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Estos son todos los tipos de personas que te puedes encontrar en Snapchat

Una guía practica a toda la gente que pulula por la red social favorita de los millennials.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Países Bajos

Si la década de 1990 destacó por algo, fue por todos esos padres que a todas horas llevaban una videocámara en la mano y grababan absolutamente todo lo que pasaba a su alrededor. Fueron ellos los que hicieron zoom para registrar nuestros primeros pasos —un material, sin duda, de gran importancia—, pero cuando la novedad de vernos caminar sobre dos piernas se desvaneció, los padres de todo el mundo pasaron a filmar interminables horas de vacaciones en familia, festivales de fin de curso, visitas a los abuelos y paisajes. Horas y horas de material que ningún ser volvería a ver jamás. Si la década de 2010 pasa a la historia por algo, será por todos los jóvenes que se dedican a dejar constancia en Snapchat de todo lo que hacen: desde el mojón de la mañana al día de su boda. Horas y horas de material que es borrado a las 24 horas de haberse grabado. Las cosas cambian para seguir igual. Ahora todos somos padres con videocámaras.

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Ahora que Snapchat ha dejado de ser dominio exclusivo de los adolescentes y padres, madres, tíos y tías hacen sus primeros pinitos en ese nuevo mundo, arruinando la experiencia del resto de usuarios, parémonos un segundo a analizar qué tipo de gente es probable que estés siguiendo en Snapchat.

La del reality show

Este tipo de persona ve Snapchat como una forma barata y conveniente de producir un reality show sobre ella misma. Evalúa todos los aspectos de su vida en voz alta frente a la cámara del móvil, ya sea desde la cama, el sofá o de camino al trabajo. Siempre estará ahí, contándote lo que está haciendo y cómo se siente. Pero no puedes ser demasiado duro con esa persona: el panorama de los medios de difusión modernos ya es bastante hostil y sus únicos supervivientes son estrellas de reality shows que han hecho callo.

Con ese panorama, es fácil olvidarse de que cuando tienes tanto tiempo para documentar y analizar tu vida con todo lujo de detalles, lo más probable es que, de hecho, no tengas vida de la que hablar. Es decir, cuando esta persona no está conectada a Snapchat, hay… nada. Su única forma de vida es la autorreferencia, y todo lo que no esté grabando, de hecho, no está pasando. Dale un respiro y piensa que si no tuviera Snapchat, probablemente estaría ingresada en un centro para personas que han sufrido una crisis existencial.

El tío que te envía mensajes privados porque cree que para eso sirve Snapchat

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Recibir un mensaje privado por Snapchat puede alegrarle el día a uno. Un chiste gracioso que solo entendéis tu amiga y tú, la foto de un pezón con una cara sonriente dibujada encima dedicada solo para ti… Por lo general, siempre es un gusto recibir estos mensajes. Cuando ves iluminarse el icono de las notificaciones, todo tu entorno parece brillar con él. ¿Un mensaje privado del hermano mayor de tu compañera de piso? ¿Qué querrá? ¿Algo le habrá recordado a ti? ¿Quiere que os conozcáis mejor? De repente, recuerdas aquella vez que os visteis y no paraba de reírte las gracias de manera muy forzada. Un escalofrío te recorre la espalda. El chico no te gusta, al menos no en ese sentido. Es un tío muy majo, pero un poco soso. Tragas saliva y abres la aplicación con una sensación extraña en el estómago. No estás nerviosa. ¿Por qué ibas a estarlo?

Vaya. Es una foto borrosa de un estofado que está haciendo el hermano mayor de tu compañera de piso. El chico todavía no entiende muy bien lo que significa "Mi historia" y se dedica a marcar las casillas de toda la gente que tiene en la lista. La foto confirma tus sospechas de que es tan aburrido y soso como te pareció aquella noche. Deberías aprender a fiarte más de tus instintos.

Foto por usuaria de Flickr SurFeRGiRL30 vía

El adolescente

Hay un meme muy antiguo y racista que dice que da igual lo bueno que seas en algo, porque siempre habrá un niño asiático que lo haga mejor que tú. Lo que sí puede considerarse una verdad universal es que, por mucho que creas saber de Snapchat, los adolescentes siempre sabrán más que tú. Todos los adolescentes. Y me refiero a todos. Siempre. Que no se te ocurra nunca dar una lección de Snapchat a un chaval, porque vas a quedar como un viejales patético. Limítate a hacer tus cositas y confórmate con saber que puedes votar, follar sin miedo a que te pillen tus padres y que nunca más vas a tener que resolver ecuaciones kilométricas en una pizarra.

La chica subida a una elíptica que abusa del filtro del perro

Otra verdad universal es que siempre encontrarás a una chica que se ajusta a la siguiente rutina: 1) Hace un snap de la pantalla de la elíptica para enseñar al mundo los kilómetros que ha recorrido y la acompaña con "fitness fitness fitness fitness fitness" y 2) publica una foto de su cara con el filtro del perro porque cree que así queda más mona y divertida.

Esta chica vive en la cola del Veritas y ocupa sus pensamientos con el yogur. Ha visto todos los episodios de RuPaul's Drag Race pero no los entiende. Ella no es de los nuestros, así que no te dejes engañar por esa monada canina.

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El tío que está intentando entender de qué va todo esto

Lo mejor del mundo es seguir a gente que acaba de descubrir Snapchat. Este tipo de persona usará el filtro del perro con la misma frecuencia que la chica de la elíptica, solo que estará constantemente preguntándose qué tipo de brujería es esa.

Suelta carcajadas y gritos al hacer face swap y prueba todos los filtros con pasión desmedida. Deja que tu frío y árido corazón se inunde con su asombro y su regocijo sinceros, sobre todo si esa persona tiene más de 40 años, porque no hay nada más mono que presenciar la perplejidad de una persona de mediana edad ante las nuevas tecnologías.

El tipo que ve en sus snaps un trampolín para saltar a la fama como cómico

La belleza de Snapchat radica en su espontaneidad, pero este tipo de persona lo echa todo por tierra haciendo que todo parezca forzado y guionizado. Pone canciones a cada uno de sus vídeos y los sincroniza tan perfectamente que tiene que haber tardado horas para hacerlo. Habla consigo mismo frente a la cámara poniendo voces raras e incluso tiene bromas recurrentes para sus fans.

Trabaja en TI, pero siempre ha soñado con ser cómico y está convencido de que Snapchat es la plataforma que lo lanzará al estrellato. Y quizá tenga razón, teniendo en cuenta que ya hemos visto algunas cuentas de Twitter más o menos graciosas convertidas en libros o series de televisión. Los usuarios de Snapchat pueden ser los siguientes.

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El entusiasta sin pretensiones

Un vídeo corto de su compañero de piso cortando un pepino con el emoji de una berenjena enorme insertado en la imagen. Un primer plano de la entrada de un edificio. Un vídeo a cámara rápida y desenfocado de un paseo por un supermercado.

Este tipo de persona es capaz de provocarte una crisis existencial con unos cuantos vídeos al día, todos tan banales y carentes de significado que hacen que te preguntes: "¿Qué estoy buscando?"; "¿Es necesario buscar un sentido a los snaps que veo?"; "¿Quién soy yo para juzgar si lo que hace otra persona tiene o no sentido?"; "¿Quién soy yo?"; "¿Quién soy?".

La chica que necesita que sepas que está en el concierto de un grupo famoso

Las publicaciones de esta chica son interminables retahílas de fotos y vídeos de una antigua curtiduría transformada en sala de conciertos en la que solo tocan bandas cuyos nombres se componen de más de cuatro palabras. En sus vídeos suele verse una luz lejana, como al final de un túnel, que resulta ser un artista superimportante subido en el escenario. Para que no quepa ninguna duda, acompañará la imagen con un "FLORENCE AND THE MACHIIIIIIIINE [emoji de un corazón]" o "JAMIE WOOOOOOOOON!! [emojis de notas musicales]".

Foto de la cuenta de Snapchat de Noisey Países Bajos

La chica que usa Snapchat como si fuera un espejo

Este tipo de persona usa Snapchat casi exclusivamente para arreglarse el pelo o para comprobar que se ha puesto bien el pintalabios, y en tal caso lo grabará diligentemente, complementando la imagen con un filtro de ángel, para darle algo más de valor. A continuación, lo publicará en su historia para que el mundo entero pueda suspirar aliviado sabiendo que Samantha sigue estando divina.

Hay que reconocer que resulta muy práctico. Si estás para echarte un polvo, ya no necesitas otras cualidades para entretener a la gente. ¿Para qué perder tiempo pensando en alguna gracia que todo el mundo va a olvidar en un par de horas? Todo el tiempo que Samantha se ahorra por no tener que pensar esas cosas puede dedicarlo a cosas que realmente importan, cosas que tú y tu cara de culo hace mucho que no sois capaces de hacer, como conectar de verdad con la gente.

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El pionero

Este siempre es el primero en usar un nuevo filtro. Nadie sabe muy bien por qué siempre es el primero; quizá se pasa el día actualizando la aplicación o tal vez recibe las novedades antes porque tiene contactos. Podría ser el tipo de persona que pagaría por una aplicación gratuita como Snapchat solo para poder decir que tiene una cuenta premium. Es patético, pero también muy útil: si no hubiera sido por esta persona, nunca habrías pasado del dichoso filtro del perro.

El tío que exprime al máximo el hecho de que los snaps son finitos

Este tipo de persona puede resumirse con el snap que comparte regularmente: el vídeo de la cagada que acaba de echar. Está ahí, pero pronto desaparecerá, así que, ¿por qué no grabar el mojón? Ese vídeo es la esencia de esa persona, y quizá de Snapchat en general, aunque es pronto para saberlo.

El usuario básico inofensivo

Este está íntimamente relacionado con el entusiasta sin pretensiones, pero a la vez les separa un abismo. Este usuario quiere entretener a sus seguidores, solo que no tiene mucho material con el que trabajar. Aparece tomando una ensalada de lentejas casera en el parque con sus amigos, o moviendo un sofá muy pesado que compró en internet a una ancianita. Es su vida, ni extremadamente emocionante ni soberanamente aburrido. Es normal. Él es la ensalada de lentejas de los usuarios de Snapchat. Ni más ni menos.

Traducción por Mario Abad.