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Música

Miguel Alberto no pudo ver a los Stones

Uno de los fans colombianos más veteranos de los Stones perdió la batalla contra el cáncer poco tiempo después de comprar la boleta. Este es un homenaje a su espíritu.

Cuando Miguel Alberto Zapata León llegó a reclamar su entrada al punto TuBoleta de Galerías, casi no podía caminar. Meses atrás, los médicos le dijeron que estaba bien y que el panorama se veía esperanzador. Se estaba recuperando de la leucemia que lo había aquejado hace un año y pronto estaría en la primera fila de ese concierto que llevaba esperado toda su vida. Pero durante esas últimas semanas, el cáncer volvió con tanta fuerza que, después de conseguir la entrada, un solo pensamiento pasaba por su cabeza: “Ojalá me alcance la vida para ver a los Stones”.

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El 16 de diciembre de 2015, Alberto murió. Tenía 55 años de edad y un amor profundo desde niño: el rock. Los Beatles, los Stones, Queen, Led Zeppelin y Pink Floyd eran sus principales obsesiones, su mundo y el motor que movía su vida. A los 16 comenzó a coleccionar discos y nunca paró. Quienes lo conocieron cuentan que gran parte de lo que ganaba trabajando como contador público lo gastaba en música. En su casa, ubicada en Bogotá, tenía dos cuartos llenos de discos, pósters, juguetes, videos, libros y revistas, una colección única dedicada a su única religión.

Para Alberto, que nunca se casó ni tuvo hijos, el rock era todo lo que importaba. “Él quería más a su música que a mí y a mi mamá”, dice Blanca Zapata, su única hermana y con quien vivió toda la vida. Ella habla muy rápido, todavía se encuentra muy afligida por la pérdida y por teléfono cuenta que siempre que Alberto salía de las quimioterapias, lo primero que hacía era ponerse a escuchar música. “Eso lo alimentaba más que la comida y la medicina que le daban”.

Mientras se toma una cerveza en una tienda del barrio Ricaurte, su amigo Víctor Galárraga dice que Alberto era un verdadero vieja guardia. "Era conocido entre los rockeros bogotanos por ser un gran coleccionista y conocedor”. Víctor conoció a Alberto el año pasado gracias a unos amigos suyos que organizaban charlas de rock en el Colsubsidio de Ciudad Roma. Una amiga en común los presentó en el Hospital San Pedro Clavel y una de las primeras cosas que hicieron juntos fue ver una proyección del concierto de The Wall de Pink Floyd en el Centro Comercial Calima. Víctor recuerda que Alberto era una enciclopedia del tema y se enojaba mucho cuando una persona decía datos imprecisos, sobre todo de los Beatles. Cuenta que conversar de música con él era muy difícil porque siempre estaba corrigiendo a su interlocutor. Que más bien había que escucharlo y tomar nota.

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Dicen que era muy celoso con su colección y no se la mostraba a cualquiera. Había que ser muy cercano a él para poder escuchar las joyas que tenía en su casa. A pesar de no conocerse durante tanto tiempo, Víctor cuenta que tuvo la suerte de ver los discos de su amigo. Incluso, en su cumpleaños, Alberto lo invitó a su casa para que juntos vieran su nueva adquisición, un laser disc llamado The Rolling Stones Live at LA, 1975. El destino es una cosa jodida, Alberto estuvo solo a un par de meses de atestiguar The Rolling Stones Live Bogotá 2016.

“Analizando al hombre puedo decir que era una especie de acumulador porque compraba de todo y tenía un montón de extravagancias”, afirma Marco Tulio Sánchez desde su estudio de música casero. Él es considerado el mejor imitador de Elvis de Colombia y conoció a Alberto a mediados de los 80. “Sentía una verdadera obsesión. Era un melómano de tiempo completo y se disgustaba cuando no conseguía las cosas”, cuenta. Marco recuerda que su amigo se la pasaba recorriendo las tiendas de música de la calle 19 buscando discos nuevos. Allá todo el mundo lo conocía. “Una vez le pregunté si tenía singles de Elvis y sacó una caja como con quinientos. En un momento me pidió que le ayudara a organizar sus discos de Elvis. Creo que tenía más que yo y eso que no le gustaba tanto”, dice. Otro amigo suyo, Brando Gómez, quien lo conoció desde niño, dice mientras ríe que la colección de Alberto estaba llena de rarezas. Discos impresos en radiografías, un acetato de Los Stones que cuando se reproducía olía a marihuana y hasta todas la ediciones existentes del Let It Be de Los Beatles. Todo lo que tenía era de rock clásico. Según Víctor, odiaba la música moderna, sobre todo el metal pesado. Para él no había nada más allá del rock n’ roll, que alcanzó la perfección con la llamada invasión británica. ¿El resto? Pura basura.

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Alberto con Marco Tulio.

Pero su obsesión no solo se limitaba a los objetos. Lo mismo pasaba con los conciertos. A él no le importaba pagar las entradas más caras o viajar con tal de ver a sus ídolos. Marco recuerda que la primera vez que vino Deep Purple, su amigo fue el primero que compró la boleta. Para Paul Mccartney consiguió un pase especial con el que pudo ver el ensayo del artista y además se fue a las presentaciones que dio en Ecuador y Perú. También le gustaba ir al bar rockero Jackass, ubicado en Normandía. Por culpa de su enfermedad no pudo ver a Ringo Starr, pero como recientemente se sentía mejor no dudó en comprar la entrada más cara para ver a los Stones. “No se quería morir sin ver a la banda”, dice Víctor. “Tenía todos los discos, juguetes, hasta un reloj con la forma de la lengua y todo. El decía que Brian Jones fue la verdadera alma de ese grupo y tenía muchas expectativas. Es una lástima porque fanáticos como él debían estar ahí”.

Alberto era uno de los administradores de la página de Facebook The Rolling Stones Fans Colombia, grupo que mandó a confeccionar una bandera gigante para el concierto y cuyos miembros van a estar en primera fila, mirando a los Stones y pensando en Alberto. Víctor también forma parte del grupo y dice que su amigo siempre estuvo en desacuerdo de esa dispuesta absurda que existe entre los fanáticos de los Stones y los Beatles. Cuenta que su amigo opinaba que esa disputa fue creada por los medios y por los propios seguidores, porque en verdad ellos eran amigos e incluso se apoyaban.

La colección de Alberto ahora está en manos de su hermana y su sobrina. Blanca comenta que hay muchas personas detrás de esos discos y que esto le resulta muy molesto porque todavía no sabe qué hacer con ellos. No le interesa recibir ofertas ni negociar nada.

Este jueves 10 de marzo, después de décadas de espera, miles de veteranos colombianos por fin van a poder ver a los Rolling Stones. El destino, sin embargo, quiso que Alberto no estuviera ahí. Pero su espíritu y su aguante estarán presentes, celebrando con la lengua afuera, el espíritu inmortal. Porque el rock, sin duda, no muere.