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Después de 17 años, ‘El club de la pelea’ sigue siendo pésima

Una película que marcó un momento para muchos adolescentes que quisieron hacer jabón en casa, idolatraron a Brad Pitt y que cantaban con demencia "Where is My Mind".

Este texto se publicó originalmente en 2014.

Cuando salió El club de la pelea, para mí era la crítica más cruel a la cultura consumista que jamás había visto. Lo admito, tenía 16 años, así que no había visto muchas críticas a la cultura consumista. Ya no tengo 16 años y El club de la pelea cumple 17 años desde su lanzamiento.

El club de la pelea está de nuevo en el espíritu de la época, al igual que muchos de los temas que se tocan. Además, todas las predicciones que hizo acerca de la decadencia del mundo en Occidente se volvieron realidad. El caos entre los ciudadanos y las personas que juraron protegerlos reina en las calles, la diferencia entre los salarios es cada vez más grande y las corporaciones se fusionan a una velocidad que sólo puede compararse a la fusión celular. Con estas variables, es lógico que volvamos a adoptar el cuento de hadas nihilista de Fincher y Palahniuk. Si lo hacemos, sin embargo, el problema sería que estaríamos adoptando algo que es casi tan inofensivo como crítico.

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Han pasado diez años desde la última vez que estuve en un dormitorio universitario. Gracias a eso he vivido sin tener que ver las referencias a El club de la pelea que abundan en esos lugares. Casi me había olvidado de que existía. No obstante, ya que su popularidad resurgió recientemente, me dieron ganas de volver a ver la película que tanto amaba en mi época adolescente para comprobar si en realidad era tan buena o si yo era sólo una adolescente tarada.

Después de volver a ver la película me di cuenta de que, en efecto, yo era una adolescente tarada, porque si somos honestos, todos los adolescentes lo son. La estupidez de la adolescencia es una condición inherente al igual que el acné, los problemas con la sexualidad y la idea de que la anarquía es una solución viable para los problemas de la sociedad.

La descargué ilegalmente porque es algo que le hubiera gustado a Tyler Durden. "Protesta", podía escuchar su voz que me imploraba, "protesta con furia en contra de la existencia de la máquina". Después de servirme un trago muy fuerte y de abrir una nueva cajetilla de cigarros —de nuevo, como hubiera querido Durden—, estaba lista para juzgar.

Los créditos principales de la película transcurren en un viaje ciberpunk, sicodélico, muy sesentero a través de la sinapsis del cerebro al tiempo que suena con fuerza una música digital inorgánica. Las imágenes están tan pasadas de moda como la idea general de la película en la que, de algún modo, se puede salvar a la sociedad de sí misma. Se parece a un videojuego y es lógico porque está diseñada para atraer a aquellos que, cuando no están pensando en lo jodido del capitalismo y la civilización, se ponen a jugar videojuegos que les costaron casi mil pesos. Hay una escena con una pistola en la boca del protagonista, extremo, ¿no creen? ¿En serio pueden soportar este nivel de intensidad, borregos?

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Nuestro narrador insomne es la personificación de la alienación que padece el mundo moderno, a la deriva dentro de un mar de Starbucks y muebles prefabricados. En busca de un significado, asiste a un grupo de ayuda para personas con cáncer en los testículos. Los hombres que conoce en ese lugar no son hombres, porque son capaces de llorar, abrazar y de sentir autocompasión. Bob, un miembro del grupo, tiene tetas que le quitaban aún más su masculinidad. ¿Qué tan poco hombre es? Tiene tetas. Fin de la discusión.

Una vez que nuestro narrador acepta su entorno nada masculino, y las tetas de Bob, evade la realidad por medio del cálido sopor. Pero sólo hasta que una mujer llega. Y como siempre, "ELLA LO ARRUINA TODO". ¡Está loca! ¡Fuma en los grupos de apoyo a las personas con cáncer! ¡Camina entre el tráfico! ¡Le quita la capacidad de dormir a nuestro protagonista! Es la definición de femme fatale; no se puede exagerar más su existencia como la única fuerza femenina en una película que carece totalmente de otros ejemplos del sexo más bello.

Es el clásico desastre tipo Zelda Fitzgerald. Es un vacío que se coge Tyler Durden para advertirle al narrador sobre el potencial que tiene esa mujer para absorber su alma. Se la coge violentamente, el equivalente sexual al club al que la chica no tiene derecho a entrar debido a su género y a su inherente naturaleza en la que no se puede confiar. Durden le informa al narrador que, si le dice algo sobre él a Marla, se acabaría su bromance. Ya jamás podría entrar al paraíso que es estar juntos —sin ser homosexuales— en el mismo baño tomando una ducha. "Si tan sólo me hubiera tomado el tiempo de ir a ver morir a Marla", se lamenta el narrador, "nada de esto habría pasado".

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"Somos una generación de hombres criados por mujeres", miente Durden de nuevo, de una manera nada gay, en una bañera justo al lado del atormentado narrador. Para ser unos hombre criados por mujeres, no parece que las necesiten en lo absoluto. Es algo gracioso. "Nuestro padres son modelos de Dios", predica Durden. "Si nuestros padres nos dejaron, ¿qué nos dice eso acerca de Dios?" La respuesta a esa pregunta es que Dios es hombre (al parecer) y que las mujeres jamás serán nuestras redentoras.

"Siento lástima por los que se encierran en los gimnasios e intentan verse como Calvin Klein y Tommy Hilfiger dicen que deben hacerlo", dice el narrador. "¿Así es cómo debe verse un hombre?", pregunta Durden en respuesta al anuncio de Gucci que ambos miran fijamente. "La masturbación es para mejorarse uno mismo", afirma, "no para destruirse". En la siguiente escena de la película hay dos típicos hombres musculosos sin playera, bronceados y vigorosos que son copias exactas de los hombres en los anuncios de Gucci, partiéndose la madre.

La brutalidad que ejercen el uno al otro está muy próxima a la pornografía. La sociedad nunca le ha dicho a los hombres que para ser hombres de verdad no deben pelear ni sacar sus instintos animales. En realidad, es lo contrario. Es posible que por el momento, War Machine sea el enemigo público número uno, pero la realidad es que las artes marciales mixtas siguen siendo uno de los deportes más populares de la era moderna. La violencia está de moda. Entonces, ¿contra qué carajos se están rebelando tan enfáticamente estos sujetos?

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Una de las escenas evoca una versión moderna del poema "Aullido" de Allen Ginsberg. El narrador habla sobre cómo vio a las más grandes mentes de su generación trabajando en una gasolinera, usando trajes de cuello blanco o en otros trabajos que odiaban para comprarse porquerías que no necesitaban. "Nuestra Gran Guerra es una guerra espiritual", dice. "Nuestra Gran Depresión [pausa dramática] es nuestra vida". Él, al igual que toda la gente a la que representa, fueron enseñados a creer en una grandeza inevitable que les ha sido imposible conseguir. ¿Y adivinen qué? Están "muy, muy enojados" por eso. Es el mismo argumento que utilizan los "chicos buenos" cuando no logran tener sexo en una cita: "Me lo prometió, lo merezco, ¿por qué no pasó?", se preguntan.

Después de ver esta escena me di cuenta de que El club de la pelea es el Reddit de las películas.

Palahniuk escribió El club de la pelea como una sátira, como un análisis de los horrores que yacen en la identidad varonil de lo jóvenes. Al final tanto del libro como de la película, se muestra al narrador parado frente a la destrucción que provocó esa identidad, arrepentido por lo que hizo. Todo eso está bien, sin embargo, ése no es el mensaje que se lleva el público en general, el usuario promedio de Reddit adicto a la píldora roja (la crueldad del mundo real). Todos lo que tienen posters en sus cuartos están completamente extasiados por la violencia y misoginia intensa que se transpira durante las dos horas de la película.

Algunas personas sólo quieren ver al mundo arder. No les interesa el hecho de que no son los únicos en ese mundo en llamas. El nihilismo posee un narcisismo innato. Hay que aceptar que esta no era la intención del creador. Él no está de acuerdo con la mentalidad destructiva de Durden. Sin embargo, la mayoría de los fans opinan que al final de la película Durden se muestra como un completo cobarde. Si la mayoría de la gente no entiende la sátira, ¿sigue siento una sátira? ¿O sólo se trata de una brutalidad horrorosa y socialmente aceptable (y comercial) con un trilladísimo mensaje de fondo para los críticos?

Esa es la opinión inconforme de Jane.

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