Imagen: Daniel Senior | VICE Colombia
El martes pasado, un día antes de la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, tuve una tarea difícil. En un conversatorio sobre el papel de las mujeres periodistas en los procesos de paz, me sentaron a moderar un panel en medio de Julieta Lemaitre (bloguera de www.lasillavacía.com), Gloria Castrillón (directora del proyecto Colombia 2020 de El Espectador) y Rosario Borrero (editora de Opinión en El Heraldo). Hablamos de las tareas pendientes para promover la equidad en las salas de redacción, de la concentración de los medios en manos de hombres y de cómo en los contenidos todavía se entiende el debate de género como si este fuera una militancia con la cual no se pueden comprometer los medios.'Off the record' es el espacio quincenal de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) en VICE Colombia. Vea todos los contenidos aquí.
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Aun cuando el cargo pueda ser equivalente, la remuneración no siempre lo es y el recorrido de hombres y mujeres periodistas al interior de una sala de redacción es distinto. Dudo que un periodista —hombre— sepa lo que es ser acosado durante una entrevista, pero estoy seguro que muchas mujeres periodistas han sido acosadas por sus fuentes o expuestas conscientemente a situaciones de acoso por instrucción de sus jefes (cuando no son ellos quienes las acosan). En alguna ocasión una periodista me contó que usaba un anillo "falso" para evitar que sus fuentes la acosaran, una estrategia que los periodistas hombres ni siquiera tienen que considerar.Políticos, militares, guerrilleros, funcionarios públicos y jueces alternan respuestas contundentes a preguntas serias con gestos cavernarios y trasnochados que normalizan y legitiman un ambiente machista que es peligroso para las mujeres. Usan por igual el rol de "Ken" seductor o el de manipulador que infantiliza a la mujer que le entrevista con frases como "niña, venga y le explico". Durante la entrevista están lejos de reconocer a las periodistas como las profesionales que son.Esto sin mencionar que la violencia contra la prensa nos arrebató las voces de ocho mujeres periodistas que fueron asesinadas y al menos una veintena de otras agresiones anuales que, valga decirlo, se caracterizan por enviar un mensaje de censura que ataca, con saña, la condición de mujer, de madre, o a sus familias. Un impacto dual que vulnera a la mujer y a su voz en la sociedad.Lea también: ¿Medios enmermelados y azucarados?
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