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La plaga

Abuelitos en cuero

Un tour por la inmensa colección de moda y parafernalia gay de Hector Matos.

Una muestra de accesorios de cuero recargada sobre la pared de Unique Gallery.

Unique Gallerie & Collectibles se ubica en una tranquila calle bordeada de árboles, en uno de esos barrios del norte de Brooklyn que han sido transformados, en la última década. De ser un enclave étnico estos barrios se convirtieron en un concurrido destino para el brunch. Hector Matos, quien fundó la galería Unique en 2012, creció en la zona y observó de primera mano cómo se produjeron los cambios, cosa que lo llevó a adquirir las antigüedades y obras de arte que llenan la pequeña tienda. Su colección —me dijo— incluye un original de Diego Rivera, esculturas de Nancy Grossman y, sobre todo, alberga una de las mayores colecciones del mundo de ephimera (colección de flyers, recortitos y cualquier publicación de vigencia efímera) vintage y reliquias de la escena de cuero gay de la ciudad.

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Matos encontró sus primeras piezas de arte homoerótico a lo largo de los 80s, en ventas de garaje y subastas en la ciudad de Nueva York, encontrando algunos de sus artículos más interesantes en sótanos y armarios. Su colección cuenta ahora con una serie de impresionantes nombres —obras de Tom de Finlandia, Arthur Tress y Robert Mapplethorpe han encontrado un hogar aquí— pero a medida que su pasión por el tema creció, comenzó a ampliar sus horizontes más allá de las bellas artes y se interesó en revistas, ropa, juguetes, accesorios de cuero, máscaras, fotografías personales y cartas, que dan narrativas intensamente sexuales y extrañamente conmovedoras a los demás elementos.

Al principio Matos fue atraído a este sustrato del mundo del arte por razones puramente estéticas, pero con el tiempo sus intereses lo pusieron en contacto con las personas que le ayudaron a entender la historia de la escena también. Él le da crédito a Jack Stein, un trabajador social y compañero coleccionista, como quien le ayudó a descubrir el sentido secreto y el significado de las distintas partes de su colección. Otro ayudante clave es la amiga y asistente de Matos, Nina Pearson, que ha curado y catalogado meticulosamente cada pieza que él posee.

Matos sueña con exhibir su colección en galerías y museos de Nueva York, y recientemente ha dado un paso importante hacia ese objetivo, al mostrar algunas de las piezas en el Museo de Leslie Lohman de Arte Gay y Lésbico. “Es mi firme convicción que esta colección esté en algún tipo de espacio público o un museo”, me dijo. “Quiero que ésta era de la subcultura homoerótica se dé a conocer y no se olvide”.

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Revistas de pornografía gay de los años 60s y 70s. Varían entre una mayoría de publicaciones soft-core como Blueboy hasta la más explícita, Drummer (que ofrecía escritura y arte de alta calidad, pero también muchos penes). Mientras que estábamos tomando las fotos, el fotógrafo, Pacifico Silano, se dio cuenta de que hay una especie de inocencia que fluye a través de las imágenes, tal vez porque estas publicaciones salieron antes de que la epidemia de VIH devastara la comunidad y desterrara la idea de que el sexo puede ser un acto alegre sin consecuencias a largo plazo.

Las cartas y fotos personales son una de las partes más emocionantes de la colección de Matos. Mucha correspondencia comenzó cuando los hombres ponían anuncios con una dirección de apartado postal en muchas publicaciones gay de la época, pero mientras que las cartas resultantes son deliciosamente lascivas, también pueden ser muy sensibles. Aunque el sexo era fundamental para la identidad de estos hombres, ellos también buscaban conexiones y comunidad con aquéllos que compartían sus intereses, lo cual no era fácil en una época tan cerrada.

Pornografía vintage y un condón de la época, que descubrimos en el bolsillo de una chamarra de mezclilla durante nuestra visita.

Un consolador de cristal grabado y un frasquito de poppers. Uno era probablemente ornamental, el otro bastante práctico.

Dentro de la escena clandestina del cuero gay de los años 60s y 70s, existía una multitud de diferentes subsubculturas, incluyendo clubes de motociclistas que se identificaban entre sí con fuertes gráficos, revistas y publicaciones independientes. Éste es el logo del Nine Plus Club.

Obviamente el cuero fue una parte importante de esta escena, y, como los viejos recibos indican, este estilo de vida era una inversión importante. Pero mientras que algunos accesorios de cuero son tan costosos como imprácticos —¿alguna vez has usado pantalones de cuero en verano?— un buen par de botas puede ser a la vez sexy y atemporal.