Estas tatuadoras regentan el único estudio de tatuajes exclusivo para chicas en São Paulo

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Estas tatuadoras regentan el único estudio de tatuajes exclusivo para chicas en São Paulo

"Un día entré en una tienda para enseñarles mi catálogo. El tipo se echó a reír y dijo que eso no lo había hecho yo, que las tías no tenemos pelotas para hacer tatuajes."

Empezando desde el fondo, a la izquierda, y en el sentido de las agujas del reloj: Jéssica Coqueiro, Julia Bicudo, Ingryd Guimarães, Juliana Chislu, Samantha Sam (centro). Todas las fotos por Felipe Larozza

Este artículo se publicó originalmente en VICE Brasil.

Ubicada en la popular Rua Augusta de São Paulo, Sampa Tattoo es un estudio de tatuajes exclusivo para chicas y regentado por Samantha Sam. El concepto de la tienda era crear un espacio permanente de trabajo para nuevas promesas femeninas del tatuaje porque, según afirma Samantha, «hay muchas chicas luchando por sobrevivir en este negocio».

No hace ni un mes que Sampa Tattoo ha abierto sus puertas, pero no dejan de llegar clientes, hasta el punto de que Samantha está planteándose ampliar el negocio y contratar a más chicas. Nos reunimos con las cinco artistas del local para charlar un rato sobre cómo empezaron, los celos de sus compañeros de gremio y sobe su pasión por marcar cuerpos de forma permanente.

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Juliana Chislu, 22 años

«Siempre me han gustado los tatuajes. Empecé a los 13 años, tatuando a mis compañeros de clase con tinta china. Un día pensé, Joder, esto es a lo que quiero dedicarme en la vida . Justo antes de cumplir los 18, pedí cita para hacerme mi primer tatuaje. Mi padre se enfadó conmigo porque los odia, y me dijo, "Juliana, este es el primer y el último tatuaje que te haces". Lo gracioso es que ahora mismo le estoy tatuando el brazo a mi padre. Mis abuelos directamente me desheredaron cuando me hice tatuajes en la cara y en las manos.

Un día entré en una tienda para enseñarles mi catálogo. El tipo se echó a reír y dijo que eso no lo había hecho yo, que las tías no tenemos pelotas para hacer tatuajes. Le dije que se tumbara en la camilla, que se lo demostraría ahí mismo. Me echó de la tienda».

Julia Bicudo, 26 años

«Todo empezó cuando mi marido y yo nos compramos una máquina para tatuarnos en casa. En aquella época me parecía superdifícil, algo que solo podían hacer unos pocos superdotados.

El caso es que me gustó tanto que decidí dedicarme a ello más en serio. Me enamoré de Sampa en cuanto supe de su existencia. ¿Qué puede haber mejor que tatuar con un grupo de tías increíbles?».

Ingryd Guimarães, 18 años

«Mi primer tatuaje fue una rosa horrible que me hice a los 15 años. Por suerte, conocí un tío que me la podía tapar. Cuando le iba a pagar, se me cayó por accidente mi libro de dibujos en el mostrador. "¡Vaya! Sabes dibujar", me dijo el tipo, y me animó a que empezara a tatuar hasta que le hubiera cogido el tranquillo.

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Recuerdo que no pude dormir después de hacer mi primer tatuaje. Todavía podía oír el zumbido de la máquina en mi cabeza. En aquella época estaba estudiando Psicología. Me gustaría retomar la carrera algún día, aunque no me veo mucho como psicóloga. Después de hacer mi primer tatuaje, dejé mi trabajo de oficina, abandoné la universidad y me puse de lleno con esto».

Samantha Sam, 23 años

«Me mudé a Sorocaba para aprender a tatuar. Pasé seis meses como aprendiza haciendo de todo en la tienda: dibujar, limpiar, ordenar… Estaba sola en una ciudad en la que no conocía a nadie. Lo tenía todo en contra, pero soy muy tozuda y me encanta lo que hago.

Una vez, un compañero de curro cogió mis dibujos y los tiró. Supongo que quiso sabotearme. Creo que hay algunos tíos tatuadores que piensan, "Joder, ¿cómo es que esta tía es capaz de hacer lo mismo que yo?". Se sienten amenazados».

Jéssica Coqueiro, 23 años

«Empecé a tatuar cuando dejé la facultad de Artes Plásticas. Con los últimos ahorros que me quedaban me compré un kit de principiante. Iba a casa de la gente o los citaba en la mía. Tatuar me daba independencia y me permitía vivir de mi capacidad artística.

Me encantan las líneas y los tatuajes en negro. Me inspiro mucho en libros de biología, anatomía y dibujo técnico. Trabajando en esta tienda he tenido la sensación, por primera vez, de formar parte de un colectivo. Hablamos mucho del empoderamiento de la mujer en el trabajo, nos llevamos muy bien y procuramos valorar los puntos fuertes de cada una de nosotras».

Traducción por Mario Abad.

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