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Las tres más extrañas y divertidas historias previas a un Super Bowl

La NFL tiene historias extrañas e inverosímiles alrededor del Super Bowl. Max McGee, Eugene Robinson, Joe Namath las protagonizan.
Foto: Walter Looss Jr. / Getty Images

Estamos a unas horas del Super Bowl, el juego más importante de la NFL y en el que las grandes historias nacen. Todo mundo se está preguntando cuáles son aquellas que podremos vivir cuando Broncos y Panthers se enfrenten, pero antes de que eso suceda, toma una silla, destapa una cerveza y ponte cómodo que en VICE te vamos a contar las tres historias más extrañas - y divertidas - que han pasado previo a un Súper Domingo.

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Dicen que las leyendas son aquellas que destacan entre la multitud y brillan, dejando su recuerdo vivo por la eternidad en la memoria de los aficionados de este deporte. Algunas veces, aunque es menos comentado, esas leyendas aparecen en el desayuno del equipo apestando a whisky y sin dormir. A veces es el domingo que van a jugar el Super Bowl.

Esta leyenda de la que hablo se llama Max McGee y jugó con los Green Bay Packers bajo el mando del mismísimo Vince Lombardi, un entrenador muy exitoso, pero también recordado por ser extremadamente disciplinado con sus jugadores.

Pero la realidad es que McGee no fue ninguna leyenda en su época. Nadie esperaba que fuera a tener gran impacto con su equipo en el primer Super Bowl en la historia. Ni siquiera él lo creía.

Fue por esta misma razón que la noche anterior al gran partido, y sabiendo que iba a ser un suplente que realmente no jugaría - pues solo había recibido cuatro pases en toda la temporada -, decidió que era buena idea irse de parranda. Bueno, la verdad es que siempre le había gustado la fiesta, como a la gran mayoría de los jugadores en su época.

Así que con una sonrisa en el rostro y acompañado de varias azafatas aéreas, decidió atacar con alegría los bares del Sunset Strip. Fue una gran noche aparentemente, pues durante la juerga llamó a su compañero de habitación, Paul Hornung, a quién trató de convencer de acompañarlo.

"No vas a creer lo lindas que son estas chicas", fue la frase que usó para intentar persuadir a su compañero. No mordió el anzuelo, pero eso no evitó que el gran McGee pasara la noche con ellas.

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Al día siguiente, como era de esperarse luego de que vació cuanto vaso pudo durante su escapada al Strip, tenía una resaca marca diablo. Probablemente aún peor que eso, ya que a sus 34 años de edad, pega todavía más duro. Igual, no sería tanto problema, podría sentarse en la banca, beber agua y ver el juego de sus compañeros.

Pero lo que pasó en el tercer snap del Super Bowl entre Packers y Kansas City fue lo que nunca se imaginó el buen Max: el receptor titular Boyd Dowler, se resintió de una lesión en el hombro.

Dicen varios de los que estuvieron ahí que Vince Lombardi volteó inmediatamente a la banca y buscó a McGee con la mirada. Cuando por fin lo encontró le gritó que se levantara y llevara su culo al campo.

También dicen - y esto es demasiado bueno para ser inventado - que por la resaca tan terrible que Max sufría, había olvidado su casco en el vestidor, así que tuvo que pedir uno prestado para poder entrar al terreno de juego.

Pero a veces las leyendas surgen porque tienen una cita con el destino, una de la que no pueden escapar. Con casco prestado y dolor de cabeza patrocinado por grandes cantidades de alcohol, McGee jugó el juego que haría que su nombre quedara grabado en la historia de la NFL.

El receptor recibió un pase de Bart Starr para 37 yardas con el que anotaría el primer touchdown del partido y de la historia de los Superbowls. Al final del juego McGee terminaría con seis recepciones para 138 yardas y una anotación aunque el MVP se lo entregarían a Starr.

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Pero seamos sinceros, el verdadero MVP de esta historia es Max "crudas" McGee.

Nuestra siguiente historia es protagonizada por otro von vivant de la NFL: Joe Namath

Previo al Superbowl 3, y en un camastro de un lujoso hotel de Miami, los periodistas cuestionaron a Namath sobre quién ganaría el juego entre los Jets y los Colts de Baltimore. Su respuesta fue contundente:"Ganaremos nosotros, garantizado".

Los medios de aquella época tomaron las declaraciones en tono de burla pues los Jets eran considerados el equipo que perdería por al menos 7 puntos. Además, para dar un poco de contexto, Joe Namath fue el Johnny Manziel original: una estrella del futbol americano colegial que era más conocido por su comportamiento irresponsable y sus fiestas que por lo que hacía en la cancha.

Aunque tiempo después Namath defendería que su declaración no había sido por arrogancia, sino por molestia:

"Estaba el Miami Touchdown Club & Miami Springs Villa, yo estaba con el micrófono, y alguien gritó algo desagradable en el fondo así que le respondí, 'Espera un minuto, vamos a esperar. Ustedes los chicos de Baltimore han estado hablando durante toda la semana, pero tengo noticias para ti, amigo. vamos a ganar el juego. te lo garantizo".

Y los Jets ayudaron a que Namath lograra cumplir esa promesa, acabando al equipo más imponente de ese año.

Al final del partido, Joe fue nombrado como el MVP del partido a pesar de que no logró anotar por pase y de que tampoco lanzó ninguno en el último cuarto.

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Eso sí, quedó demostrado que a pesar de todo el historial extra cancha del mariscal de campo, tenía talento más que necesario para liderar a su equipo a ser campeón de la liga.

Tal vez esto le dé esperanza a los fans de los Browns y a Johnny Manziel. O no.

Y la tercera de nuestras historias previas al Super Bowl la protagoniza el "Profeta" Eugene Robinson.

En 1999 los Atlanta Falcons llegaron a la edición XXXIII del Súper Domingo, en la que enfrentaron a los Broncos de Denver. Robinson era el safety titular del equipo de la conferencia nacional.

Pero no sé qué sucede la noche anterior al juego con los grandes jugadores. Puede ser la presión o el hecho de que pasan una semana completa desayunando, comiendo y cenando futbol americano, que tienen que escapar de ello por un momento.

Robinsón, al igual que lo hiciera Max McGee, decidió salir de la concentración del equipo a dar la vuelta, esta vez por las calles de Miami. Sin embargo el safety no tuvo la suerte de ser acompañado por bellas azafatas. De hecho, estaba solo.

Así que tuvo la brillante idea de pedir sexo oral a una prostituta de la ciudad. O eso creía. Unos momentos después se daría cuenta que la chica en cuestión no era una mujer de la vida galante, al contrario, era una policía encubierto. Así que claro, fue arrestado, la noticia se hizo pública y todo el mundo se enteró de sus ganas de una mamada.

Pero lo más divertido del asunto es que justo ese mismo día, por la mañana, Robinson había recibido el premio Bart Starr, otorgado anualmente al jugador que mejor ejemplifica el carácter excepcional y liderazgo en el hogar, en el campo y en la comunidad.

Tienes que amar a la NFL. No solo en el emparrillado, también fuera de él es totalmente impredecible.

Ahora sí, ya estás listo para disfrutar del próximo Super Bowl y mantente atento porque este año podría nacer una nueva historia de locura justo antes del partido.