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FIGHTLAND

Joe Rogan se da el lujo de soñar con una pelea entre McGregor y Nick Diaz

Por ahora es sólo un rumor, pero cualquier cosa es posible en la era donde el dinero dicta las peleas.
Photo by Joshua Dahl/USA TODAY Sports

Disculpen si nos ponemos un poco a divagar sobre las cosas que nos gustaría tener, pero en un mundo tedioso que se acerca cada vez más a la temporada invernal, a menudo los sueños son más importantes que las probabilidades, las esperanzas más significativas que los hechos, y la dulce especulación puede liberar a la mente de sus problemas y llevarla a nuevas alturas.

En su podcast de este fin de semana, el colorido comentarista de UFC, Joe Rogan —un tercio de su carrera involucra regocijarse en el placer de los rumores y las teorías de conspiración (sobre temas tan variados como pie grande, OVNIs, secretos gubernamentales, y hormonas de crecimiento humano)— se voló la barda al comentarle a su invitado, el ex peleador de MMA de peso ligero, Yves Edwards, que había escuchado sobre una pelea entre Conor McGregor y Nick Diaz.

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"Escuché un rumor bastante bueno que espero sea verdad", Rogan comentó con un gesto de felicidad, "sobre organizar una pelea entre Nick Diaz y Conor. Me dije, 'Dios, esto pondría al mundo de cabeza'. ¿Tienes idea el escándalo que habría para un combate entre Nick Diaz y Conor McGregor? ¿Puedes imaginarte lo grandioso que sería?"

No se emocionen, Rogan sólo habla por hablar. Se la pasa bien con sus amigos, seguramente después de haber fumado hierba, ven peleas juntos como fanáticos, y se ponen a darle rienda suelta a sus fantasías más alocadas sobre posibles peleas. No puede haber algo más natural que ello. De hecho, un ejercicio de libre pensamiento como este es lo que provocó la creación de la UFC en primer lugar: ¿Quién ganaría entre un boxeador y un luchador?, le preguntó un amigo a otro mientras se tomaban una cerveza. El resto es historia. Cosas grandiosas pueden nacer de una serie de ideas que al principio no dicen mucho.

Joe Rogan siempre ha estado cerca de UFC. Nadie está más empapado del tema que él, por eso cuando dice que escuchó ciertos rumores debemos tener en cuenta que son rumores muy diferentes a los que tú o yo tal vez hayamos captado navegando en internet.

Además, una pelea entre McGregor y Nick Diaz, a pesar de los obstáculos anatómicos, tiene la pinta de la posibilidad en la nueva era de UFC. Después de todo, vivimos en la época de los combates de las grandes sumas de dinero (época que le va bien a McGregor), donde la preocupación principal de las clasificaciones de esta o aquella categoría significa menos que las posibilidades promocionales de choques inter-divisionales entre grandes oponentes. Desde que McGregor subió dos divisiones para enfrentarse al hermano menor de Nick, Nate, han surgido argumentos simplistas sobre quién puede reclamar legítimamente este o aquel título. La nuestra es una era de choques entre grandes talentos y personalidades —fuerzas de la naturales, realmente— que no puede y no debería ser contenida por las limitaciones físicas. McGregor es el indicado para reconocer que la grandeza histórica trasciende preocupaciones tan insignificantes como el peso y la clasificación, y que los legados no tienen tiempo para las barreras de mentes pequeñas.

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Foto por Jayne Kamin-Oncea/USA TODAY Sports

Las historias grandiosas nacen de reflexiones como esta, no sólo las grandes peleas. Imagínenlo: McGregor se enfrenta a un contrincante físicamente más grande que el de la vez pasada, y mejor. Dicho peleador está de regreso en UFC después de una larga suspensión por un crimen absurdo (se descubrió que Diaz tenía metabolitos de marihuana en su sangre hace dos años), lo que le añade a la pelea una narrativa de trascendencia y redención. Y, aún mejor, este Diaz es el hermano mayor de Nate Diaz, quien, después de noquear a McGregor una vez y después perder por una decisión apretada, tiene todo el derecho de exigir una pelea pero que podría terminar viendo a su hermano mayor (quien lo ha eclipsado desde hace 10 años) ejecutar una venganza familiar. De esta forma, la pelea adquiere una sensación casi bíblica o, al menos, algo del suspenso que se vivía en las cortes medievales o en los dramas sobre gangsters. ¿Y quién diría que una victoria de Nick Diaz sobre Conor McGregor no sería peor para los hermanos Diaz que la segunda derrota de Nate? ¿Será Nate, para algunos la estrella más grande de la familia, capaz de aguantar las burlas inevitables de McGregor por dejar que su hermano mayor dispute las peleas por él?

Así es, las posibilidades monetarias, promocionales, poéticas, y míticas de un combate como este serían infinitas. Y ya que UFC constantemente se dedica a pensar en este tipo de cosas, podría ser la pelea con la cual arriesgarse a iniciar el apocalipsis.

De vuelta a la realidad. Conor McGregor ya tiene una pelea programada en noviembre por el cinturón ligero en el Madison Square Garden. Nick Diaz disputó su última pelea en las 185 libras, 40 libras por encima del límite de McGregor en la división pluma, y no ha peleado debajo de las 170 en casi una década. Las agallas son las agallas, pero en algún punto en el plan de pelea, el físico es lo que dicta el destino. Y la verdad es que no es difícil imaginarse a Nick haciendo algo para sorprender a Nate, y mucho menos aceptar una pelea con el irlandés cuando Nate tiene el derecho legítimo por ser el siguiente en la lista. En general no parece algo que Diaz haría.

Pero no importa si existe sustancia alguna en las fantasías de Rogan, ¿no? Luego de estar cerca del final de su carrera como anunciador de UFC, casi cumpliendo los 50 años, y felizmente instalado en su sótano grabando podcasts en su estudio, luce lo suficientemente feliz como para indagar los misterios del mundo y las posibilidades añoradas. Los fans de las artes marciales mixtas no pueden negar que no existe una pelea de ensueño tan grande, tan fantástica y llena de júbilo como la que se daría entre Conor McGregor y Nick Diaz. Opino que dejemos soñar al hombre y a nosotros. Es una época para creer. En la era donde el dinero dicta las peleas, las descabelladas especulaciones son cosa de todos los días.