Sexo

La historia de la perforación del clítoris

Durante el sexo, la fricción que causa la joyería del clítoris estimula 8 mil terminaciones nerviosas que están dentro de esta zona pequeña pero altamente erógena.
Image by Tracie Egan Morrissey

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Las mujeres llevan siglos perforándose el clítoris, desde los dayaks indígenas de la Isla de Borneo hasta el video "Dirrty" de Christina Aguilera. En su fase desnuda y plana de 2002, Aguilera resumió de la siguiente manera el eterno atractivo de las perforaciones del clítoris en Rolling Stone: "Se ven eróticos porque están en un lugar donde la mayoría no se atrevería a hacerlo". Ya sea con fines estéticos o por tradición, el sexo siempre ha sido la razón principal de la joyería íntima a lo largo de los siglos.

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Desde el Kama Sutra hasta los dayaks

Aunque todos la conocemos como "perfo del clítoris" (porque hace referencia al glande del clítoris) la perforación en esta zona no es muy común por el riesgo a perder sensibilidad. En vez de eso, se realizan incisiones en las áreas que rodean el glande y hay una gran variedad de estilos dónde escoger.

Estudios del Departamento de patología forense de la Universidad de Leicester en Inglaterra revelaron que los piercings genitales, en especial el del clítoris, siguen siendo muy solicitados porque incrementan el placer sexual. Durante el sexo, la fricción que causa la joyería del clítoris estimula 8 mil terminaciones nerviosas que están dentro de esta zona pequeña pero altamente erógena.

La referencia escrita de la perforación genital más antigua que se conoce está en el Kama Sutra (alrededor de 300 DC), el texto hindú que trata sobre el arte de hacer el amor. El texto de Vātsyāyana describe la joyería genital, ya sean aros o piezas verticales que atraviesan el pene, como un aparato decorativo que también aumenta la excitación sexual en la pareja.

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Mujeres de la tribu Dayak. Foto vía Wikimedia Commons.

Los miembros de la tribu Dayak en la Isla de Borneo fueron probablemente los primeros en adornar sus penes con piezas de hueso talladas que atravesaban el glande del pene. Hoy en día se conocen como apadravya (piercing vertical) y ampallang (piercing horizontal). Según la revista de la Asociación de Perforadores Profesionales, las mujeres Dayak tienen derecho a exigir que su pareja se someta a este procedimiento. Si el hombre no acepta, podrían separarse de ellos. Según ellos, "El abrazo sin el artilugio es arroz solo y con el artilugio es arroz con sal".

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Desde hace varios siglos, la perforación más común entre los dayak y las mujeres de todo el mundo ha sido en el prepucio. El piercing clásico puede ser vertical y horizontal, dependiendo del gusto o la anatomía de cada persona. Otra perforación que sigue de moda es la de los labios menores y mayores. Las mujeres dayak solían expandir sus piercings con aros de oro gruesos para jalar los labios hacia abajo y hacerlos más prominentes.

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De izquierda a derecha: perforación de labio mayor, perforación horizontal del prepucio y perforación vertical del prepucio.

Occidente: exploradores, marineros y victorianos a la moda

Hasta finales del siglo 20, los piercings de genitales prácticamente no existían en Occidente. Al igual que los tatuajes, se fueron conociendo poco a poco gracias a los informes etnográficos de los exploradores del siglo 19, como Anton Willem Nieuwenhuis. El explorador alemán recorrió el centro de la Isla de Borneo en la década de 1890 e informó sobre sus descubrimientos en una publicación de 1900 llamada Borneo Central: viajes de Pontianak hasta Samarinda. En este texto, Nieuwenhuis describe sus expediciones y relata los procedimientos de la perforación genital.

Elayne Angel, la autora de La Bibilia piercing (2001), explica que en esta era los marineros que regresaban tatuados y perforados a Europa inspiraban a los soldados, a los mineros e incluso a las clases altas conservadoras de la época victoriana. Esto desató una corta moda de pezones perforados al final del siglo 19.

El piercing moderno nació en Los Ángeles

Setenta años después, en las carreteras soleadas de Los Ángeles, entre la música disco, las anfetaminas, las fiestas en albercas y los punks hollywoodenses, el piercing resurgió gracias a los pioneros Jim Ward y Doug Malloy. Famosos por su actividad en la escena gay BDSM, Ward y Malloy popularizaron el piercing genital al presentarlo a la comunidad emergente de modificación corporal.

Malloy, cuyo verdadero nombre era Richard Simonton, tenía una vida doble; de día era un empresario adinerado con esposa e hijos y de noche era Malloy, un homosexual fanático de los piercings y del sadomasoquismo. Ward, apodado por MTV como "el abuelo del movimiento moderno del piercing", fue un innovador en las técnicas de piercing y creó muchos diseños de joyería, como los anillos de bolita fija o las piezas de presión (también conocidas como barbells).

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Malloy financió a Ward y lo animó a abrir su propio estudio de piercing. El estudio The Gaunlet, inaguruado en 1978 en el boulevard de Santa Mónica, West Hollywood, fue el primer estudio en EU que se especializaba en perforación corporal. The Gauntlet también fue el primero en sacar una publicación sobre piercings llamada Piercing Fans International Quarterly (PFIQ), una revista brillante y colorida llena de controversia por las imágenes gráficas de desnudos y de los procesos para las perforaciones.

Desde los primitivos modernos hasta Janet Jackson

Durante la década de 1980, el movimiento de los primitivos modernos adoptó la perforación genital y llevó la cultura del piercing a más comunidades alternativas, como los punks. Los punks ponían alfileres a todo lo que podían y adoptaron los piercings como una expresión de rebelión. Y como todos los medios tenían los ojos puestos sobre los punks, el público empezó a saber más acerca de los piercings.

Sin embargo, la perforación del clítoris seguía fuera del radar. Malloy (famoso por iniciar leyendas urbanas con respecto al piercing) explicó en un número de PFIQ que aunque algunas mujeres de la escena se habían sometido al procedimiento, seguía siendo muy raro. Ward también dijo en una entrevista en 1989 con Andrea Juno, la autora del libro Modern Primitives, que en sus diez años de experiencia, sólo había hecho seis perforaciones de clítoris.

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Al finales del siglo 20, la publicidad de los medios y las celebridades con piercings redefinieron la popularidad y disponibilidad de la perforación genital. Desde Janet Jackson, sus fiestas de piercings y las anécdotas sobre sus labios genitales (o su "parte sur", como ella le dice), hasta Lady Gaga y la vez que mostró sus genitales con joyería a los paparazis en Nueva York. A pesar de seguir siendo provocativo, el piercing genital femenino dejó su lugar en el mundo de lo alternativo y pasó a ser una moda más convencional ahora que las mujeres se están aventurando a perforar sus partes privadas para recibir los beneficios sexuales.

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Perforaciones del clítoris: una polémica dolorosa

Sin embargo, en estos últimos meses, los piercings vaginales pasaron de ser un chisme de celebridades a ser un tema de discusión entre los legisladores ingleses. Según las nuevas leyes, el Departamento de Salud ahora clasifica a las mujeres con piercings en el clítoris o en los labios genitales como víctimas de mutilación genital. Estas nuevas regulaciones siguen los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud, donde los piercings entran en el cuarto tipo de mutilación genital femenina definido como: "Todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos, tales como la punción, perforación, incisión, raspado o cauterización".

La Unión de la Industria del Tatuaje y la Perforación (TPIU, por sus siglas en inglés) sostiene que la perforación corporal "no tiene nada que ver" con la mutilación genital femenina y dijo a BBC Newsbeat que: "comparar la mutilación genital femenina con los piercings consensuales le resta seriedad". No obstante, en los 29 años que la mutilación genital femenina ha sido considerada un delito en Reino Unido, no se ha realizado ninguna detención a pesar de que se calcula que 170 mil mujeres y niñas viven con mutilación genital femenina hoy en día tan solo en Reino Unido.

Con suerte, algún día las leyes va a saber diferenciar entre la modificación corporal voluntaria y el maltrato no consensual. Hasta entonces, los piercings en el clítoris van a seguir siendo exclusivos para las mujeres valientes a las que le gusta la joyería más discreta.