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EEUU

Los arquitectos ya diseñan casas a prueba de tiroteos masivos

La arquitectura contemporánea, especialmente la estadounidense, está pensada cada vez más para anticiparse a los atentados más brutales. El reto es conjugar esta necesidad con la creación de espacios abiertos e inclusivos.
Proyección del patio de la nueva escuela de Sandy Hook. Imagen por Svigals y Socios
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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

El arquitecto Aaron Bedsky no es una fan de la Torre de la Libertad.

Este edificio de más de 550 metros de alto, al que se decidió llamar World Trade Center es un mastodonte contemporáneo del paisaje de Nueva York y la estructura más elevada del hemisferio occidental. David Childs lo diseñó para que se convirtiera en un edificio icónico y solemne, y para homenajear a las víctimas del atentado terrorista del 11-S, el día en que ambas torres se vinieron abajo.

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Pero, para Betsky, rector de la escuela de arquitectura Frank Lloyd Webber, hay algo más en la torre. Él considera que se trata de un edificio que no te hace sentir seguro ni protegido. Al contrario, él considera que se trata de un edificio levantado para inspirar la reflexión, pero que solo inspira violencia.

"Tal y como yo lo veo, las balizas, las zonas exclusivas y excluyentes, las cabinas de los vigilantes y los muros de cemento cubiertos por un espejo reflectante en la Zona Cero contribuyen a generar esa sensación", comenta.

El World Trade Center 1. Imagen por John D.Morris/Wikipedia.

La cultura del miedo ha cambiado el papel de la arquitectura en los Estados Unidos. Solo en 2016, el país ha sido el escenario de 221 tiroteos indiscriminados. EEUU lucha por contener los atentados terroristas internacionales de organizaciones como Estado Islámico o Boko Haram.

Así que mientras los legisladores se muestran incapaces de controlar el número de armas que hay en el país, los arquitectos y los aparejadores trabajan incansablemente en cómo reformular el concepto de espacio seguro.

En 2012, un asesino en serie mató a 20 niños en la escuela de educación primaria de Sandy Hook, en Newtown, Connecticut. Esta semana el pequeño pueblo ha decidido construir una nueva sede para su escuela, y ha presentado el proyecto correspondiente. Alana Konefal, arquitecta de la firma Svigals y socios, la empresa sobre la que recayó el proyecto, ha informado que el trabajo ha implicado la participación de los vecinos.

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"Todos han compartido con nosotros sus recuerdos de la antigua escuela, sus experiencias y los aspectos más memorables del edificio", ha contado.

El diseño de la nueva escuela contempla una zona abierta en la parte delantera que permite la vigilancia del exterior, de manera que cualquiera que esté dentro puede detectar quien se acerca por el patio. También incluye un jardín que separa el edificio de la parada de autocares.

De la misma manera, las pasarelas han contribuido a generar puntos de entrada más específicos, de manera que ahora es más fácil detectar a cada persona que entra en el edificio. "Queremos que los estudiantes y los profesores se sientan bienvenidos y estén cómodos, para crear un lugar en el que estén como en casa", explica Konefal.

La entrada de la nueva escuela de Sandy Hook. Imagen por Svigals y Socios.

Sentirte acogido o parte de la comunidad también es un aspecto fundamental de la seguridad, explica Betsy. La mayoría de los asesinos en serie que consuman sus masacres suelen hacerlo en soledad. "El problema sistémico a resolver es encontrar la manera de que las personas se sientan conectadas las unas con las otras".

Esta tesis es aplicable a los edificios de alta seguridad del gobierno. De hecho, se está trabajando en nuevos diseños que incluyen elementos que parecen reproducciones a gran escala de las pasarelas de Sandy Hook.

Mientras que las cámaras de videovigiliancia, los cristales construidos a prueba de bombas y los detectores vienen siendo utilizados desde hace años, el clásico recurso de rodear los edificios de fosos cubiertos de agua para su protección "vuelve a estar en boga", cuenta Richard Paradis, un ingeniero y experto en seguridad arquitectónica que trabaja para el Instituto Nacional de la Construcción.

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Una 'expo' en Francia nos acerca al futuro de las armas antidisturbios. Leer más aquí.

La embajada de Estados Unidos en Londres usa el agua como barricada por sus dos flancos. Imagen por Nine Elms/Flickr.

En su trabajo como consultor del gobierno y como supervisor de que las estructuras federales reúnan los requisitos necesarios en seguridad, asegura que su máximo desafío ha sido encontrar el punto intermedio entre lo ominoso y lo abierto. En los últimos años, opina Paradis, el debate sobre la seguridad se ha disparado, y cada atentado es un recordatorio para los arquitectos e ingenieros de la construcción.

Pero incluso aquellos edificios que están físicamente distanciados del público general, o protegidos por barreras naturales, tienen la necesidad de reivindicarse como espacios abiertos, con espacios de bienvenida. "Lo último que queremos es que los edificios parezcan fortalezas", comenta Paradis.

Arquitectos como Betsky comparten esta visión en un contexto en el que la violencia arbitraria que aparece en los medios de comunicación provoca que nuestra sociedad exija que los edificios sean blindados y que exista una mayor vigilancia. Y es evidente que solo algunos han experimentado en su propia piel qué se siente al entrar en un lugar familiar después de que haya acontecido una masacre como la de Sandy Hook.

El edificio del tribunal Alfred A.Arraj en Denver ha sido elogiado por conjugar un diseño seguro, protegido y abierto. Imagen por Jeffrey Beal/Flickr.

Un exceso de protección, subraya Betsky, redunda en un mayor aislamiento. Y en un mundo en que nuestras ciudades están surcadas por barricadas y fortalezas, en lugar de plazas y lugares abiertos que inviten a la expresión artística, a la música y a la conversación, transmiten un mensaje muy desalentador a todos aquellos que trabajan tanto en el interior como en el exterior.

La violencia no puede detenerse completamente con el diseño de edificios o la planificación urbana. Pero lo cierto es que los espacios de nuestro día a día pueden ser un reflejo de lo que queremos que sean nuestras casas: lugares de confort, protegidos, y lugares de los que nos sintamos orgullosos cuando invitamos a nuestros allegados.

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