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el último partido

Argentina - Chile II: La nueva batalla de América

El primer choque entre argentinos y chilenos data de inicios del siglo veinte y la historia se inclina hacia el lado albiceleste. Sin embargo, Chile les quitó la copa pasada y ya son 23 años de sequía para Argentina.
Foto: Kelley L Cox/USA TODAY Sports

1910 fue un año especial en el sur de América. Chile y Argentina estaban de fiesta: litros de vino como para llenar océanos se bebieron para celebrar los centenarios de la Independencia del Reino de España. También se instaló el Ferrocarril Trasandino Los Andes – Mendoza, y se jugó el primer partido de la historia entre Argentina y Chile, que ganaron los de Río de la Plata 3-1 en Buenos Aires con goles de Viale, Susán y Hayes. Frank Simmons, autor del descuento chileno que además fue el primer gol de la Selección, difícilmente imaginó el destino que deparaba a quienes defenderían la camiseta roja: casi un siglo pasarían siendo indefectiblemente fulminados por un Sol de Mayo que fue agigantando más su leyenda y tamaño con el paso del tiempo. Mientras unos pasarían a ser una de las selecciones más poderosas y míticas del mundo, los otros estarían condenados al sufrimiento y a 99 años sin sentir el mágico peso de una copa sobre sus brazos.

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Como tragedias de la antigua Grecia, las historias chilenas a lo largo del siglo 20 parecían verdaderas odas a la desgracia, sólo atenuadas por la aparición de esporádicos iluminados que prestaban consuelo a una hinchada derrotada y rabiosa. Un surtido anecdotario plagado de caídas de último minuto, victorias morales y decadentes episodios de distinta índole comenzaron a hundir el orgullo nacional en un abismo que precisamente tuvo su expresión más evidente ante sus rivales trasandinos: durante 98 años no pudieron ganarles un solo partido oficial.

Mientras, Argentina construyó un siglo de gloria de la mano de los talentos más iluminados de la historia del fútbol. La aparición divina de Diego Maradona hizo vibrar al pueblo con inimaginables gestas heroicas, episodios curtidos de triunfos y éxitos que transformaron a la albiceleste en un mito que generaba miedo y respeto alrededor de todo el mundo, de la mano de incontables generaciones de jugadores que recorrieron el globo alzando copas en sus brazos.

En el alba del nuevo milenio, entre la desidia y la indisciplina, parecía que la centuria de fracasos sería un karma eterno de la roja, un destino del que no se podría despercudir jamás. Pero desde Argentina llegó el profesor que configuró un nuevo estado: Marcelo Bielsa. De la mano del loco, Chile alcanzó una dimensión novedosa, una versión de sí mismo que lo alejaba de temer al Dios castigador y lo acercaba a la rebeldía Mapuche. Mientras "la Roja" dejó de lado la culpa cristiana y se conectó con la Ñake Mapu, la Argentina de Messi se ha debatido en sensaciones contradictorias: sigue siendo una poderosísima selección, pero no ha podido coronar, repitiendo un ritual que ya tiene tintes kármicos y que el mejor jugador del mundo carga como una pesadísima cruz. Si retrocedemos solo dos años, observamos la misma imagen: Mascherano llorando en la Copa del Mundo 2014 y la Copa América 2015, en donde se vio la primera parte de este duelo que tuvo en el Chile de Sampaoli —hijo bastardo de Bielsa— el primer campeón de todos los tiempos para sus colores.

"Una es poco, dos es mucho, tres ni hablar" es una frase que se instaló en forma de mantra en la cabeza de Messi, más presionado que nunca ha acabar con la sequía albiceleste (que ya se extiende por 23 años) y responder al predominio histórico y al claro favoritismo. Vidal, Alexis, Medel y compañía, por su parte, parecen no tener miedo y quieren hacer predominante una lengua que hablan hace 10 años, que al principio de la Copa parecía extraviada, pero cuya memoria han recuperado con asombrosa claridad. Argentina, quiere dejar claro quién es el padre. Hoy en el MetLife Stadium de New Jersey, se juega más que una copa: la liberación de Messi, el tercer llanto del Masche, o la segunda coronación del Rey Arturo. Todo puede pasar en el nuevo clásico de América.