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Estados Unidos

Citarse con un asesino en serie en Grindr

Stephen Port drogó, violó y asesinó a cuatro jóvenes a los que conoció a través de la aplicación de contactos Grindr, la madre de Tinder. El caso ha avivado el debate sobre hasta qué punto la homofobia salpica la cobertura de los crímenes.

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El encarcelamiento de Stephen Port, en el Reino Unido por el asesinato y la violación de cuatro jóvenes ha desatado una oleada de titulares que han terminado rebautizando al criminal como al "Asesino de Grindr" — en alusión a la aplicación de citas gay que empleó el condenado para contactar a sus víctimas.

El caso ha abierto el debate de hasta qué punto las citas seguras y las aplicaciones de contactos son compatibles. Esta no es la primera vez en la que aplicaciones de una naturaleza similar han sido acusadas de poner en peligro a sus usuarios. Después de que en Estados Unidos sucediera un episodio parecido en el año 2014, la web de noticias Vocativ publicó un artículo cuyo titular se preguntaba: "Muerte por Grindr: ¿será la nueva aplicación asesina?

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Jane Sawyers, inspectora jefe de la unidad de la policía británica por delitos relacionados con la comunidad LGBT ha afirmado que cree que, "para empezar, las aplicaciones podrían hacer más para prevenir los delitos". La pregunta es: ¿qué pueden hacer las compañías tecnológicas para garantizar la seguridad de sus usuarios?

Grindr se ha abstenido de responder a las preguntas de VICE News, sin embargo, otra aplicación de contactos, Happn, asegura que hay que asegurarse de que todos los usuarios han estado vinculados a un perfil de Facebook antes de recibir la autorización pertinente.

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"Facebook se toma muy en serio su política de prevención de identidades falsas". Happn, al igual que la mayoría de aplicaciones de contactos, también sugiere a sus usuarios que se encuentren en lugares públicos y que comuniquen a sus amigos con quién han quedado y adonde van a ir.

Claro que el portavoz de Happn también reconoce que "conocer a alguien nuevo siempre tiene sus riesgos", y ha añadido que cualquier individuo peligroso "puede conectar tan fácilmente con los demás estando conectado, o sin estarlo".

Tal es una opinión que comparte Sharif Mowlabocus, catedrático en Medios Digitales en la universidad británica de Sussex. Mowlabocus es autor de Gaydar Culture, un libro que explora cómo los hombres gay se manejan en el universo digital.

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Según ha comentado a VICE News, el caso del asesino Stephen Port "es un problema policial antes que tecnológico", y asegura que la demonización de las empresas que han diseñado las aplicaciones es solo una manera de desviar la atención sobre el auténtico problema, el policial.

"Preguntarse si las aplicaciones disponen de las medidas de seguridad suficientes es sugerir que esas aplicaciones tienen un responsabilidad de proteger a sus usuarios. Claro que, en el caso de que lo hagan, ¿dónde descansa el límite de su responsabilidad? Porque si es así, deberíamos de preguntarnos lo mismo sobre los bares, los clubes u otros espacios donde la gente se encuentra".

"Es de recibo que ni una aplicación ni un bar deberían de ser responsables por lo que le pasa a la gente que acude a sus respectivos servicios para conocer a gente nueva. En el caso de Stephen Port es fácil acusar a la tecnología de lo sucedido, pero lo cierto es que no fue la tecnología la que violó y asesinó a esos hombres. Fue Port".

Mowlabocus también señala que la primera víctima de Port, Anthony Walgate, tomó, de hecho, las precauciones necesarias que sugieren las aplicaciones — informó a sus amigos de dónde se iba a encontrar con Port, en un lugar público. "Fue un buen consejo, pero no impidió que fuera asesinado".

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"Tenemos que preguntarnos que clase de consejos se pueden dar, y qué clase de medidas se pueden poner en práctica realmente para prevenir que sucedan tamañas atrocidades. Desgraciadamente, me temo que no existe ninguna manera".

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Benjamin Wilson considera que las aplicaciones han aumentado la seguridad de los miembros de las comunidades LGBT. Wilson vivía en Barking durante la época en que Port cometió sus asesinatos, y contactó con el asesino a través de Grindr en varias ocasiones.

"¿Cuántos de nosotros somos los que usan esas aplicaciones, y cuántos de nosotros estamos siendo víctimas de la violencia?", se pregunta. "No más que la proporción de los que sufren este mismo problema tras conocer a gente nueva en un bar", replica.

Wilson considera, además, que las aplicaciones pueden contribuir a hacer las cosas más seguras. No exigen que me ponga hasta el culo ni que me tenga que perder en algún ghetto gay. Ni tampoco tengo que ir en transporte público por zonas heteros con un traje que me podría suponer más de una patada en la cabeza".

Antes que preguntarse si habría que "culpar a Grindr" por los asesinatos, habría que preguntarse si los medios y la policía no se habrán comportado de manera homofóbica en la gestión del delito.

"La cobertura de las aplicaciones de contactos gay o de las aplicaciones sexuales casi siempre es procaz y homofóbico y bautizar a Port como al 'Asesino de Grindr', no solo es una soez, sino que implica alinear a la aplicación con el asesinato", sostiene Mowlabocus.

"¿Por que no llamarle el asesino del GHB, la droga que empleaba para sodomizar a sus víctimas? ¿O el asesino de los cementerios, habida cuenta de que es allí donde arrojó los cuerpos de algunas víctimas? Sacar a colación el nombre de una aplicación gay en el titular es un gesto netamente homofóbico que solo sirve para demonizar a los hombres gay", añade.

Wilson no solo asegura que él no cree que haya nada que las aplicaciones puedan hacer para incrementar la seguridad — sino que tampoco considera que deberían hacerlo. "Que las aplicaciones sigan estando en el epicentro de la notica es solo una manera de desviar la culpa", opina. "Es una manera insidiosa de culpar a las víctimas, tanto por buscar sexo fácil como por hacerlo a través de una aplicación".

"Yo estoy convencido de que lo de seguir concentrando las informaciones en la tecnología y en las aplicaciones es solo una manera para los heterosexuales y para la policía para esgrimir que en realidad no se ha producido injusticia alguna, que el sistema no es prejuicioso".

"Port podría haber conocido a sus víctimas a través de las páginas de contactos de los periódicos en los setenta, o a través de chats telefónicos en los ochenta" opina Mowlabocus. "La tecnología ha cambiado, pero el resultado habría sido el mismo".

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