Una vez más parece que la ciencia empuja la línea de lo aparentemente inexpicable un par de centímetros más. Todo indica que ya podemos decir por qué nuestro cerebro termina siendo víctima de un loop en el que un canción vuelve y se repite, vuelve y se repite, vuelve y se repite.La Universidad de St.Andrews ha develado la fórmula matemática que hace que ciertas combinaciones queden dando vueltas en nuestra cabeza y se nieguen a salir. Según el estudio la receta es la siguiente: Percepción + (predictibilidad - sorpresa) + potencia melódica + recepción rítmica X 1,5 = un gusano que te come tus cesos.Pero más allá de esta suma, que puede resultar algo abstracta, hay ciertos detalles que enumera el estudio que pueden ser útiles si quieres incrustar un sonido en la gente. Por ejemplo que, así quites la melodía, el tema se pueda reconocer por su ritmo. Claramente también está la letra, que sea una que nos atrapa y con la que de una u otra manera nos identifiquemos en niveles muy sencillos. Pero, más allá de esto, la clave es un coro con un patrón de sílabas muy claras que nos resulte fácil de aprender. O de tararear si no hablas el idioma. También acudir a armonías y acordes básicos, cuando la composición se sale de estos demasiado, el tema se vuelve más difícil de recordar. Es muy importante mantener la balanza entre lo que podemos predecir y aquello que nos sorpende la canción. Entre más complejo, más inmediata es la experiencia. Tampoco mucha distorsión.O vale mierda y puedes hacer la música que quieras.Sea lo que sea, les dejamos las canciones que, al cumplir con estos y otros requisitos, lograron armar combinaciones que se pegan como chupa sangres en nuestro cerebro.******
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