Leicester: una noche en la ciudad que podría ganar la liga inglesa

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Leicester: una noche en la ciudad que podría ganar la liga inglesa

Leicester no me pareció como un gran proyecto de izquierda o una utopía descolorida. Parecía, más bien, un lugar en el que la gente no se odiaba.

Leicester es una de esas ciudades que el resto de Inglaterra no parece entender. Por toda su historia, no es una ciudad que pueda ser fácilmente identificable con un acento, un corte de pelo, un estilo o un estereotipo. No existe ningún personaje "tipo Leicester" en ningún programa de comedia, ni hay un cliché para que podamos simplificarlo. No tiene un Salford Lads Club como en Manchester, un Ángel del Norte como el que hay cerca a Newcastle, y ni siquiera un Roni Size como el de Bristol para ubicarlo en un marco cultural.

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Para bien o para mal, pareciera que tuvieras que conocer el lugar para poder entenderlo. Para la gente que no la conoce puede ser sólo otra ciudad por la carretera, un poco al norte de Londres y al sur de Birmingham, y que tiene algo que ver con las papas fritas, Kasabian y Ricardo III.

Pero tal vez eso dice más sobre nuestro anticuado entendimiento de lo que debería ser una ciudad inglesa. Porque Leicester no sólo tiene su propia historia, industria y acento, sino que también es una ciudad que parece estar creciendo sigilosamente mientras que muchas de las otras grandes ciudades están atascadas en declive post-industrial.

Sin embargo, es probable que en este momento Leicester sea famoso por tener el mejor equipo de fútbol en Inglaterra, si no en toda Europa.

En contra de todo pronóstico, Leicester City se encuentra en este momento con cinco puntos de ventaja en la cima de la liga de futbol más vista del mundo, y lo están haciendo con estilo. Con la ayuda de un grupo improvisado ––que incluye a un entrenador italiano, unos cuantos dueños tailandeses multimillonarios, el primer jugador de un millón de libras que no jugaba en la liga, el argelino incondicional del equipo de reserva de Le Havre y la bendición de un monje budista local–– , han estado rompiendo récords y ganándose los corazones de hinchas neutrales de todo el mundo.

Pero el éxito del Leicester va mucho más allá de su equipo de fútbol. Ese escuadrón multiétnico y global, pareciera estar insertado en los huesos mismo de la ciudad. Recientemente se convirtió en la primera ciudad del Reino Unido en la que la población blanca es minoría, y ha tenido un importante crecimiento económico en los últimos años, evitando gran parte del desespero y la austeridad que muchas de las otras ciudades del país ––más grandes e identificables–– están sufriendo.

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Así que, intrigado por la ciudad que crece en el declive de los Midlands industrializados y que va ganando la Liga Premier en sus propios términos, me fui a Leicester en la víspera de un partido contra Newcastle, para ver si su éxito en el fútbol se traduce también a sus calles.

"Leicester está sonando mucho ahora", nos dijo nuestro taxista, Harbo, un inglés sij e hincha apasionado del Leicester. Harbo es hijo de un inmigrante indio y ha vivido en la ciudad desde el comienzo de la década de los 60. Se impresionó cuando le dijimos que íbamos a conocer a Steve "Walshy" Walsh, una figura de culto en la ciudad que, después de una década de su retiro, sigue sosteniendo el record por la mayor cantidad de tarjetas rojas recibidas en la Football League.

Walsh, que nació en Preston y llegó a la ciudad en 1986, jugó para Leicester durante 14 años y luego volvió a la ciudad cuando terminó su carrera futbolística. "De joven jugué siempre fútbol en el norte, así que fue duro venir aquí sin mi familia. Pero cuando llegué a Leicester fui aceptado inmediatamente".

"Lo que está pasando con el equipo de fútbol tiene a la ciudad entusiasmada", me dijo. "En cada pub al que vas, alguien está hablando de eso. Ha tomado a mucha gente por sorpresa, pero al mismo tiempo es algo que se viene dando desde hace años. Incluso hinchas de diferentes equipos me dicen que esperan que ganemos".

Walsh ahora maneja una academia de futbol para jóvenes del área. "Se ve hasta en el fútbol de los chicos. Antes llegaban a nuestros campamentos de vacaciones con camisetas de Barcelona y Madrid, ahora todas son del Leicester. Eso muestra el impacto que esto tiene".

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Después de salir de la academia nos encontramos con Peter Soulsby, ex miembro del parlamento, entusiasta de los botes y ahora alcalde de Leicester. Con su boleta para el partido de hoy, orgullosamente puesta sobre la mesa, me contó sobre los últimos años de su trabajo. "Cuando fui elegido en 2011, juré hacer de Leicester una ciudad orgullosa y segura de sí misma; eso, el éxito del equipo de fútbol y el descubrimiento de un montón de huesos en un parqueadero, han sido de gran ayuda", dijo él, haciendo referencia al descubrimiento de los restos de Ricardo III en 2012.

Le pregunté a Peter qué tipo de ciudad es Leicester, dónde se ubica en la sociedad británica y dónde está ahora. "Es una ciudad que, en las últimas décadas, ha sido muy insegura de sí misma. Solía ser un centro textil enorme… hasta 1960, Leicester usaba el eslogan 'Leicester viste al mundo', pero el mundo cambió, y Leicester cambió. Permaneció relativamente pudiente en vez de exitosa, pero nadie tenía claro para qué servía la ciudad. Muchas nuevas comunidades armaron sus hogares aquí, y por un tiempo la ciudad estuvo a la incertidumbre frente a lo que eso significaba, [pero] creo que ahora sabemos que la diversidad se ha vuelto una gran virtud".

Como Peter lo menciona, la reputación de Leicester en cuanto a diversidad e integración se ha vuelto un símbolo de cómo debería funcionar el multiculturalismo. ¿Qué cree él que falta lograr en ese aspecto? "No puedes creer que todo está al 100% aquí, pues siempre hay desafíos, pero aquí no se tienen los mismos problemas de otras ciudades del Reino Unido, donde la gente lleva vidas paralelas y separadas. Parece haber un nivel muy alto de participación entre las comunidades".

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Para entender un poco del Leicester multicultural, nos dirigimos al área de la calle Narborough, una gran vía que recientemente fue llamada "la calle principal más multicultural de Inglaterra". Con 23 nacionalidades diferentes de cuatro continentes manejando negocios aquí, Narborough es un lugar diverso, incluso para los estándares de Leicester.

El diario Daily Mail es eficiente para recordarnos que esto "no es utopía", pero a pesar de todos los productos para el pelo, el pescado en conserva y los extraños cortes de carne, es una calle principal que parece venir de una Inglaterra perdida. Hay pocos almacenes de cadena; cada tienda parece cumplir con una función o necesidad; están los clientes conversando con los empleados, y los tenderos hablando entre ellos afuera de cada local.

Sí, sólo estuvimos ahí durante la tarde del lunes, pero se sintió como Trumpton con un Jerk Hut para mí. Puede que no sea una utopía, pero sus valores parecen tener mucho más en común con la idea de Nigel Farage de una calle principal ––con todo y los pequeños negocios ingleses y los empresarios independientes–– de lo que él quisiera admitir.

Cada tendero con el que hablamos parecía no sólo estar orgulloso de su negocio, sino de Leicester, y disfrutaban con la dicha indirecta que el equipo de fútbol le traía a la ciudad. "Sonando" era una palabra que escuchaba a menudo. Un peluquero eritreo que nos dijo que era hincha del Manchester United fue el único que no estaba embelesado con lo que pasaba en la liga.

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"Es un ambiente genial, es difícil de explicar", dijo Amy, que trabaja en un salón de belleza en la calle Narborough. "Solías ver a algunas personas y ellos estaban gruñones o molestos, pero ahora todos están muy alegres". ¿Qué es lo que ella desearía poder decirle al mundo sobre Leicester? "Sólo vengan y conozcan, es una locura".

En su tienda de Cyprus Kebab, conocimos a Sami Enver, cuyas paredes están cubiertas en certificados que probaban que él había sido un arquero profesional en su país natal. Le pregunté cuánto tiempo lleva aquí: "31 años". ¿Qué lo trajo aquí?

"Brian Clough", dijo. Miré desconcertado pues no sabía qué tenía que ver el legendario delantero de Middlesbrough y entrenador de Nottingham Forest con esto.

Resulta que Sami había pasado sin éxito por unas audiciones en el Forest y se mudó a Leicester para empezar este negocio poco después. Estos días él sólo tiene ojos para los Zorros. Confirmó su fe en Claudio Ranieri, y cree que el Leicester va a ganar la liga antes de lo esperado. Nos invitó para comer gratis después del partido.

Mientras el sol se ponía sobre el cielo iluminado de Midland, nos fuimos al estadio King Power para empezar la previa del partido de la noche. En el camino empecé a pensar sobre el lugar que ocupa Leicester con respecto a las otras ciudades británicas. No es industrial, ni post industrial; aparentemente acomodada aunque con una clase trabajadora desafiante; cuasi rural en su geografía y sin embargo metropolitana en su fachada. Tal vez eso hace que se nos dificulte describirla con exactitud. En una cultura en la que la identidad consiste en decir que eres lo mejor y que el lugar de al lado es una mierda, las complejidades de Leicester simplemente se ignoran.

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A diferencia de la política de Farage de 'divide y vencerás' que ocupó mucho de las elecciones del año pasado, Leicester lidia con inmigración constante y a gran escala, y la usa a su ventaja. El Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés) encuestó a más o menos el 8% de la mayoría de los asientos de este lugar, por debajo del promedio inglés de 14% (aunque lo hicieron un poco mejor que los asientos de Liz Kendall en Leicester occidental, el más blanco de los tres asientos).

Estuve pendiente de no creerme todo lo que decían las relaciones públicas, y estaba seguro de que Leicester tendría sus problemas como cualquier otra ciudad, pero al caminar por ahí parecía haber un multiculturalismo natural y casual en juego. Podrías ir a casi cualquier establecimiento y encontrar personas con raíces de todo el mundo, estando juntos sin necesidad de ningún comentario. Todo se vio muy distante a lo que es Londres, donde multiculturalismo casi siempre significa "conseguir comida picante a domicilio tarde en la noche", y mucho más distante de las amargas divisiones raciales de otros lugares del país.

Me dio la impresión de que un lugar como Narborough (así como otras calles principales de Leicester) no llegó a lo que es gracias a iniciativas de concejo o la necesidad de estilo metropolitano por probar algo nuevo. No estaba en el manifiesto de nadie. Simplemente es un lugar que acepta a la gente y le deja manejar su negocio. Leicester no me pareció como un gran proyecto de izquierda o una utopía descolorida. Parecía, más bien, un lugar en el que la gente no se odiaba.

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En una cancha de fútbol, a la sombra del estadio King Power, algunos chicos locales jugaban mientras sus padres tomaban unas cervezas antes del partido. Mientras sus tiros alocados resonaban contra el acero de la cancha, era claro a quien estaban imitando los niños: James Richard Vardy, el Ned Kelly del fútbol. Es un jugador cuya carrera ha estado definida por ir en contra de los caza talentos, ascendiendo en las ligas demostrándole al resto cómo se equivocan; desde los Stockbridge Steelers hasta el tope de la Liga Premier en 10 años de fútbol.

No es un secreto que el jugador de 29 años se ha vuelto en una especie de héroe local entre los fanáticos de fútbol del país. Su historia, que va de jugar medio tiempo mientras hacía turnos manufacturando equipos médicos, a ser el mayor anotador en la Liga Premier, parece haber capturado la imaginación de los fanáticos que tal vez habían empezado a ver a sus jugadores favoritos como semidioses sexuales extraños e inaccesibles en Audi TTs, ocultándose detrás de comunidades exclusivas y publicando fotos de tennis Nike en las redes sociales aprobadas por sus clubes.

Pero no hay un lugar en el que sientas la admiración por el anti héroe Vary más que en la ciudad en la que juega.

Los hinchas del Leicester han provisto al jugador con un estatus de rebelde, algo extraño y mítico, que está entre Rocky y Rasputin. La canción (y ahora la camiseta) dice que si él está de fiesta, tú debes traer vodka y perico. Vardy parece extrañamente pasivo al respecto: a nadie parece importarle que lo asocien al consumo de cocaína. El equipo no parece desalentar esto. Simplemente parece ser parte del paquete de popularidad. La muchachada en el fútbol, por otra parte, lo ve como uno de los suyos, un vagabundo, un sinvergüenza, y definitivamente no como un bienhechor.

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La gente no se pone muy sentimental cuando habla de Vardy, no hablan de valor o sensiblerías. Nada de esas mierdas de Chariots of Fire. Para alguien que ha hecho lo que él ha hecho en esta temporada, es tanto un héroe como un villano, extrañamente. Es un hijo de puta, un oportunista, un "pésimo delantero", un marginado de los basureros. Es alguien que creemos que puede estar manejando la cosa, pero que no se hundirá en el proceso. Él es, tal vez, el héroe de fútbol perfecto para la Inglaterra pos-recesión, un hombre al que simplemente le dejó de importar una mierda el orden establecido y que está determinado a lograr el éxito con todo lo que tiene. Puede que Harry Kane haya metido más goles ahora, pero Vardy es el John Dillinger de esta generación de jóvenes ingleses.

Decidimos ver el juego en el Narborough's Lost Bar, un establecimiento lleno de parafernalia del Leicester, (incluyendo un retrato de Gary Lineker vestido como Indiana Jones, por alguna razón). Para un equipo que juega fútbol tan al límite, y cuya suerte puede acabar en cualquier momento, se sentía que este juego contra el Newcastle era fácilmente ganable, un desafío obligatorio en el camino para cosas más grandes. En esta oportunidad parecía que el Leicester fuera el gran contendor, y el Newcastle de Rafa Benitez fuera el equipo amateur.

El juego fue más amargo, más duro y más brutal de lo que cualquiera hubiera pensado. Newcastle estaba defendiendo pero desperdiciaba oportunidades. No fue fácil y no fue lindo. Fue un lunes en la noche en la Liga Premier, después de todo. El Leicester, en su estilo, es un equipo típicamente inglés; duro, grande, hambriento, con un gran centro y un delantero estrella con gran convicción. Hasta ese momento, había sido todo complicado, pero me dio la impresión de que es así como le gusta a los hinchas de aquí. Pero cuando el delantero japonés Shinji Okazaki metió gol, el lugar, como era obvio, estalló. Todos celebraron como uno solo, y el Leicester nuevamente estaba solitario en la cima de la liga.

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Al medio tiempo nos fuimos al otro lado de la ciudad, a un pub convertido en restaurante de curry que nos recomendó Harbo, nuestro taxista de antes. Nos dijo que iba a ver el juego allá, con su hijo y algunos viejos amigos. Siendo hinchas más viejos, ellos estaban tan interesados en su curry como en que Andros Townsend acabara de entrar al partido, pero al ver todo este apoyo multiétnico y generacional, recordé lo poco que se ven las comunidades no blancas en el fútbol popular británico. En una ciudad del tamaño de Leicester, la diversidad de los seguidores parecía casi inescapable, y estaba arraigada en la cultura del equipo. Harbo y sus amigos no eran nuevos a la marca global de la Liga Premier. Ellos habían sido hinchas del Leicester desde los días en los que el Frente Nacional usaban folletos. Su experiencia, tristemente, sigue siendo bastante única en el fútbol inglés. El Futbol puede ser un juego global ahora, pero me pregunto cuántos otros equipos británicos siguen cargando el odio de hace años; de los tiempos en los que gente como Harbo podrían ser sujetos de un abuso aterrador, incluso si estaban del lado correcto.

"Supongo que podrías decir que Leicester se ha integrado mejor que otras partes", me dijo Harbo después de que el partido terminó positivamente. "Mi padre llegó acá en 1960 para trabajar en fundición. En ese momento no habían más Indios, pero nunca fui marcado como alguien diferente o algo así. En el grupo de fútbol en el que yo estaba habían tipos blancos, indios, del occidente de India. Ninguno de nosotros pensaba en esas cosas". "Después, cuando el Frente Nacional creció en popularidad, la gente me diría, 'vamos Harb, jodamos inmigrantes', y yo les decía, 'Mírenme!'".

Dejamos entonces a Harbo y nos fuimos a conocer a algunos de los habitantes más jóvenes de la cuidad, gente involucrada en la cultura de la noche. Nico y Sam (también conocidos como Curly Hypa) prenden la noche, como DJ y MC, y traen al público a músicos como Royal T, Marcus Nasty y otros a sitios como Beast Wang. Me preguntaba como era crecer aquí y estar interesado en la música y la cultura de aquí. "El área en la que crecí tomó su nombre por una de las zonas más pobres de Inglaterra", dijo Sam. "Mi mamá quería que nos mudáramos hace algunos años, ahora se quiere quedar. Porque realmente no te puedes ir ahora sin quemar un carro". "Es alborotar el avispero", agregó Nico, optimista. Les mencioné que Peter Soulsby, el alcalde, dijo que su mayor desafío es hacer que los jóvenes se queden en la ciudad después de la universidad, en vez de irse a Londres o a alguna otra parte. Ambas partes están de acuerdo en que la única solución es crear más bares, más música en vivo y más para hacer entre semana. Inglaterra necesita una ciudad que pueda surgir y darle la pelea a Londres, para resolver el problema de la cultura centralizada, y Leicester, siendo un lienzo en blanco, está en la mejor posición para hacerlo.

De regreso, paramos en la tienda de kebab de Sami Enver, donde comimos baklava gratis, y tomamos un tour de lo que podría llamarse la zona comercial cool, Donde Sami y su esposa inglesa muestran fotos de la vida que ellos han construido por sí mismos en la calle Narborough. Ese fin de semana, Leicester ganó 1-0 otra vez. Fue otro partido reñido que mantuvo a la ciudad entera en suspenso. La gloria de la Liga Premier se acerca cada vez más, pero incluso si pasa lo pero, si Leicester se hunde, y Tottenham no, esta es una ciudad que sabe que es especial y puede contárselo al resto del mundo. Y si el resto del mundo viene a Leicester, verán que se trata de mucho más que Kasabian o un montón de huesos encontrados en un parqueadero. Van a ver que el resto del mundo ya está aquí.