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Poltergeist 2.0: ¿Dónde está el terror?

El director Gil Kenan tiene una hora y media para hablarle a su público preferido con diferentes códigos siniestros y guturales.

Polstergeist 2.0.

Mil novecientos ochenta y dos no fue sólo un año de Reebok, Van Halen y melenas al viento, fue un año de juegos diabólicos. Poltergeist llegaba a las salas de cine a acabar con la tranquilidad de cualquier espectador; las crispetas volaban con cada contorsión de terror, las adolescentes gritaban como sirenas de incendio sin despegarse del musculoso brazo de su novio aterrorizado. En la oscuridad de la sala, esta eléctrica historia de espíritus ruidosos que se apoderaban de una casa promedio en un suburbio americano, ponía a más de uno a rezar el "Padre nuestro" y a comerse las uñas.

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Esta película de terror, enmarcada en la ciencia ficción y el suspenso que se desencadena a la velocidad de la luz, fue dirigida por el amo de la histeria y los desadaptados que persiguen gente bonita con una sierra, Tobe Hopper. La leyenda del miedo estadounidense, también recordado por dirigir la famosa Masacre de Texas (1974), se alió con la producción de Steven Spielberg y dio paso a una de las pesadillas americanas más recalcitrantes: la casa endemoniada que no se debe abandonar, como una muestra de gallardía, hasta que todo esté resuelto.

Sin embargo, parte del pánico y la angustia que trajo esta primera versión de Poltergeist recae en historias urbanas. Se dice que en la post producción de la película algunos actores murieron y otros tuvieron accidentes relacionados con hechos de la historia. ¿Coincidencias? ¿Chismes hollywoodenses?¿Estrategia de publicidad? A ciencia cierta, todo fue gris y no hubo una explicación sensata. El caso es que debido a estos incidentes, Poltergeist, como un anticristo de 90 minutos, fue bautizada como "la película maldita".

Veintitrés años después, en el dos mil quince, el año de los remakes, de volver al pasado con el riesgo de destruir todo recuerdo grato, llega Poltergeist 2.0. Esta vez en 3D y 4D. El mismo estereotipo de familia de los ochenta. Un papá desempleado, una mamá bohemia y tres hijos: la adolescente por antonomasia y los dos pequeños inquietos que perciben, y parecen desatar, el mal en su propia casa. Vuelve y juega la misma historia, tal vez un poco anacrónica y extravagante. Apegada a la ciencia ficción de hace más de veinte años y divorciada de un eje narrativo visceral.

Seguramente, muchos estaban pensando que Poltergeist 2.0. les iba a aflojar las cuerdas vocales y a dejarles el estómago blandito. Yo también pensé lo mismo. Pero para sorpresa de todos, algunos críticos, desde el LA Times hasta Cinemablend, la han llamado una película de niños. Niños inquietos que disfrutan hablando con almas en pena, pequeñitos malos en su inocencia que traen mala suerte y visitantes de las tinieblas del más allá a cada casa nueva. Si en la primera versión de la película el sueño americano se destruye, en este remake las esperanzas ya se habrán ido desde el principio, de las manos de los más pequeños.

Gil Kenan dirigió la reinvención de esta pesadilla de los suburbios gringos post modernos. Nominado al Oscar por Monster House (2006), una película animada para niños, tomó las riendas de este proyecto y se quedó en el pasado, añorando y exagerando el presente. Tal vez los antecedentes del director sean una razón para llamar al remake de este clásico del terror, "una película de terror para niños". Aunque ha sido calificada como PG-13 (para mayores de trece años por contenido sugestivo y alguna que otra grosería), puede que esta película se asemeje más a Narnia que a El Conjuro, o a la misma Poltergeist. Al fin y al cabo, es la romántica historia de la unión de una familia gracias a la aparición de unos espectros electromagnéticos en su nueva casa; los dos hermanitos menores viven esta aventura, que los lleva de la televisión y del clóset al infierno del purgatorio.

Kenan tiene una hora y media para hablarle a su público preferido. Con diferentes códigos siniestros y guturales, y con una extravaganza de efectos especiales, el director más el reparto (entre ellos, el más conocido, Sam Rockwell, el asesino descamisado de Los Ángeles de Charlie (2000)) visten de niña a la película maldita de los ochenta. Al fin de cuentas, no estaría mal que llevara a su hermanito menor a que afine cuerdas vocales y llegue a casa pensando que detrás de la televisión hay algo más que el simulador de guerra extraterrestre de Halo.