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Música

La gloriosa resurección del ska en Bogotá

Un concierto gratuito y masivo en la Media Torta nos advierte el regreso de uno de los géneros más poderosos de la capital.
Foto cortesía de Juan David Hernández Bravo

Saliendo de un toque de Los Elefantes a principios de 2017, Felipe Leyva, frontman la agrupación de antaño en la escena ska del país, La Urband, se fue con tres amigos a "arreglar el mundo" en una típica cantina bogotana. Con pola en mano, decidieron formalizar el colectivo que Felipe ya había imaginado al ver la falta de público cuando se presentaba con su banda. "Vengo con La Urband y me doy cuenta en febrero que no hay público. O mejor, que el público estaba, pero faltaba un poco de organización de las mismas bandas", me comentó el sábado pasado durante el Ska Paradise, el primer festival de ska gratuito en Colombia. Para ellos, dejar morir el ska colombiano, que viene agonizando desde hace ya varios años, no era una opción, mucho menos para los amantes de esta música que le hace mover los pies hasta al más viejo como si fuera una copia del Chavo del 8.

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Es sábado, estamos en la Media Torta y Felipe está a menos de dos horas de subirse al escenario que pisó por última vez hace más de siete años. Pero bueno, antes de hablar del resurgimiento, devolvámonos a la época dorada de este género en la capital.

Breve introducción a la escena ska bogotana de los noventa

Los sagrados noventas.

Durante esta década, bandas como Los Fabulosos Cadillacs y Mano Negra influenciaron el esparcimiento de un ritmo particular en Colombia, uno que fusionado o mezclado casi con cualquier cosa seguía oliendo a afro. La influencia característica del 2 Tone, o la segunda oleada del ska, fue determinante para la escena local con bandas internacionales como The Specials, Madness y The Selecters. También de los sonidos caribeños y del buen punk, nacieron bandas locales como Skartel, Los Elefantes, Kabala, Humano X y La Sonora 100 Fuegos.

Foto: Cortesía de Los Elefantes

No pasó mucho tiempo para que esos toques de garaje en los que se podía escuchar las bandas nacientes fueran adquiriendo peso. Así, en 1996 apareció el primer Skalloween, un festival característico de los meses de octubre en Bogotá que aunque fue muy intermitente y tuvo menos de 7 ediciones, evidenció el talento colombiano a la hora de hacer ska. Era (y sigue siendo) imposible no sentir que se nos llena el alma al escuchar canciones como 'Boca e Caiman' de Los Elefantes, 'Marinero' de 1280 Almas, 'Marciano' de Doctor Krapula y hasta 'Cuando la gente se pare' de La Severa Matacera, temas que marcaron una de las épocas más importantes del género en el país.

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La decadencia del ska bogotano de los 2000 (y 15 añitos más)

Todo iba bien hasta la llegada del nuevo siglo. De hecho, hasta en Rock al Parque hubo una participación importante de bandas de ska colombiano y latinoamericano que convocaron una buena cantidad de público. Es imposible olvidar los shows de La Maldita Vecindad en 1997, Los Autenticos Decadentes 1996 y 2004, The Skatalites en 2004 y Panteon Rococó en 2003, 2007 y 2017 en los escenarios del festival gratuito más grande de Latinoamérica. Sin embargo, de unos cinco años para acá la vuelta fue cambiando drásticamente.

El ska colombiano estaba estancado y quienes sacaban la cara por el género eran siempre las mismas bandas: Skampida, The Klaxon y La Severa Matacera, que aunque son muy buenas, estaban evidenciando la falta de propuestas novedosas o arriesgadas en la escena. Además, las diferencias entre grupos urbanos levantaron una ola de violencia, dejando uno que otro apuñalado en los toques y generando un rechazo tanto de las bandas como del público no sectorizado. Tampoco contribuyó el hambre de fama de algunas bandas de ska. El ejemplo tal vez más evidente es Doctor Krapula, una banda a la que su afán de popularidad la llevó a tocar hasta en los Evento 40 y a convertir su sonido en algo cada vez más similar al tropipop que a la sabrosura del ska de antaño.

Lo que las prostituidas bandas cambiaron por fama y luca es lo que se extraña localmente. Y es que lo mejor del ska colombiano es el hecho de que le apunta directamente a ese caribe que llevamos en las venas. Las fusiones que escuchamos con son cubano, cumbia, salsa y hasta vallenato, no demeritan nada las fusiones que se habían creado en Europa y Estados Unidos. Y aunque acá las bandas se hacen famosas a punta de covers de temas ingleses de décadas pasadas, cuando toman la batuta y hacen música propia con los ritmos que tienen a la mano, salen obras espectaculares como 'Drinking Corazón' de la extinta La Kontra, una banda que es el ejemplo claro de que el ska underground de la tierrita transpira talento.

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Si había calidad y un público que copiaba, ¿por qué estaba muriendo el género? "Yo creo que no es tanto el público, sino las mismas bandas. Les falta ver lo suyo como una empresa y no como un hobbie. Cuando tienes objetivos y metas claras, obviamente la banda empieza a lograr éxitos", me contó Felipe, y agregó: "Si la gente ve una banda organizada, con buena música, buen ensayo, buena imagen; claramente les van a copiar. Si no, va a ser muy difícil que el público conecte. Porque lo que hay que conectar es al público, no a las demás bandas".

El resurgimiento de la escena

Foto: Juan David Hernández Bravo

Sin duda alguna, Felipe hizo más que ver su banda como una empresa. Tuvo en cuenta todo el movimiento del ska en Colombia y después, con las tirantas bien puestas, empezó a darle duro con su equipo de trabajo. En abril de este año fundaron Bogoska Collective, colectivo que se dio a conocer por redes sociales y que reimprimió en la mente de los consumidores de ska el amor por el talento musical colombiano. Bogoska cuenta con el apoyo de bandas locales como Los Elefantes, Severoreves, La Urband, Lo que Diga el Dedo, y con el de otros colectivos a nivel sudamericano como La Sociedad Ska Perú, de la que hacen parte bandas importantes como Vieja Skina, Doctor Cobra y Malauero. También están en contacto con Ska Unity Argentina, que es liderado por ex integrantes de Los Fabulosos Cadillacs y tiene participantes como Hugo Lobo, Los Baretta y Los Aggrotones.

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"Se hizo una estrategia de captación de público en redes sociales y posteriormente se hizo el Ska Paradise" me cuenta Felipe. Esto después de que de seis años para acá, los eventos de ska en Bogotá no pasarán de toques en incómodas casas alquiladas, salones comunales o bares de mala muerte, lo que dificultaba que todas las bandas nacientes se dieran a conocer. Cualquiera que siga la página del colectivo recordará el montón de publicaciones y de transmisiones en vivo por Facebook que fueron convocando cada vez más parche. En poco tiempo, la fanpage en ya tenía más de cuatro mil seguidores. Cinco meses después de haberse estado matando la cabeza pensando cómo hacer para no dejar morir todo un movimiento musical, Bogoska Collective junto a la Fundación SUWAO, con el apoyo de IDARTES, estaba organizando el primer festival de ska gratuito en Colombia en la Media Torta: el Ska Paradise.

El evento estuvo del putas. Empezaba a las 10 de la mañana del sábado 22 de este mes: un horario duro para los no madrugadores, pero eso no impidió que la gente cumpliera. The Beer Klub, El Punto, The Impostors Band, Memoria Insuficiente, Severoreves, Blam Blam Fever, The First Band y La Urband fueron las bandas que le pusieron la cara al evento. Algunas no eran muy conocidas, pero entre covers y canciones propias, cada una le imprimió un toque característico al festival. Se tenían pensadas sólo mil entradas permitidas y antes de mediodía ya se había llenado el cupo. No pasó mucho tiempo para que habilitaran el ingreso de más público. En total se estiman más de 2.500 personas las que llegaron a la cita.

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Foto: Juan David Hernández Bravo

El festival se mantuvo con buen sonido, buena venta de empanaditas y toda la energía que bota el ska. Sin embargo, no faltaron algunas riñas, sobre todo en la entrada, cuando los no madrugadores se rehusaron a perderse el festival cuando aún no habían habilitado el ingreso para más de mil personas. Las riñas no pasaron a mayores, y es triste decir que su ocurrencia ya es una constante en toques de ska en los que abundan las agrupaciones urbanas que tensionan el ambiente.

"A la gente hay que educarla. Deben saber que esto lo trabajamos es por ellos. Hay que lograr que todos trabajen por lo mismo" apuntó Felipe cuando le pregunté sobre las riñas entre diferentes grupos afines al ska.

El primer Ska Paradise finalizó antes de las seis de la tarde, y sus asistentes se fueron con la promesa de que en un año se repetirá el festival, posiblemente con presentaciones internacionales.

Volver a ver un evento de ska de esta magnitud invadió de nostalgia a muchos quienes ahí estábamos, y al mismo tiempo, nos llenó de expectativas sobre el futuro de este género en Colombia. Mientras esperamos a ver qué pasa con él, no nos queda más que aprovechar que Bogoska Collective está mandando la parada en cuanto a propuestas e iniciativas que revivan al ska a este lado del mapa. Apoyar este tipo de iniciativas es clave para que se abran espacios más prósperos y para que el ska le llegue a mucho más público.

Ahora, a tomar pola con sus amigos. Dense cuenta que las iniciativas de "borrachos" también dan buenos frutos, y esta historia lo demuestra.