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Μodă

Todos los códigos postales son fashion: una crónica del 080

La semana pasada se celebró de nuevo en Barcelona la pasarela 080 para dar fe de que la moda en la ciudad condal sigue ahí (qué alívio).

La semana pasada se celebró de nuevo en Barcelona la pasarela 080 para dar fe de que la moda en la ciudad condal sigue ahí (qué alívio).

En las instalaciones de la carpa situada en el barrio de la Barceloneta, además de una cantidad ingente de modernos y aspirantes a modelos con extravagantes calzados (todo el mundo llevaba la bamba de Bernhard Wilhelm para Camper), se pudieron ver las nuevas propuestas para la temporada otoño/invierno 2011/12.

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Hablar de la calidad en las colecciones siempre resulta muy relativo y encontrar una tendencia que defina todo lo visto en el 080 (aparte del witch house que sonaba en cada pasarela sin excepción) es un absurdo. Concretamente, uno de los temas más interesantes que se tocaron en las mesas redondas que se realizaron paralelamente a los desfiles, y que organizamos nosotros (aplauso, por favor), fue la falta de un concepto/escuela de moda catalana o barcelonesa, un sello que los defina.

Eso sí, después de la experiencia de varias ediciones, algunos de ellos, sobre todo los diseñadores autóctonos y a los que realmente podemos considerar independientes, empiezan a despuntar con trabajos cada vez más profesionales y mejor acabados. Manuel Bolaño, cada día más cerca de las propuestas de grandes diseñadores, tanto por su concepto hipercreativo de la moda como por la calidad en la elaboración de sus piezas, se acercó de nuevo a lo oscuro, mientras la ganadora, Krizia Robustella, siguió apostando por ese estilo deportivo que ya ha transformado en su sello personal, algo así como sumergirse en un capítulo de Sensación de vivir dirigido por John Waters.

En las pasarelas convivieron como siempre la austeridad minimalista habitual con tendencia al bostezo, junto con propuestas más contundentes que nos dejan creer que, aunque no somos Amberes, hay gente que sabe muy bien lo que hace, y eso mola. Estamos tope hartos de ver colecciones que se pueden definir co mi 'escuela belga de rastro'. Para con los hombros cuadrados ya, por favor.

Definitivamente, Barcelona tiene una cantera con mucho potencial que sigue creciendo lentamente en esta supuesta ciudad del diseño que antaño nos quisieron vender, y lo que vimos en la pasarela es clara muestra de ello. Karlota Laspalas, siempre fiel a una pulcritud excepcional o las refrescantes ideas de algunos diseñadores orientales como Juun.J siempre ayudan a subir un poco más el listón y nos indican que, al menos, seguimos teniendo un poco de buen gusto.

Es probable que muchos sigan asistiendo al 080 por la cerveza gratis y esos chips de Lays, pero al menos nos queda el consuelo de saber que en sus estudios y sobre sus cuadernos Moleskine hay cabecitas pensantes metidas en todo este mundillo que hacen lo que tienen que hacer y que, encima, lo hacen de puta madre.