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charlas ociosas

"En todas partes le dicen a uno ñero": hablamos con Jhon Alexánder Ortiz, 'El Mateíto'

El actor de Pandillas, guerra y paz conversa con VICE sobre disparos, la fama y la delgada línea entre realidad y ficción.
Foto por: Paula Thomas.

Desde hace un tiempo, en los pasillos de VICE Colombia, en el consejo de redacción, incluso en reuniones informales de los periodistas, ha corrido la idea de que deberíamos entrevistar famosos. Y de que deberíamos hacerlo a cada rato, sin necesidad de que ellos estén en la ola de popularidad de las redes sociales o dentro de la tendencia nacional de los noticieros. Y que, a su vez, se tratara de personajes tomados de un amplio espectro: actores, políticos, cocineros, directores de cine, estrellas de la televisión, activistas, youtubers, periodistas, viejas glorias.

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A partir de este 8 de octubre, cada semana los periodistas de VICE Colombia se encargarán de darle a los lectores un cuestionario de pregunta/respuesta que indague en la vida de las personalidades, mucho más allá de su profesión o de los actos que los hicieron famosos: una especie de interrogatorio que los desnude, una de esas charlas que se tienen cuando uno se va de "desenguayabe" con alguien y quiere conocerlo mejor. Preguntas honestas e inteligentes.

_En esta primera ocasión, nuestro reportero Sebastián Serrano se sentó con Jhon Alexánder Ortiz, quien fungía como _El Mateíto en__ Pandillas, guerra y paz.

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Para Jhon Alexánder Ortiz, bogotano de 36 años, la aterradora posibilidad de contar con un registro gráfico detallado de toda su pubertad y adolescencia es una realidad. Entre los 13 y los 19 años Jhon Álex fue actor de reparto en De pies a cabeza, Francisco el matemático y Pandillas, guerra y paz, tres exitosas series colombianas de la época en la que aún veíamos series colombianas. Luego, en marzo de 2000, Jhon Álex, quien en su adolescencia interpretó a jóvenes que coqueteaban con armas y drogas, recibió dos disparos a la salida de un concierto de rap. Desde entonces ha ido alejándose de las pantallas, acercándose a la religión y recuperando la movilidad de sus piernas.

VICE: ¿Cómo se siente recibir un balazo?
John Alexánder: Realmente no se siente. Uno no siente que de verdad entró algo. Después sí se siente como un friíto, un calor, es algo como inexplicable. Todo fue en cámara lenta porque el tiempo se detuvo y en mi vida se detuvo todo: vi la bala venir lentamente y vi cuando entró. Pero realmente no sentí nada. Más bien dejé de sentir las piernas al segundo disparo, como si me apagaran un botón de la cintura para abajo. Y vi el alma de mis piernas salir de mí. Fue una cosa muy espiritual.

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Quizá las personas no van a creer lo que cuento —depende de su inclinación o visión—, pero hoy que camino con Dios ya comprendo cómo fue espiritualmente ese momento.

Sus diálogos en Pandillas, guerra y paz marcaron la forma de hablar de una generación, de pronto de dos. De quién eran esas palabras, ¿de ustedes los actores, de los libretistas, de Gustavo Bolívar?
No. Realmente fueron palabras que yo le metí al personaje. Yo empecé a meterle ese léxico a Pandillas, guerra y paz a través de Mateo, mi personaje, y desde ahí empezaron los demás actores a hacer lo mismo con los suyos. El hablado, la jerga, las palabras que utilizaba Mateo las fue escribiendo después Gustavo Bolívar. Él me oía y metía a sus personajes el dialecto de estrato 1.

No eran palabras que yo me inventaba, eran palabras que tomaba de diferentes partes. Por ejemplo, "ruquita" lo tomé de programas mexicanos que veía en esa época.

¿Alguna vez alguien le ha dicho ñero?
Claro. En todas partes le dicen a uno ñero. Sobre todo porque las personas se quedan con los personajes que marcan su vida. Le dicen ñero a uno no porque lo vean como un ñero, sino porque no se acuerdan del nombre de uno ni el del personaje, entonces dicen "¡Eh ñero!, venga ñerito tómese una foto conmigo, ¿si?".

¿Cómo se siente cuando le dicen ñero?
Es con mucho cariño. Pienso que tiene que ver con el personaje que interpreté y como me siento agradecido con todo lo que Dios me brindó a través del personaje, no me ofende, no me molesta. Me divierte.

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¿Alguna vez se sintió como un sex symbol ?
No, no, no. De pronto pa' las ñeras (risas). Mentiras, es jugando. Pero sí recuerdo que en esa época íbamos a algunos lugares marginados y las chicas como que se sentían identificadas con los personajes nuestros. Incluso en otros estratos a la gente le encanta ver este tipo de personajes. Se enamoraban de cómo hablaban, de cómo llevaban sus vidas, de cómo eran una familia (porque eran una familia). Eso les gustaba mucho a las chicas. De pronto no la facha sino la cuestión de cómo se ven de malos, cómo hablan, cómo actúan. No sé que tiene la malicia, pero a algunas mujeres les agrada. Pero ¿llegar a ser un sex symbol ? No, no creo, no.

¿Llegó a ganar más plata que sus papás?
Sí, claro. Hubo un momento en el que mi vida cambió porque yo ganaba mucho más dinero que mi abuelito, que era dueño de una empresa. Entre mi hermano, que también es actor, y yo pagábamos las deudas de la casa. Fuimos bendecidos.

Ganaba buen dinero para un niño de 14 años, que fue la edad en la que yo empecé a trabajar en De pies a cabeza. Mi hermano tenía siete añitos. ¡Imagínese! Llegó el dinero, la fama y entonces podíamos comprar lo que quisiéramos. Un niño de 14 años hace 23 años no podía hacer muchas cosas, o sea era difícil que los papás pudieran cubrir tantas cosas como las que nosotros hacíamos. Nosotros podíamos ir a cine cuando quisiéramos, podíamos salir, pasear, comprar tenis. Y derrochamos.

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Usted alguna vez dijo que en Colombia hay una clase de discriminación contra los actores con discapacidades. ¿Cómo ha sido usted víctima de eso?
Cuando tú estás bien físicamente te llaman a castings, a muchas cosas. Pero cuando tu vida da un giro de 180 grados comienza a verse la discriminación. Hace seis años no trabajo en televisión. No porque no me llamen, sino porque Dios no lo permitió, porque él ya me sacó de un lado parar llevarme a su servicio.

Antes yo iba tocar puertas a preguntar: "Que tienen para mí?, yo puedo hacer cualquier personaje". Y me decían: "No, ahorita no tenemos ningún personaje discapacitado, cuando haya uno te llamamos". Entonces esa es la discriminación: yo no tengo que hacer personajes discapacitados, yo puedo hacer uno protagónico. Puede ser uno que, no sé, quizá al momento de un nacimiento tuvo algo, pero no está basado en su discapacidad.

Pasa con otras cosas: con los flacos, con los gorditos… hay gente a la que sólo la dejan hacer el papel de 'Pote'.

¿Ha visto los memes que hacen de usted?
Ay sí. Hay algunos bien groseros. Pero la gente se inventa un poco de cosas con la cara de uno y eso me hace sentir feliz. No por los groseros sino por los que me hacen reír, como ese que dice dizque: "Uy ñero lo veo re paila" (risas). Me siento contento por todo lo que hace un personaje en la vida un país. Estos personajes marcaron la diferencia y me siento orgulloso de haber estado ahí y de ser uno de los pioneros en llevar a la televisión a este tipo de personajes.

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Pandillas, guerra y paz fue una serie que le abrió la puerta a muchas otras: Sin tetas no hay paraíso, Pablo Escobar, El Capo y otra cantidad. Todo eso fue gracias a que rompió el estigma: esa mentalidad de que ciertas realidades no se podían llevar a las pantallas. Cuando yo veía series y oía que el "perro", el "ñero", yo decía: "ah, pues esto es copia de Pandillas".

Usted era actor y a hora es predicador. ¿En qué se parecen las dos cosas?
Son totalmente diferentes. Cuando me subía a un escenario a hacer una obra de teatro ya tenía algo estipulado, algo que había tratado o que había estudiado desde hace tiempo para hacer una escena o un personaje. Pero cuando tú te subes a llevar una palabra de parte de Dios, es totalmente diferente.

Es algo que no es tuyo, es algo de ese ser sobrenatural. Tiene más responsabilidad porque con una palabra uno puede contener a una persona o ayudar a que se salve. Cuando estoy predicando, siento que de una palabra mía puede depender que una persona crea o no crea, se acerque o se aleje. Entonces es mucha responsabilidad.

¿Qué piensa (y qué predica) el John Álex pastor del John Álex actor del pasado?
El Jhon Álex actor llevaba una vida totalmente desubicada, vana. Uno pensaba que tenía todo a su alcance y que nada importaba. Fui juicioso en la medida en que siempre fui de no drogas, no violencia, no alcohol. Pero rumbeaba mucho, viajaba, derrochaba, malgastaba. Me la pasaba de rumba de miércoles a domingo. Yo creía que tenía todo pero era una vida que no iba a dejar nada.

Cuando llega la prueba, el atentado, Jhon Alexánder se da cuenta de que ya no lo llaman, ya no tiene el dinero que derrochó y no tiene un apartamento, una casa propia. Después viene el cambio que el Señor hace en la vida de Jhon Alexánder. Vino mi familia, mi mujer, mis hijos, todos los milagros (porque mis hijos son milagros). Y yo sólo pienso: ojalá hubiera encontrado a Cristo antes.

¿La realidad y la ficción terminan pareciéndose?
Sí, sobre todo después del atentado. En ese momento lo que vivía Mateo era lo que vivía Jhon Alexánder. Si Jhon Álex se recuperaba, Mateo se iba a recuperar, si Jhon Alexánder le daba la oportunidad a la vida de tener cierto movimiento en sus piernas, entonces eso iba a ver en Mateo. En ese momento iban casi en paralelo ficción y realidad.