Fotos de personas que no querían ser retratadas
© Michael Wolf, 'Fuck You #(number file), Paris 2008-2010, cortesía de Blue Lotus Gallery.

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Fotos de personas que no querían ser retratadas

FUCK YOU: No a todos les gusta salir en la foto.

Reflexionar sobre la selfie ya es “un lejos”. Se me hace prehistórico el momento en el que el espectador empezó a dejar de mirar a un otro inalcanzable, para mirarse y mostrarse así mismo. Ésta práctica, o fiebre colectiva, está instalada hace rato. Y ya son multitud los que, en los últimos años, han cambiado el cliché de “dejarlo todo para poner un bar en la playa” por el de “abrir un emprendimiento de sí mismos”. Influencers, les llaman.

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Pero, como suele ocurrir, siempre están los que eligen pararse en la vereda de enfrente. No a todos les apetece salir en la foto. Así lo demuestra el proyecto FUCK YOU del fotógrafo, alemán, Michael Wolf.

Nacido en Munich en 1954, Wolf creció en Canadá y Estados Unidos. Actualmente vive en Hong Kong. Tras pasar cientos de horas navegando por Street View, luego de cinco meses concretó los proyectos A series of Unfortunate Events, Portraits, y Fuck You: una galería de retratos de aquellos que prefieren no ser retratados, por la que recibió una mención honorable del World Press Photo.

El proyecto de Wolf, a simple vista, podría parecer una tarea sencilla para un fotógrafo que ha retratado la arquitectura, la noche, y la industria de Hong Kong, entre otros muchos trabajos que lo han hecho merecedor de premios, y de un lugar en museos como The Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Sin embargo, los desconocidos y sus Fuck You –fotografiados por los automóviles de Google– y hallados por Wolf en estos mapas virtuales, abren la posibilidad de una interesante reflexión. Parecen ser un bastión de resistencia, contra un control bestialmente omnipresente.

¿Qué ganamos, y qué perdemos, cuando la selfie, y la auto-exposición, ya no se reducen a una decisión personal, sino que el ser registrados es una potencialidad latente hasta en el trayecto que hacemos un lunes desde nuestra casa al trabajo, o un domingo, del sillón al almacén de la esquina?

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Quizás para muchos sea “seguridad” lo que se nos otorga. La seguridad de que todo quede registrado, de que siempre exista una imagen “testigo” en caso de ser necesaria. ¿Pero a qué precio?

Entrevistamos a Michael Wolf para conocer más sobre FUCK YOU, y su mirada sobre estos temas.

CREATORS: ¿Cómo surgió la idea de FUCK YOU, y cómo fue el proceso de trabajo?

Michael Wolf: En 2008 comencé a trabajar con la plataforma de Google, Street View. El primer proyecto que hice fue “Paris Street View” donde básicamente exploré la ciudad, no a pie, sino usando únicamente la plataforma virtual. Comencé a fotografiar las calles desde la pantalla, con mi cámara en un trípode. Así fue que encontré la imagen de un hombre, en una motoneta, que le hacía fuck you a la cámara de Google –y por ende– a mí. A raíz de eso, se me ocurrió rastrear todas esas locaciones donde la gente le hacía fuck you a la cámara de Google. Al final, tenía entre 32 y 35 imágenes, o incluso más. Algunas, las encontré azarosamente. Otras en sitios de Internet donde la gente las posteaba luego de encontrarlas en Street View.

Junto a mi editor decidimos hacer un libro sobre esta suerte de declaración que puede interpretarse en dos niveles. Por un lado, puedes interpretarlo como que le están diciendo fuck you a Google, por invadir su privacidad. Pero, por otro lado, de alguna forma están dirigidos a mí, porque soy yo quien está mirando a estas personas haciendo el gesto. Este proyecto resultó en un libro, llamado FY, que edité con Peperoni Books en Berlín.

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¿Por qué decidiste fotografiar la pantalla de la computadora, en lugar de hacer capturas de pantalla?

Como soy fotógrafo, quería tomar fotos reales. Y en una captura de pantalla la mayoría de estas imágenes tienen sólo dos centímetros cuadrados, son muy pequeñas. No puedes imprimir con ellas ni una tarjeta postal. Intencionalmente, yo quería hacer impresiones de gran tamaño. Por eso decidí poner la cámara en un trípode y fotografiarlas directamente desde la pantalla.

¿Qué descubriste o reflexionaste a partir de FUCK YOU? ¿Le encuentras relación con las teorías desarrolladas por Michel Foucault en torno a las Sociedades Disciplinarias?

Siempre que doy charlas, o conozco a personas que me preguntan por mi trabajo, digo que mi cerebro sigue a mi instinto. No hay un trasfondo teórico que me haya llevado a hacerlo, fue sólo la reacción de mi instinto. Encontré una maravilloso fundamento, porque cuando apenas apareció Street View había muchos conflictos con la privacidad. La gente estaba molesta con el hecho de que no tendrían control sobre cuándo o dónde serían fotografiados. Así que fue básicamente mi reacción a lo que generaba esta herramienta.

En FUCK YOU, y en otros de tus trabajos, utilizas Street View como materia prima. ¿Cuál fue la motivación detrás de esta decisión?

Vivo en Hong Kong, y mi esposa y mi hijo se mudaron a París en 2008. Decidí no mudarme con ellos, porque aún estaba –y sigo estando– enamorado de Hong Kong. Es mi ciudad, y me ha dado la oportunidad increíble de descubrir y explorar una ciudad en profundidad. En París me sentía alienado, me parecía un decorado de Hollywood que carecía del caos visual de Hong Kong. Me costaba mucho encontrar un tema con el que trabajar. Y como Google Street View era relativamente nuevo -creo que tenía solo ocho, o nueve meses en aquel momento- cuando llegué a París, en lugar de explorar la ciudad realmente caminando por las calles, por alguna razón, decidí explorarla desde la plataforma de Street View. Lo hice durante un largo período.

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Durante cinco meses estuve sentado frente a la pantalla, a veces por tres, o cinco horas. Fue interesante, porque al fotografiar, tomar fotografías reales y hacer recortes, básicamente podía crear mis propias imágenes. Había muchas direcciones fotográficas posibles, y podía reinterpretarlas todas con mi cámara, re encuadrando cosas como las imágenes de Street View. Fue como una suerte de experimento, y la posibilidad de experimentar con algo muy nuevo.

¿Cuál es tu postura frente al concepto de copyright que se pone en crisis con estas nuevas prácticas artísticas?

No veo una crisis. Quiero decir, considero que si creas tu propia imagen a partir de otras no hay un problema de copyright. Al comienzo me preocupaba, no estaba seguro de si me metería en problemas con Google, no sabía si ellos tenían los derechos de esas imágenes. Pero investigué un poco, y en algún lugar leí que no prohibían el uso de Street View para propósitos artísticos. Así que, en ese sentido, yo estaba haciendo una interpretación completamente diferente de esas imágenes. Creo que eso es totalmente aceptable. Se ha hecho en el arte a lo largo del tiempo, e implica crear algo nuevo. Si observas el trabajo de Sherrie Levine, por ejemplo, ella re-fotografía fotografías. Es una obra muy conceptual.

¿En qué otros proyectos trabajas actualmente?

Trabajo cada día en Hong Kong. Salgo por al menos dos o tres horas, y camino por las calles.

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Estoy muy interesado en la cultura vernácula, e intentando hacer una especie de enciclopedia. Estoy muy familiarizado con la gramática visual de Hong Kong, entonces, entiendo por qué las cosas se ven como las veo. Hong Kong está cambiando tan rápido que, en diez o quince años, no podrás reconocer qué es lo que está sucediendo. La fotografía es un medio importante -o el más importante- para documentar cosas, y creo que como he estado haciendo esto durante veintitrés años, en algún momento será un registro importante para mostrar cómo era Hong Kong, en determinado lugar, en determinada época.

Window Watching, un proyecto que llevaste adelante en 2013, en el que fotografiabas la intimidad de distintos ciudadanos de Hong Kong, hoy adquiere otro valor. Observar sin ser observado siempre fue una actividad atractiva. Pero en los últimos años, el interés por la intimidad del otro, parece haberse ido diluyendo, con esta nueva tendencia a observarnos y mostrarnos a nosotros mismos. ¿Cómo diste con la idea de Window Watching, en su momento?

Window Watching tuvo su origen en el hecho de que por aquel entonces vivía en un departamento en el piso 21, rodeado de edificios. Básicamente tenía cientos de ventanas a las que mirar cada noche. Comencé por sentarme con mi cámara, a mirar, desde mi ventana, las ventanas ajenas. Y la mayoría de las situaciones que encontraba eran completamente banales. Gente mirando la televisión, una niña haciendo los deberes del colegio… Pero al final, abandoné el proyecto. De alguna manera sentí que era injusto hacia la gente de Hong Kong, porque implicaba invadir su privacidad. Hong Kong me ha dado mucho, y no quería abusar de eso. El proyecto no era tan importante para mí como para no poder abandonarlo. Así que, de un día a otro, dejé de tomar aquellas fotografías, y no volví a mostrarlas. Hoy está archivado en mi estudio, no tengo idea de si alguna vez lo revisitaré. Ya veré…

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¿Qué repercusiones tuvo en aquel momento?

Lo tuve publicado en mi sitio web por un corto periodo de tiempo y generó mucha controversia. Muchos sintieron que estaba invadiendo su privacidad, y cuando reflexioné al respecto, entendí que de alguna manera era cierto, y lo saqué.

¿Llegaste a conocer a alguno de los individuos que retrataste?

No. Pero, hice un proyecto similar en Chicago llamado The Transparent City que básicamente consistía en observar ventanas por la noche.

La mayoría eran ventanas de oficinas, pero también de condominios. Hice un libro a partir de ese proyecto, una exposición en Nueva York, y otra en Chicago, en el Museum of Contemporary Photography, y allí conocí a varias de las personas a las que había retratado. Pero, en verdad, todos se sintieron halagados, excepto un hombre que se quejó de que lo hubiera fotografiado comiendo un snack, tarde en la noche. Me envió un mail diciendo que todos sus amigos lo habían alertado de que había una foto de él colgando en un museo, y que le resultaba un poco extraño ser observado sin saberlo. Así que le respondí preguntándole si quería que quitara la fotografía del museo, o si prefería que le enviara una copia. Gustosamente aceptó esto último.

¿Cómo piensas los límites entre lo público y lo privado, hoy, en un mundo cada vez más “virtualizado”, donde cada paso que damos parece estar retratado por algún tipo de cámara o dispositivo? ¿Qué opinión tienes al respecto?

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Lo encuentro bastante perturbador.

Me resulta curioso esto de que la gente se queje, por ejemplo como en el caso de Hong Kong, de que los fotografiara a través de sus ventanas, pero que nadie se queje en absoluto de las miles de cámaras que documentan nuestras vidas constantemente, cada día, en cada esquina. Sucede en Hong Kong, Londres, Nueva York… De alguna manera es aterrador, más aún con toda esta nueva tecnología del reconocimiento de rostro. Cada paso que damos, y cada cosa que hacemos, pueden ser vigilados. No significa necesariamente que se abuse de ese poder, pero genera un gran potencial de abuso, dependiendo de quién tenga el control, de quién controle esos dispositivos. Por eso me resulta inquietante.

Conoce más de Michael en su sitio.

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