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Brexit, No y Trump: ¿son la misma cosa?

"El año 2016 nos lo está demostrando con más claridad de lo habitual, pero no es ninguna excepción a la regla".
Captura de pantalla vía YouTube.

"Lo que nos falta ahora es que Donald Trump acabe siendo presidente", decía el periodista británico John Carlin en un artículo de El País de España. La fecha: 3 de octubre, un día después de que en Colombia, por un margen de menos de 50 mil votos, rechazáramos el acuerdo de paz firmado con las Farc. También fue apenas un par de meses después de que el 23 de junio, a través de otro estrecho referendo, el Reino Unido decidiera abandonar la Unión Europea en el proceso que se apodó el Brexit. Pues ganó Trump, será presidente, y nuevamente da la impresión (y era eso: una impresión) de que nadie lo vio venir. Tras el triunfo, e incluso en las horas finales de la carrera por la presidencia, los más pesimistas salieron a decir que era el fin del mundo como lo conocemos y que 2016 ha sido el peor año para la democracia. Otros se limitaron a exponer una aparente tendencia entre las tres votaciones, la del Brexit, la del plebiscito y la de Trump. Es cierto que en los tres casos ganaron las opciones que parecían inviables y peligrosas para la mayoría de líderes de opinión, académicos, artistas, columnistas y, cómo no, gente en redes sociales. Sin embargo, ¿son realmente análogos todos esos fenómenos? ¿Las votaciones inesperadas obedecen a las mismas causas? ¿Cómo explicar, si no, que en un mismo año tres contextos totalmente distintos hayan tomado ese tipo de decisiones que se leen como "clavarse el puñal uno mismo"? Arlene Tickner, internacionalista, cree que hay explicaciones de fondo que pueden ser similares en los tres casos. "La más importante —dice— es la desinformación de los votantes. Las votaciones se dieron en función de información incompleta o falsa, que llevó a escoger opciones que no parecían posibles ni para los medios ni para los encuestadores". En una columna de El Espectador, Álvaro Forero Tascón dijo en julio, antes de que se conocieran dos de los tres resultados, que "el rasgo que mejor vincula a los tres fenómenos es la forma en que han sido tramitados: sin mesura política ni apego a la verdad de los hechos, sino en medio de la exageración, la acusación temeraria, el insulto personal y el recurso a las debilidades humanas." Nada nuevo, realmente. Las campañas políticas, más allá de los tres hitos de este año, no se han caracterizado especialmente por su honestidad. Tickner, sin embargo, señaló que de un lado hubo miedo a lo conocido y de otro lado hubo miedo a lo desconocido. "Digo desconocido, en el caso de la paz en Colombia. Y conocido, en el caso del Brexit y las elecciones en Estados Unidos". Eso que llama "temor a lo conocido" fue quizás lo que en Estados Unidos se tradujo en un voto castigo al "establecimiento". De alguna forma, Trump representó para muchos una opción diferente. "El voto del No en Colombia difícilmente se puede entender como un voto de castigo a los políticos porque fueron ellos mismos quienes lo motivaron. Por el contrario, sí podría aplicar en el de Estados Unidos. Pero diría que en el caso del Brexit tampoco hubo ese tipo de voto", agregó. Otro punto que podría ser transversal, explicó Tickner, "es la llamada guerra cultural que salió a flote". Para ella, "más que divisiones ideológicas, los tres casos ponen en evidencia importantes divisiones sociales y culturales en temas como la igualdad de género, los derechos de las minorías, la inmigración, etc.". A eso, Víctor de Currea-Lugo, también internacionalista, agregó que "en los tres casos se evidenció un giro hacia la derecha. Si entendemos como asuntos de derecha el nacionalismo, el rechazo a una paz negociada y la elección de un presidente misógino, xenófobo e islamófobo". Es decir, habría una ruptura en temas socioculturales y al momento de votar jalaron más fuerte desde la derecha. Además se ha hablado de los líderes que condujeron las tres campañas. En El País, Carlin dijo que "existe un hilo conductor entre Álvaro Uribe, el populista hombre orquesta que dirigió la campaña por el no en Colombia; Boris Johnson, la figura más carismática por el no a la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea; y Trump, que insulta a la verdad cada hora del día en su campaña para que la estupidez tome posesión de la Casa Blanca". Forero Tascón también se refirió a ellos: "Donald Trump, Boris Johnson y el expresidente Álvaro Uribe pertenecen a las élites, están a favor de políticas económicas de las que tanto se duelen sus seguidores, pero millones de ciudadanos los consideran cercanos a sus problemas y confían en su firmeza para defenderlos de los enemigos". Finalmente, a pesar de los puntos en común, y de que muchos hayan dicho que es el año del Apocalipsis, para Víctor de Currea no es tan sorprendente. "No son tres fenómenos aislados ni son exclusivos de 2016. Hacen parte de otras preguntas más grandes. Es ese mismo pensamiento político que lleva a Berlusconi al poder. O a Marie Le Pen en el caso francés. O los giros de apoyo a Putin en Rusia. O la complacencia de la sociedad israelí con los genocidas de turno como primeros ministros. O la permanencia en el poder de las élites del mundo árabe y del Medio Oriente, a pesar de las protestas. En todo el mundo hay unas posturas muy de derecha y conservadoras". También lo dijo Carlin: "el año 2016 nos lo está demostrando con más claridad de lo habitual, pero no es ninguna excepción a la regla".

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