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Off The Record

Las reporteras sufren otra censura: la de ser mujeres

OPINIÓN | El periodismo todavía tiene muchas tareas pendientes, una es la equidad de género en las salas de redacción.
Imagen: Daniel Senior | VICE Colombia

'Off the record' es el espacio quincenal de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) en VICE Colombia. Vea todos los contenidos aquí.

El martes pasado, un día antes de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, tuve una tarea difícil. En un conversatorio sobre el papel de las mujeres periodistas en los procesos de paz, me sentaron a moderar un panel en medio de Julieta Lemaitre (bloguera de www.lasillavacía.com), Gloria Castrillón (directora del proyecto Colombia 2020 de El Espectador) y Rosario Borrero (editora de Opinión en El Heraldo). Hablamos de las tareas pendientes para promover la equidad en las salas de redacción, de la concentración de los medios en manos de hombres y de cómo en los contenidos todavía se entiende el debate de género como si este fuera una militancia con la cual no se pueden comprometer los medios.

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No hablamos, en cambio, de las agresiones que sufren las reporteras por ser mujeres. Aquí va esa deuda pendiente.

Es difícil encontrar una noticia relevante en Colombia en cuya reportería, divulgación o liderazgo editorial no haya participado una periodista mujer, también es cierto que al lado de una sala de redacción hay mujeres no periodistas que trabajan en áreas administrativas que contribuyen a que podamos tener información. En el periodismo colombiano son varios los medios de comunicación, nacionales o regionales, donde las mujeres son reporteras y también ocupan posiciones directivas.

Nada de esto es suficiente.

La desigualdad se empieza a notar cuando vemos, por ejemplo, que los medios tienen más periodistas hombres que mujeres tanto en labores informativas como en espacios de opinión: muchas de las columnistas más leídas en Colombia son mujeres; sin embargo, no alcanzan a firmar más del 10% de las columnas que se publican en los medios nacionales.

La mayoría de los editores en Colombia también son hombres y el cubrimiento de los temas sobre derechos de las mujeres aún se ve como un tema de "nicho", aunque sean el 52% de la población. En lo que va del proyecto Cartografías de la información de la FLIP hemos encontrado que, de 1000 periodistas, solo 233 son mujeres. El colofón de la desigualdad es contundente cuando advertimos que, con escasas excepciones, casi todos los medios en Colombia son propiedad de hombres sin que la sociedad se ruborice o los periodistas se planteen esto como un problema en el sector.

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Aun cuando el cargo pueda ser equivalente, la remuneración no siempre lo es y el recorrido de hombres y mujeres periodistas al interior de una sala de redacción es distinto. Dudo que un periodista —hombre— sepa lo que es ser acosado durante una entrevista, pero estoy seguro que muchas mujeres periodistas han sido acosadas por sus fuentes o expuestas conscientemente a situaciones de acoso por instrucción de sus jefes (cuando no son ellos quienes las acosan). En alguna ocasión una periodista me contó que usaba un anillo "falso" para evitar que sus fuentes la acosaran, una estrategia que los periodistas hombres ni siquiera tienen que considerar.

Políticos, militares, guerrilleros, funcionarios públicos y jueces alternan respuestas contundentes a preguntas serias con gestos cavernarios y trasnochados que normalizan y legitiman un ambiente machista que es peligroso para las mujeres. Usan por igual el rol de "Ken" seductor o el de manipulador que infantiliza a la mujer que le entrevista con frases como "niña, venga y le explico". Durante la entrevista están lejos de reconocer a las periodistas como las profesionales que son.

Esto sin mencionar que la violencia contra la prensa nos arrebató las voces de ocho mujeres periodistas que fueron asesinadas y al menos una veintena de otras agresiones anuales que, valga decirlo, se caracterizan por enviar un mensaje de censura que ataca, con saña, la condición de mujer, de madre, o a sus familias. Un impacto dual que vulnera a la mujer y a su voz en la sociedad.

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Las organizaciones apenas empezamos a constatar cómo las amenazas a la libertad de prensa también tienen características especiales para cada género: mientras a los hombres los amenazan con matarlos, a las mujeres periodistas puede bastar con desprestigiarlas en su moral sexual, y eso sin mencionar la fuerte misoginia en Internet que enfrentan las periodistas y que también las lleva a la autocensura. Al no ver estas formas de agresión y censura, las mujeres periodistas han quedado desprotegidas durante años.

Por otro lado, el esquema y sobre todo los horarios de las salas de redacción están pensados para hombres, por supuesto que caben las mujeres, siempre y cuando sean ellas quienes asuman los sacrificios de salir muy temprano o llegar muy tarde a sus hogares. En las salas de redacción no suele haber guarderías, salas de lactancia, horarios flexibles ni ningún tipo de reconocimiento a estas esferas de la vida. La información que usted y yo consumimos no se detiene ni modula sus ritmos, pero las mujeres periodistas, día a día lo hacen. Esto se explica en el hecho de que los periodistas hombres no suelen asumir trabajos de cuidado.

El periodismo no funcionaría hoy —ni nunca— sin el trabajo de las mujeres y de las mujeres periodistas. Imaginemos un día en el que la información que consumimos no cuenta con su participación.

Los hombres que lideramos espacios de trabajo en el que participan mujeres no podemos ser indiferentes a la necesidad de que, ojalá más temprano que tarde, se produzcan cambios sociales que contribuyan a eliminar las desigualdades. Nos corresponde apoyar esta causa, vivir por un día lo que implican las muchas labores no reconocidas y desempeñadas por mujeres en nuestras vidas, y así, dar valor esta fuerza de trabajo sin la cual, el periodismo en Colombia y la información que necesita la democracia, sencillamente no sería posible.

*Director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa

** Este es un espacio de opinión. No representa la visión editorial de Vice Media Inc.