que no está tratando de venderle su droga a los pediatras, un giro que requeriría de una extensa y rigurosa revisión por parte de la FDA. Los doctores ya recetan Oxy de forma regular a los niños que sufren de enfermedades moderada o fuertemente dolorosas, una práctica que carece de información suficiente que prediga los efectos que la droga tiene sobre ellos y las consecuencias a largo plazo. Este fenómeno se llama “uso fuera de lo indicado u off-label”, definido como la práctica de recetar una dosis no aprobada o una vía de administración no aprobada de fármacos para tratar una condición no aprobada, o a un grupo de edad no aprobado”.

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Las farmacéuticas no pueden promocionar sus drogas para el tratamiento de enfermedades que no han sido aprobadas por la Food and Drug Administration (FDA). Pero eso no evita que las recetas off-label sigan existiendo. En Estados Unidos, los médicos reciben altos márgenes por recetar drogas para usos y pacientes no aprobados. El mes pasado, GlaxoSmithKline, la farmacéutica británica transnacional tuvo que pagar una multa de tres mil millones de dólares, la más alta en la historia de la industria, por promocionar el uso off-label de los antidepresivos Wellbutrin y Paxil.

Los niños son un público muy popular para el uso off-label de drogas. Un estudio de 2008 publicado en la revista Academic Pediatrics encontró que 62 por ciento de las visitas ambulatorias al pediatra resultaron en recetas para el uso off-label de una droga. Cuando uno se enfoca únicamente las recetas para medicamentos contra el dolor, ese número se eleva a 86 por ciento. Por lo tanto, las pruebas con niños son algo bueno: sin ellas, no sabemos lo que estas drogas que les están recetando les pueden estar haciendo.

Por su parte, las pruebas pediátricas incluirán a 150 niños entre 6 y 16 años; todos ya se encuentran tomando opiáceos para tratar dolores moderados a severos. Por supuesto, las consecuencias de estudiar cerebros que todavía no están del todo desarrollado, no se conocen por completo. Un estudio  de 2005 por un profesor de la Universidad de Michigan, encontró que los niños a quienes se les recetan opiáceos son más proclives a abusar de las pastillas contra el dolor en el futuro.

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LOS PUNTOS MÁS DELICADOS DE ETIQUETAR DE MANERA INCOMPLETA

Incluso después de una lluvia de críticas por su estrategia de mercado, Purdue Pharma, acorde con las normas de la industria, continúa financiando una campaña publicitaria como si se tratara de un “servicio público”; un programa llamado “Partners Against Pain" [Socios contra el dolor]. Dirigido a consumidores y médicos, este programa lleva 17 años y es una de las principales herramientas de mercado de la compañía, subrayando las virtudes de los medicamentos opiáceos para el tratamiento de dolores crónicos y no malignos, al tiempo que minimiza el riesgo de adicción. Hoy gira en torno al respaldo de celebridades: la actriz Jennifer Gray es su más reciente vocera, y ha aparecido en noticieros locales para promocionar el programa, y en una página que se ha convertido en una mina de oro. Es imposible explicar los engañosos que algunos de los “hechos” han resultado ser a lo largo de los años.

Aunque lo opiáceos pueden ser abusados y pueden llevar a la formación de hábitos, la experiencia clínica demuestra que la adicción a opiáceos usados legítimamente para el control del dolor es muy extraña… En pruebas realizadas a casi 25 mil pacientes sin un historial de dependencia, hubo sólo siete casos de adicción iatrogénica.

Impresionante, ¿cierto? Para un médico que está considerando recetar opiáceos para tratar dolores crónicos no malignos, ¿un índice de adicción de 0.028 por ciento no te parecería un riesgo extremadamente bajo?

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Si rastreas esta afirmación hasta la literatura original, encuentras que esta “información” proviene de tres “estudios”. El primero de ellos, en realidad no fue un estudio. Era una carta al editor del New England Journal of Medicine escrita en 1980, en la que reportaba que de 11,882 pacientes hospitalizados que recibieron al menos un narcótico, sólo hubo cuatro casos “razonablemente documentados de adicción”. Cabe resaltar que la administración de narcóticos para el dolor ocurrió en pacientes con dolores agudos dentro de un hospital, y por lo tanto, incluir esta estadística en los recursos diseñados para informar sobre los efectos en el largo plazo de la prescripción de narcóticos fuera de un hospital es engañoso. (A pesar de estar citada en revistas académicas 635 veces, no había un resumen disponible en la versión en línea de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos).

Otra de las fuentes aquí resumidas, Drug Dependency in Patients with Chronic Headaches [Farmacodependencia en pacientes con dolores de cabeza crónicos], es un estudio de 2,369 con dolores de cabeza. Sin embargo, únicamente 62 pacientes fueron incluidos en el estudio de farmacodependencia, ya que llevaban al menos seis meses tomando medicamentos de manera frecuente. De estos 62, sólo 23 estaban tomando narcóticos. De estos 23, se creía que sólo tres estaban abusando de dichos narcóticos.

Al revisar la página de la FDA, el Dr. Art Van Zee concluyó en 2001 que Purdue había “sobrevendido los beneficios de la terapia con opiáceos para tratar dolores crónicos no malignos, así como proporcionar garantías falsas sobre los verdaderos riesgos de adicción en pacientes usando opiáceos para dolores crónicos no malignos”. Es difícil exagerar los efectos negativos que implica desinformar a los doctores que no tienen idea alguna sobre cierto tipo de drogas. Un recurso presentado por Purdue Pharma aseguraba representar los índices de adicción en 25 mil pacientes. En realidad, sólo 23 pacientes estaban tomando narcóticos fuera del hospital, y para lo que se puede determinar como dolores crónicos no malignos (dolores de cabeza). En esta muestra extremadamente pequeña, se cree que aproximadamente 13 por ciento de ellos estaban abusando de algún narcótico. Estos estudios fueron citados no sólo en su página, sino también en la literatura proporcionada tanto a médicos como pacientes en OxyContin.

En 2007, Purdue Pharma y tres de sus principales ejecutivos tuvieron que pagar una multa por 634 millones de dólares por etiquetar incorrectamente el OxyContin. En corte, Purdue Pharma admitió que “con la intención de defraudar o engañar” promocionó OxyContin como un opiáceo más seguro y menos adictivo. Los documentos presentados por la fiscalía en la corte de distrito de Abingdon, Virginia, demostraban que, desde 1996, Purde había iniciado la campaña mercadotécnica más agresiva para un narcótico, promoviendo el OxyContin entre los médicos generales, aplaudiendo su seguridad, y motivando su uso para el tratamiento de problemas como artritis y dolores de espalda, males para los que un tratamiento con opiáceos habría sin impensable hace una década.

Mientras tanto, los representantes de la compañía aseguraban que “la absorción retardada que proporcionaban las tabletas de OxyContin reducen la probabilidad de abusar la droga”. Esta afirmación fue reforzada por los ejecutivos de ventas, quienes fabricaron sus propias tablas científicas y suprimieron ciertos descubrimientos sobre algunos efectos adictivos de la droga. Tres altos ejecutivos que se declararon culpables por engañar a las autoridades reguladores, al público y a los doctores sobre el riesgo de adicción, pagaron una multa combinada de 35 millones de dólares. Ninguno estuvo en peligro de ir a prisión. Y aunque la multa por 600 millones de dólares es la más alta impuesta contra una farmacéutica, ésta representa menos de la mitad de las ventas anuales de OxyContin.

@kellybourdet

Lee más sobre el OxyContin en la segunda parte de este artículo aquí