'Se creen que somos tontos', fotos de pensionistas en la protesta de Madrid
Todas las imágenes por Enrique Villaluenga 

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Marca España

'Se creen que somos tontos', fotos de pensionistas en la protesta de Madrid

"El problema es que piensan que los ancianos no nos vamos a enterar de nada y no vamos a protestar".

Este año, las pensiones han subido un 0,25% y Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda y Función Pública, se lo ha comunicado a todos sus beneficiarios mediante una misiva -muy gentilmente, muy a la antigua usanza- que ha provocado la rabia de miles de pensionistas. Y, en lugar de quedarse en casa, han decidido convocar manifestaciones en varias ciudades españolas para reclamar su derecho a recibir una pensión que les permita vivir con dignidad.

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El pasado 22 de febrero, la Coordinadora de Pensionistas en Defensa del Sistema Público de Pensiones ya convocó una manifestación en Madrid que terminó con miles de ancianos rodeando el Congreso pacíficamente, algo insólito, ya que los anteriores intentos de llegar hasta los leones habían acabado en cargas policiales. Pero ayer lo volvieron a hacer.

Son las 11 de la mañana y en Madrid la lluvia no ha dado tregua en dos días. La Plaza de Sol empieza a llenarse de gente que grita "Rajoy, dimisión" y "Esto nos pasa por un Gobierno facha". Si cierro los ojos mientras escucho esas consignas casi puedo viajar en el tiempo hasta 2011, cuando en esta misma plaza miles de jóvenes acamparon durante más de un mes. Solo que quienes las pronuncian ahora no son estudiantes, ni jóvenes en paro, ni chavales con trabajos precarios. Son pensionistas. Pensionistas que gritan en el kilómetro cero, pero también en miles de calles y plazas de toda nuestra geografía, a esta misma hora, porque es la única manera que tienen de luchar por sus derechos.

"Nosotros no podemos hacer huelga porque ya no trabajamos", me dice Gregorio, que tiene 72 años y que ha trabajado durante más de cincuenta porque "empezó muy chico". "Tampoco manejamos internet como vosotros para poder protestar, así que la única manera que tenemos de intentar cambiar las cosas es salir a la calle", añade. Dice que está ahí por él, porque la pensión que se ha ganado durante el medio siglo que lleva trabajando le da para vivir a duras penas: tiene que ayudar a una de sus hijas, que trabaja a media jornada, pero que también ha venido por sus nietos, a los que les espera "un futuro muy negro".

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"Aquí hacen falta jóvenes apoyando, porque al final no es algo solo de los viejos. A vosotros también os tocará dejar de trabajar y a ver qué hacéis si siguen vaciando la hucha de las pensiones", me dice refugiado bajo un paraguas rojo.

Solo pasan diez minutos de las 11 y Sol se empieza a llenar. Gritan "No nos mires, únete" y el eco retumba en el número 4 de la calle Alcalá, donde tiene su sede el Ministerio de Hacienda. Me acerco a un hombre con el pelo cano que sostiene una pancarta con el mensaje "Pensionista, si votas PP-PSOE-C'S jódete". Le pido que me lo explique.

"Tengo 81 años y me he comido toda la mierda que han hecho entre la derecha y la izquierda. Lo del 78 fue un paripé. Me río por dentro de la ira que me genera cuando mencionan ese término de "la Transición modélica", qué repugnancia. Este país no tiene arreglo. Se va el PP y viene la otra derecha, idéntica derecha o peor. Lo que me da rabia es que entre los pensionistas damos 10 millones de votos. 10 millones de votos que se reparten entre estos tres partidos mafiosos", me cuenta.

Se llama Manuel, ha trabajado durante 45 años y le ha quedado una pensión "bastante curiosa", porque durante cinco años trabajó en Alemania. Y, además de la española, cuenta con una pensión del gobierno alemán que le han subido un 6% este año. Pienso en mi abuelo Vicente, que también tuvo que emigrar, y en todas las veces que me ha hablado sobre las diferencias entre la pensión española que recibe por haber trabajado durante toda una vida y la que le pasa el gobierno alemán por haber cotizado allí durante los cinco años que emigró. Y siempre acaba de "muy mala hostia", como dice él, cuando lo cuenta.

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Dolores no tiene la suerte de Manuel ni de mi abuelo Vicente, no tiene dos pensiones. "Pude trabajar solo durante 16 años, porque mi marido salía de casa a las 7 de la mañana y llegaba a las 10 de la noche, así que tenía que encargarme yo de la casa y de mis hijos. Trabajé durante 16 años y me ha quedado la pensión mínima, 7.000 euros al año". Maria Encarnación, que está a su lado y tiene 68 años, ha trabajado durante 30 años, pero vive, más que gracias a su pensión, a un local que tiene en propiedad y que ha alquilado.

"El problema es que nos toman por tontos. Creen que los ancianos no nos enteramos de nada y no vamos a protestar, que nos vamos a morir pronto y que todo nos da igual. También ocurre que nos meten el miedo en el cuerpo. Nos dicen que si no votamos o al PP o al PSOE nos van a quitar las pensiones, cuando eso es precisamente lo que hacen el PP y el PSOE", piensa María Encarnación. Y me dice que gracias por haber ido, que hace falta gente joven apoyando. "Al final parece que los 70 nunca llegan, pero llegan, créeme, así que tenéis que luchar", me dice.

Al despedirme de ella, un anciano le dice a sus amigos: "mirad, una jovencita. Vamos a darle un aplauso por haber venido". Sonríe mucho y yo también. Casi todos los jubilados con los que hablo mencionan a los jóvenes. "Yo estoy aquí por vosotros", me dice el señor que ha pedido un aplauso para mí, que se llama Justo, "porque al final a mí qué más me da, yo voy a estirar la pata pronto, pero esto no se puede permitir".

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Parece que la manifestación se disuelve al grito de "Sí se puede", los paraguas generan el caos y en Sol no para de llover. Pero, de repente, un grupo empieza a corear "Eso, eso, eso: nos vamos al Congreso". Y cientos de jubilados cortan la calle Floridablanca hasta llegar a las puertas del edificio. Hoy han sido previsores y hay cordón policial. Un señor muy bajito y con el pelo muy blanco le dice a uno de los policías "¿Te puedo poner el paraguas, que llueve mucho?". El agente le responde que no, que no le dejan que haga eso y le sonríe.

El señor reanuda su consigna y grita "ladrones, ladrones", y me despido de la manifestación más extraña y más bonita a la que nunca he ido con una sensación muy rara. Orgullosa por todos esos jubilados, pero con mucha rabia por un sistema que les hace tener que protestar bajo la lluvia, incapaz de cuidarlos como se merecen, de cuidarlos como ellos nos han cuidado a nosotros siempre.

Puedes ver más fotos de la manifestación a continuación.