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Aunque él (Moreira), como sus abogados y más de uno de sus colegas priístas usen el micrófono para elogiar el fallo del juez y cantar alabanzas a la verdad que se abrió paso, va a estar difícil para que resulten convincentes cuando digan que se trata de un buen ciudadano. A Moreira lo cercan las evidencias: además de la deuda ilegal de tamaño olímpico con que dejó a Coahuila (y de las acusaciones en su contra por formar parte de los Zetas), el que fue tesorero del estado durante su gestión se declaró culpable de lavado de dinero en una corte texana. En noviembre de 2014, el empresario coahuilense Rolando González fue detenido también en Texas y las investigaciones en su caso revelaron a Moreira como la persona que dio la orden de que se contratara deuda con dinero público a su nombre. Esto no solo ocurrió una vez, y las cantidades en cada ocasión eran millonarias. En otras palabras, el ex góber operaba una red de lavado de dinero público.Moreira formó parte de una cosecha de gobernadores salidos del PRI que desfalcaron su estado mientras (coincidentemente) Peña Nieto construía su candidatura. Entre otros, Andrés Granier en Tabasco y Fidel Herrera en Veracruz. La campaña de nuestro actual intento de presidente duró un buen rato (para todo efecto, lo mismo que su periodo como gobernador en el Edomex) y fue muy, muy cara. Como cara al nivel de varias superproducciones de Hollywood juntas.
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