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Pase y llore

¿Por qué soltaron a Moreira?

Tal vez te decepcionó que uno de los priístas con más rating en el corruptómetro fuera liberado la semana pasada. Esto es para que no confiemos tan rápido en el sistema de justicia de cualquier país que parezca primermundista.

Ilustración por Mario Flores, síguelo en @mareoflores.

Hace unos días, muchos tuvieron la oportunidad de recordar que Humberto Moreira existía. Se trata del señor que, todo indica, desfalcó a Coahuila cuando fue gobernador y le dejó una deuda pública de entre 33 y 36 mil millones de pesos. Sucede que, con el número de corruptos de grandes ligas que maneja el PRI, es fácil olvidar cuáles de ellos sonaban en las primeras planas hace cinco años.

Moreira fue detenido por la policía anticorrupción de España el pasado 15 de enero, bajo los cargos de blanqueo de dinero y malversación de fondos públicos. La noticia fue capaz de hacernos volver la mirada, aun en medio del furor por la telenovela entre Kate y el Chapo que produjo la Secretaría de Gobernación: Moreira había multiplicado la deuda por 100 y buena parte de ella había sido contratada con documentos ilegales; dejó la gubernatura para irse a dirigir el PRI cuando Peña Nieto fue nombrado candidato y tuvo que dejar ese puesto porque el ruido que hacía su deuda no dejaba de crecer, además de que comenzaban a conocerse pistas de su probable asociación con el narco.

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El pleito que le armaron en España amenazaba con ser un hit. Para empezar, el tuit donde se anunciaba la captura parecía un troleo directo a Peña Nieto y su "misión cumplida" del Chapo. La fiscalía acusó a Moreira de estar relacionado con los Zetas (y habló sobre sospecha de que el asesinato de su hijo, en octubre de 2012, fuera un ajuste de cuentas narcas). Más que eso, dijo que era un subordinado del cártel y además, que tenía indicios de un millonario lavadero de dinero regenteado por el ex góber.

Pero Humberto Moreira duró solo una semana en la cárcel. El viernes pasado lo dejaron ir, sin necesidad de fianza. Solamente le prohibieron salir de España (lo que significa que ahora está preso en el país donde ha vivido los últimos años como duque, pobre), le dieron una palmadita y le dijeron que se portara bien. De un día para otro, el juez Santiago Pedraz, que llevaba el caso, dijo que no podía acreditarse el lavado de dinero y que perdón por hacer tanto pedo.

La liberación sirvió, al menos, para algo: le bajó el volumen a quienes, desde México, empezaban a elogiar a la justicia española con admiración colonial. A esa misma justicia que, para citar nada más que dos ejemplos recientes, se puso en contra de los miles de personas que fueron lanzados a la calle durante la crisis económica y que inhabilitó al juez Baltazar Garzón por haberse atrevido a indagar la corrupción en el partido más poderoso del país (y por haber sido incómodo para la culerocracia, en general). Fuera de lo anterior, esa puesta en libertad fue para desanimarse, aunque ya estamos acostumbrados a malas noticias por el estilo.

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Aunque él (Moreira), como sus abogados y más de uno de sus colegas priístas usen el micrófono para elogiar el fallo del juez y cantar alabanzas a la verdad que se abrió paso, va a estar difícil para que resulten convincentes cuando digan que se trata de un buen ciudadano. A Moreira lo cercan las evidencias: además de la deuda ilegal de tamaño olímpico con que dejó a Coahuila (y de las acusaciones en su contra por formar parte de los Zetas), el que fue tesorero del estado durante su gestión se declaró culpable de lavado de dinero en una corte texana. En noviembre de 2014, el empresario coahuilense Rolando González fue detenido también en Texas y las investigaciones en su caso revelaron a Moreira como la persona que dio la orden de que se contratara deuda con dinero público a su nombre. Esto no solo ocurrió una vez, y las cantidades en cada ocasión eran millonarias. En otras palabras, el ex góber operaba una red de lavado de dinero público.

Moreira formó parte de una cosecha de gobernadores salidos del PRI que desfalcaron su estado mientras (coincidentemente) Peña Nieto construía su candidatura. Entre otros, Andrés Granier en Tabasco y Fidel Herrera en Veracruz. La campaña de nuestro actual intento de presidente duró un buen rato (para todo efecto, lo mismo que su periodo como gobernador en el Edomex) y fue muy, muy cara. Como cara al nivel de varias superproducciones de Hollywood juntas.

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Puede que no haya relación entre el enorme desvío de dinero en estados gobernados por el PRI y la serie de operativos propagandísticos y de compra de voto que llevaron a Quique a la presidencia. Pero no parece probable que solo se tratara de hacer que esos miles de millones llegaran a manos de los gobernadores y sus familias (a menos que se trate de un deseo de enriquecimiento muy por encima de lo que podemos imaginar nosotros, pobres mortales), sino de negocios con alcances más amplios. El hecho es que aun con las migajas de ese inmenso fraude, a Moreira le alcanzaba para darse la vida sabrosa que llevaba en Barcelona (la ciudad a la que recientemente fue enviado como cónsul Fidel Herrera, por cierto), donde rentaba un chalet a 3,500 euros por mes, cursaba un máster con mensualidad de 4 mil euros y manejaba un volvo de lujo. Él decía que se mantenía con sus ahorros y una bequita. Lo cual, ajá, claro.

Con todo lo descarado que haya sido Moreira para desparramar billetes, era raro que se hubiera procedido contra él en su país adoptivo. Por lo general, las relaciones entre España y México están marcadas por el solapamiento mutuo de la alta corrupción. Hay una larga lista de empresas españolas que hacen lodo en nuestro país, aprovechando que, aquí, el límite para la explotación es el cielo. Los bancos son un caso extremo de esto. BBVA, por ejemplo, obtuvo el 45 por ciento de sus ingresos totales en México, a pesar de que se encuentra presente en otros 34 países. OHL, un enorme conglomerado español que ha obtenido concesiones millonarias con el gobierno federal y algunos estatales, ha sido ventilada desde el año pasado como beneficiaria de contratos irregulares y con todo y las grabaciones que se publicaron, en las que funcionarios y ejecutivos de la empresa se reparten el pastelote, las ganancias que obtiene aquí siguen creciendo.

Ese grado de fermentación de los políticos nacionales alimenta la prosperidad de empresas como las anteriores y ha ayudado a que se forjen fortunas de mexicanos que hacen negocios cada vez mayores en España (Slim, los Servitje y su Bimbo, empresas alimentarias como Gruma y Campofrío, así como uno de las criaturas de Peña Nieto, Roberto Alcántara). Seguir el hilo del caso que querían armarle a Moreira habría implicado destapar aspectos profundos del funcionamiento del aparato priísta (y de la construcción de la candidatura de Peña Nieto). Es muy posible que eso hubiera desatado una crisis de los dos lados del charco, porque no habría resultado nada conveniente para los negocios españoles la molestia que el gobierno de su país provocara en Quique y su partido. Con su liberación, alguien pudo tener la impresión de que la política mafiosa del PRI había logrado penetrar el sistema español de justicia, para influir en su decisión. Pero sería más honesto decir que esa puesta en libertad devuelve la relación entre los dos países a la normalidad corrupta de siempre.

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