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Las películas son para verse, no para hacerse

Entrevistamos a Carlos Reygadas, director, guionista, productor y distribuidor, quien acaba de aterrizar en Bogotá para participar en el Simposio Internacional de Cine de Autor. Al mexicano le parece terrible hacer cine, pero no puede evitarlo.

De niño casi no vio películas, no había televisor en su casa, no tenía claro que quería ser director en su preadolescencia ni hacía cortos en 8 mm con sus amigos. Leyó La peste de Camus, a Tolstoi, a Herman Hesse y analizó las pinturas de Emil Nolde. Todo esto lo puso a reflexionar sobre aspectos densos de la existencia. Está convencido de que la noción de la vida es compleja. No cree que haya puntos de quiebre ni que una película o un libro lo encamine a uno en una dirección. Con seguridad muchos a su edad leyeron lo mismo qué el y hoy son diferentes, dice. Cree que lo que uno es, es algo que viene con uno. Estudió derecho, trabajó en el servicio exterior mexicano y si bien le gustaba la profesión, no le gustaba esa vida tan esquemática.

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En las películas del cineasta ruso Andrei Tarkovski encontró la posibilidad expresiva del cine, algo que va mucho más allá de narrar una historia: cada momento es poderoso en sí mismo, sin necesidad de estar justificado por una narrativa, por lo que viene antes y lo que viene después. Eso fue algo que lo dejó perplejo y lo llevó a dejar su carrera y hacer películas. Sus películas Japón (2002), Batalla en el cielo (2005), La luz silenciosa (2010) y Post tenebras lux (2012), que lo hizo merecedor a la Palma de Oro en Cannes a mejor director, han sido descritas por su público cautivo como cantos poéticos, llenos de expresividad, que captutran algo profundo e instintivo de la condición humana.

Este es Carlos Reygadas (Ciudad de México, 1971), director, guionista, productor y distribuidor, quien acaba de aterrizar en Bogotá para participar en el Simposio Internacional de Cine de Autor y dictar una máster class el sábado 31 de mayo, en el Teatro México, a las 4:00 pm.

Carlos, háblanos de ti…
Nací en la Ciudad de México, aquí crecí. Estudié derecho, luego acabé de estudiar en Inglaterra, trabajé un tiempo en derecho del conflicto armado y después, durante un tiempo muy corto, en el servicio exterior mexicano. Ahí fue cuando decidí que ese tipo de vida no me gustaba. Sí me gustaba la profesión, pero no me gustaba una vida tan esquematizada. Tenía ganas de hacer cine desde que era adolescente, cada vez más y más. Veía mucho cine y de pronto esas ganas se aceleraron. Decidí que tenía que cambiar de forma de vida, intentar hacer películas. Hice la primera, las cosas funcionaron y seguí haciendo películas hasta la fecha.

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La visión que yo tengo de la vida se debe a todo lo que he sido, a todo lo que he mamado, a todo lo que he experimentado. Hay miles de cosas que forman parte de lo que soy, que traigo dentro de mi ser, muy cercano a mi conciencia y a mi mente.

¿Viste mucho cine cuando eras chico?
No mucho, prácticamente no había tele en mi casa. Casi no fui al cine. La primera vez que vi películas de Tarkovski fue cuando me di cuenta de que el cine podía ser algo que fuera más allá de narrar una historia y que cada momento per se era poderoso, sin necesidad de estar justificado por una narrativa, por lo que venía adelante y lo que venía después. Eso es algo que me dejó perplejo, la fuerza innata de las cosas capturadas en una cámara, en un sonido, en un momento dado.

¿Qué lugar ocupa la música en tus películas?
Con ella busco crear una densidad que pueda tener ideas, cuestionamientos, sensaciones y, por supuesto, relatos. Pero no es ilustración. Es tiempo, es ritmo, es yuxtaposición y creación del sentido por medio del contraste y de la oposición o de la progresión de las cosas que se van viendo y escuchando. Yo oigo muchísima música, me gusta mucho. Normalmente cuando estoy escribiendo una película, estoy oyendo un tipo de música en especial y muchas veces me inspira. A través de la música voy construyendo los personajes en una especie de árbol genealógico; es un proceso más parecido al del compositor que escucha la música dentro de sí primero y luego la escribe. Yo también previsualizo el total de las secuencias y a veces de la película entera, con sus diálogos, su ritmo, sus colores, su texto, su fotografía y sus sonidos directos. Para mí los guiones se escriben muy rápido, en un proceso casi como de hipnosis o algo por el estilo donde las cosas van bajando rápidamente a partir de imágenes y palabras y lugares que ya están funcionando en mi cabeza.

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Japón (2002)

Háblanos de la clara “voz” que vemos en tus películas, ¿lleva tiempo contigo?
Sí, sin duda, yo creo que es algo que llevo desde que era niño. En ese sentido sí te puedo decir que lo que más me ha influenciado es la realidad, lo que he visto frente a mis ojos toda la vida. No necesariamente un tipo de texto ni nada por el estilo. Para mí la intuición nunca va acompañada de la razón, la razón va detrás. La intuición son los caballos quellevan toda la fuerza, con eso me basta.

¿Qué buscas conseguir haciendo películas?
Hay quien lo hace por ganar dinero y hay quien lo hace porque tiene necesidad de compartir con los demás. Yo creo en el principio de empatía, que viene de la noción de conciencia y es elemental en los seres humanos. Hay momentos en que somos consientes de nosotros mismos y otros en que nos damos cuenta de que otros existen y necesitamos compartirlo. Me imagino que esa es la razón fundamental por la que hago cine. Es exactamente lo mismo que cuando le dices a un amigo cuando va caminando contigo, mira ese árbol qué alto está.

¿Y compartir cosas que tu has vivido? Por ejemplo, en tu película “Post Tenebras Lux” hay una escena de unos chicos jugando rugby que al parecer no encaja. Viviste en Inglaterra, ¿tal vez son cosas que viste?
Esas cosas pueden ser bastante lógicas: hablar del rugby, del patriarcalismo, de los juegos violentos, de la guerra, de la visión occidental de la vida. Inglaterra es un epicentro de la occidentalidad, el deporte, esta masculinidad que tiene mucho que ver con la competencia, con la organización activa del hombre para lograr sus fines por cualquier medio. La película también tiene que ver con la pérdida de la inocencia, con adolescentes que están a punto de ser hombres. Los únicos que están en paz son los niños, el campo y los animales. Todos los hombres sean de la condición social que sean, están angustiados. Pero independientemente de todo lo que te acabo de decir, para mí fue algo mucho más intuitivo, ni siquiera supe de donde venía.

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Post Tenebras Lux (2012)

¿Hacia quién quieres van dirigidas tus películas?
A quien le interese ser curioso, porque los curiosos descubre siempre lo que necesitan.

Es decir que seguro habrá alguien que necesita ver tus películas…
Totalmente. Siempre habrá alguien cuando tienes algo que comunicar. Hay muchos afortunados que simple y sencillamente viven. Son curiosos, consumen cosas y se dedican su vida a leer. Esto me parece maravilloso, me encantaría a lo mejor haber sido así. Una novia me dijo alguna vez: "las películas son para verse, no para hacerse, ¿por qué quieres hacer películas?" Y tiene toda la razón, qué maravilla solo ver películas y qué maravilla solo leer libros, a veces sí es una especie de maldición tener que estar pensando en hacerlas.

¿Y entonces para qué haces cine?
Porque lamentablemente lo necesito. Es un deber, un deber ante mí, que me produce placer y  emoción. Si no lo hago me empiezo a intoxicar. Es algo tremendo en cierta forma, pero tal vez algún día se me pase. A veces estoy con mis hijos, en el jardín, acá con mi familia y digo: "¡qué maravilla estar simplemente así!".

Luz Silenciosa (2007)

Hoy en día, ¿qué es lo más importante para ti?
Ser uno mismo, aunque suene absurdo. Descubrir tu camino. Cada quien tiene una visión de las cosas y cuando logra transmitir eso en micro dosis, eso vale mucho más que la repetición técnica de cosas supuestamente fantásticas, ya sean coches voladores, o aventuritas amorosas que ya hemos visto hasta la saciedad y que no se hacen con ninguna cosa que tenga que ver con la afirmación de un yo que está creando las cosas.

¿Vives en el campo, cierto?, ¿qué tal es?
Sí, es cierto. A mí me gusta muchísimo, aunque no es para todo el mundo. Normalmente a la gente que no es originaria del campo le cuesta mucho, pero a mí me gusta muchísimo.

Carlos, gracias por tu tiempo 
A ti, cuídate, mucha suerte.