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VICE World News

Las Maldivas, en estado de crisis por falta de agua potable

Varios países están transportando agua y otras ayudas a la nación del Océano Índico. El cambio climático podrían llegar a ser su mayor desafío a largo plazo.
Image via AP/Sinan Hussain

Uno no diría que precisamente las Maldivas, un país del Océano Índico compuesto por cerca de 1.200 islas, pudiera sufrir una crisis de agua. No obstante, éste es el caso, esta nación se enfrenta actualmente a una situación de emergencia, después de que un incendio en la planta desalinizadora de la capital de Malé llevara a una grave escasez de agua y desencadenara la respuesta internacional.

El incendio, que tuvo lugar el pasado jueves, azotó la empresa estatal de Aguas y Alcantarillado Male Water and Sewerage, dejando a 120.000 residentes en la capital sin acceso a agua potable. El sábado empezó a llegar ayuda por parte de India, que envió casi 1,9 millones de litros de agua embotellada por avión, y otros 950.000 litros a bordo de dos buques de guerra. Bangladesh también ha enviado agua embotellada y cinco unidades móviles de desalinización.

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China también envió suministros de agua por aire a las Maldivas durante el fin de semana, y ha donado unos 400.000 euros para reparar la planta desalinizadora. El gobierno de Maldivas ha estimado que la reparación de la planta ascenderá a 16 millones de euros — un precio muy alto para un país cuyo PIB está entre los más bajos del mundo. El turismo de Maldivas representa casi un tercio de la actividad económica del país; recibiendo casi 1 millón de visitantes solo en 2012.

Según declaraciones del ministro de Defensa de Maldivas, Mohamed Nazim, el país ha creado un fondo para la gestión de la crisis del agua y está buscando el apoyo económico por parte de Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y otros países en Oriente Medio. Un hombre de negocios saudí no identificado ya ha donado 1 millón de dólares, o lo que equivaldría a 800.000 euros.

Tras la ola de disturbios inicial, la situación en el terreno se muestra hoy con un poco más de calma. A pesar de que las fuerzas de seguridad distribuyeron agua la semana pasada para cualquier persona que mostrara su identificación como ciudadano de Maldivas, por otro lado, se denegó el acceso a trabajadores procedentes de países como India, Bangladesh, Pakistán y Sri Lanka. De hecho, en algunos lugares, los expatriados fueron presuntamente acosados y expulsados de las filas.

A raíz de que activistas de la Red de Democracia en Maldivas expresaran su indignación, el gobierno decidió ampliar su capacidad de suministro de agua para abastecer también a los no ciudadanos.

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"El Presidente, Abdulla Yameen, ha hecho un llamamiento público a los ciudadanos de Maldivas a que permanezcan pacientes y unidos, mientras trabaja con el gobierno para resolver la crisis nacional", según declaró en un comunicado la oficina del presidente.

La respuesta del gobierno, no obstante, recibió elogios por parte de algunos sectores. "Los 130.000 residentes de Malé están recibiendo agua embotellada y agua desalinizada a través de fuentes públicas y vehículos móviles", dijo el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en un comunicado. "También se han tomado varias medidas para abordar las necesidades de las poblaciones vulnerables y con necesidades especiales".

La preocupación por la escasez de agua potable no es nada nuevo en las Maldivas. El país no cuenta con ríos o arroyos permanentes, y el agua pluvial se recoge sólo a pequeña escala. Según las Naciones Unidas, las aguas subterráneas "se contaminan al filtrarse a través del subsuelo, que por lo general está contaminado con residuos orgánicos y humanos".

Todo ello hace aún más necesaria la desalación, que abastece de agua a unos 300 millones de habitantes en las costas de todo el mundo. La desalación es especialmente crucial en Malé, ciudad que está entre las zonas urbanas más densamente pobladas del mundo. El rápido crecimiento de la población en Malé causó, en la década de 1990, que el acuífero de la isla se contaminara con sal y superara la capacidad de recogida de aguas pluviales, lo que llevó a la construcción de la misma planta desalinizadora que ardió en llamas la semana pasada.

Si bien la falta de acceso a agua potable en las Maldivas constituye una emergencia inmediata, tanto el cambio climático como la subida del nivel del mar podrían resultar un mayor desafío a largo plazo para el país. Las Maldivas, construida sobre atolones de coral y no sobre la arena, es el país con menor altitud en el mundo; el ex presidente, Mohamed Nasheed, un carismático activista del cambio climático, estableció en 2008 un fondo para comprar una nueva patria para su gente. Sin embargo, desde que Nasheed dimitiera en 2012 tras un motín policial, Maldivas se ha retirado prácticamente del debate internacional sobre el calentamiento global.

El pasado fin de semana, muchos residentes de Malé partieron hacia islas vecinas para abastecerse de agua. Los resorts de lujo de islas adyacentes, que atienden a turistas ricos, tienen sus propias plantas de desalinización, por lo que no se han visto afectados por esta crisis — un fuerte contraste con la situación que vive la capital, donde la empresa de aguas y alcantarillado Male Water and Sewerage ha optado por continuar cobrando por los servicios de agua, ante la indignación de muchos, aunque con un 30 por ciento de descuento.

"El agua debe ser proporcionada de forma gratuita hasta que la crisis del agua se haya resuelto", dijo el número dos de la oposición del Partido Demócrata de Maldivas (MDP), Rozaina Adam, durante una conferencia de prensa.

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