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Cultură

“Levántate”: el emotalent es el nuevo coaching

Levántate no basa su fuerza en la interpretación musical acertada, sino en un sencillo mensaje: "si ellos han podido tú también"

El jurado del programa

Dicen los creadores de "Levántate", la nueva apuesta de Telecinco para la noche de los martes, que este programa propone un nuevo formato a partir de uno ya conocido. Lo denominan emotalent, que no es otra cosa que una versión más emotiva, más a flor de piel, del talent show de toda la vida, ahora con la particularidad y novedad del concurso en pareja (madre-hija; madre-hijo; padre-hija; padre-hijo; tío-sobrino… infinidad de variables). El talent show es más viejo que el comer en esto de la tele: coges a un puñado de niños o adultos con presuntas habilidades artísticas, los metes en un casting-filtro y de ahí te sacas de la manga unas cuantas galas en las que sometes a estos aspirantes al juicio –severo e implacable si se trata de adultos; cómplice y amable si los protagonistas son niños– de un jurado. Da igual cómo sea el jurado mientras tenga a un miembro andaluz, a otro miembro que haga las veces de tipo duro y a otro más con aptitudes cómicas para animar la función según lo requiera el momento. Unos actúan, otros valoran y los terceros en discordia, los espectadores, dejan que durante tres o cuatro horas se materialicen en pantalla conceptos añejos como el de "lucha por tus sueños", "no hay nada imposible" o "no permitas que nadie eche por tierra tus aspiraciones".

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Hasta la aparición de "Levántate" los talent shows tenían como principal objetivo encumbrar a un artista anónimo y desconocido para el gran público. Darle a conocer y, si se daba el caso, convertirlo en estrella. Pasó en "Operación triunfo" o en "Tú sí que vales" –y en las versiones anglosajonas de "X-Factor" o "The Voice"–. Para "Levántate", en cambio, el talento no es un fin sino un medio, una excusa, porque el destino es otro: hacer llorar al televidente. ¿Qué el chaval en cuestión canta como una almeja y no tiene ningún futuro posible en la música? Nos resbala. ¿Qué el padre o la madre, artistas frustrados en busca de una última oportunidad, no encontraría trabajo como cantante ni en el peor burdel de Murcia? Mejor. Mientras tenga una historia detrás que convulsione y le arranque lágrimas a la gente nos bastamos. Madres coraje. Viudas o viudos que han sabido sobreponerse a la pérdida. Tíos ejerciendo de padres de sus sobrinos. Madres que superan enfermedades con el apoyo incondicional de sus hijos. Si desafinas pero tu vida no ha sido un camino de rosas, estás dentro. Si cantas como Dios pero has tenido una infancia normal, ya te llamaremos. Bienvenidos al emotalent.

Adrián el niño con hidrocefalia

Televisivamente, el programa en sí es un correcto ejercicio de melodrama; más cerca de la telenovela que de Douglas Sirk, para entendernos. El montaje y la edición mueven con cierto criterio las cartas de la baraja emo, y las piezas de plató –presentador y miembros del jurado– se encargan de recordarnos y subrayarnos con rotulador fosforito, por si teníamos alguna duda aún, que es imprescindible tener claro que hay que emocionarse mucho cada vez que cantan los concursantes. No es que te obliguen, pero casi. Insisten tanto que si los casos presentados no te producen la emoción que se supone que tiene que estar produciendo puedes llegar a verte excluido de su misa lacrimógena y sentirte incluso culpable por tener los ojos más secos que la mojama y las pulsaciones bajas.

Pero esto es lo que viene en materia televisiva, y tiene pinta de que va a gustar. Lo anticiparon ya "La Voz", "La Voz Kids", "Masterchef Jr." y "Pequeños Gigantes", cuatro talent shows en los que ya se veía una intención muy clara de equilibrar la apuesta puramente artística con la apuesta melodramática. "Levántate" es la sublimación de esta tendencia, pues va a cara descubierta y con la verdad por delante, dejando claro que el musical es un aspecto tangencial del proyecto. Pero además de su objetivo prioritario y más primario, que no es otro que provocar baños de lágrimas en los hogares españoles, "Levántate" parece tener una vocación terapéutica y discursiva muy clara: el ensalzamiento de la buena relación entre padres/madres e hijos, la presentación al mundo de familias bien avenidas que han sorteado los contratiempos de la vida, la insistencia en relativizar y minimizar los problemas que puedan ir surgiendo en el día a día, la apología permanente y en todo momento visible de la superación personal como eje argumental de todas las historias. Es como un programa de coaching sin coach (y eso que tienen uno en el jurado, Pedro García Aguado, aquí más blandito en comparación a las guerras de guerrillas teenagers que vemos en "Hermano mayor"), básicamente porque el coach ya no es necesario. El trabajo de superación, reencuentro con uno mismo y predisposición al bien ya está hecho, no necesitamos esa figura del mediador, profesor o consejero.

En el programa también se rescatan niños de otros programas como Yudith de "La Voz Kids" que se hizo famosa por gritar "viva el Betis"

Es decir: el emotalent es el nuevo coaching televisado, un género que por fuerza debe experimentar una evolución en los próximos años después de haberse convertido en la tendencia televisiva más exitosa surgida de la crisis económica. El coaching entendido como un eufemismo moderno y urbano de la autoayuda de toda la vida, que en la pequeña pantalla hemos visto que sirve para un roto y para un descosido: hoy te enseño a adiestrar a tu perro –"El adiestrador de perros"– mañana te explico cómo controlar a tus hijos pequeños –"Supernanny"– o a tus hijos adolescentes –"Hermano mayor"–, pasado mañana intentamos reconducir tus relaciones de pareja –"Sex Academy"–, la semana que viene nos metemos a emprendedores –"Negocios al límite"– y ya si nos queda tiempo y ganas el próximo mes solucionamos lo de la autoestima y la barriguita –"Método Osmin" o "No seas pesado"–. Pero siempre, o casi siempre, con un protagonista, una figura capital, un coach convertido en narrador y eje vertebrador del relato. En cierto modo era como si el espectador necesitara de ese especialista para sentirse reforzado, para creerse lo que le estaban contando, como si no fuera capaz de salir del hoyo por sí mismo. "Lévantate" llega para desmentir y recomponer nuestro mapa conceptual sobre el coaching, la autoayuda y la superación en televisión: son las propias familias quienes le muestran al espectador que es posible sobreponerse a los golpes, sin necesidad de que alguien impuesto por un programa y sin necesidad de superar pruebas o terapias más pendientes del encuadre que de su función. Ya desde el título, a priori una referencia al sistema de votación del público en plató, en la práctica una proclama directa muy new age dirigida al espectador maltrecho emocionalmente, queda claro que "Levántate" no basa su fuerza en la interpretación musical acertada de algún clásico pop ni el grado de épica que esconde cada familia, sino en un axioma filosófico del que un amplio sector de la audiencia aspira a tomar nota: "si ellos han podido tú también".