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Fotografías verbales

Los que no alcanzaron a llegar

¿Cuántos colombianos cayeron asesinados por el conflicto armado en los días más cercanos a la firma de los acuerdos? ¿Cuántos se quedaron con la frustración de no ver a sus comunidades en convivencia pacífica?

Foto por Juan Miguel Álvarez.

Mi desahogo tiene fecha del 19 de octubre de 2015 y fue el siguiente:

Apenas hasta hoy, hace unas horas, me enteré.

Hace año y medio estuve en Tumaco junto con Federico Ríos. Fuimos a escuchar la historia de resistencia de la comunidad de La Balsa, una vereda a más de cinco horas de la capital de Nariño. Uno de sus líderes y vocero del proceso era Gilmer Genaro García. Un hombre corpulento, de cara puntiaguda, de sonrisas a toda hora; un campesino afro al que le había tocado ponerle el pecho a la ocupación que las Farc hizo en su territorio. Dos años antes de este encuentro, esa guerrilla le había asesinado a su hermana. Y a pesar de que Federico y yo le insistimos en que nos llevara hasta su vereda, que nos mostrara su territorio, no nos dejó. Que era muy peligroso para nosotros y también para la comunidad. Que de hacerlo, habría que negociar con el comandante guerrillero de la zona con mucha antelación.

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Durante toda la charla, Gilmer Genaro habló con recidumbre, con la indignación de tener que soportar a una tracamada de bandidos con fusiles paseándose por el casco urbano de su vereda, queriendo imponer reglas, sometiendo a los campesinos.

Por boca de otros líderes afro supe que a Gilmer Genaro no le temblaba la pierna a la hora de pararse sin armas y cara a cara contra un fariano para dejarle claro que en La Balsa la guerrilla no mandaba, que no los querían ahí, que siempre habían sido indeseables.

Pues bien: apenas hoy me enteré de que el pasado lunes 3 de agosto esa guerrilla asesinó a Gilmer Genaro García.

Se siente mucha tristeza.

Se siente mucha impotencia.

Se siente mucha miseria.

Se siente mucha amargura.

Se siente mucha rabia.

Y a pesar del nudo con que esas emociones atan mi garganta, no voy a decir estupideces como que lo que ocurre en La Habana es una farsa ni que las Farc no merecen los beneficios que el proceso les está concediendo. No voy a legitimar a los oportunistas del histórico militarismo colombiano. Voy a decir que nada le conviene más a este país que lo que ocurre en La Habana llegue a buen puerto.

Un abrazo eterno Gilmer Genaro. Federico y yo, estos dos privilegiados blanquitos tan cara limpia de ciudad, supieron de tu lucha honesta.

Ha transcurrido un año desde que lancé este mensaje al mar de las redes sociales. Y ahora que estamos ad portas de refrender los acuerdos del Gobierno nacional con la guerrilla de las Farc, la emoción que entumece mis poros es una desazón en medio del optimismo. ¿Cuántos colombianos cayeron asesinados por el conflicto armado en los días más cercanos a la firma de los acuerdos? ¿Cuántos se quedaron con la frustración de no ver a sus comunidades en convivencia pacífica? No son pocos.

Quizás el tiempo como unidad de medida política no sea la tabla más justa. Quizás no haya ninguna diferencia entre los que cayeron asesinados en décadas pasadas y los que cayeron pocas semanas antes de la firma de los acuerdos. Pero la sensibilidad no emplea unidades de medida. Y en mi caso hay muertos que duelen más que otros.

Hoy, domingo 2 de octubre, saldré a decir SI con el grito ahogado por los que no alcanzaron a llegar. Por los muchos Gilmer Genaro.