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Queridos futbolistas: ¡Estamos mamadas de ustedes!

OPINIÓN | No más violencia misógina, que es tan natural en el fútbol. No más estupideces, como dedicarnos a calificar la belleza de las mujeres a las que agredieron Edwin Cardona y Wilmar Barrios.
Imagen: Daniel Senior | VICE Colombia

—¿Qué piensa sobre las fotos de las mujeres denunciantes? —le pregunta Néstor Morales a Javier Hernández Bonett, presentador deportivo de Mañanas Blu, en la emisora Blu Radio.

—¿Que qué pienso sobre las fotos? Pues que son mujeres muy feas —responde con un dejo de burla el locutor.

Ambos periodistas, dos de los más escuchados del país, se referían al reciente caso de Edwin Cardona y Wilmar Barrios, dos jugadores de la selección Colombia que juegan en el Boca Juniors y que en este momento están sobre la palestra pública argentina por presuntamente agredir con un cuchillo a dos mujeres durante una fiesta el pasado fin de semana.

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Lo que siguió durante los siguientes tres minutos en el panel de Blu Radio fueron risas y regaños: la voz de Néstor Morales, ahogada por las risas de sus compañeros, intentaba hacer que su compañero cayera en cuenta de la barrabasada que acababa de decir al aire, sin mucho éxito, y sin mucha seriedad tampoco. Según el abogado de las denunciantes, a quien entrevistaron en la emisora, la fiestica se salió de control. No hubo violación, pero sí hubo "excesos de violencia, amenazas y armas blancas".

El numerito de estos futbolistas no es algo nuevo para Colombia. Ojalá todavía recuerden ese escándalo del Santa Fe, donde casi una docena de jugadores del equipo estuvieron supuestamente involucrados en una violación masiva a una trabajadora sexual, un caso que El Espectador tituló como "fiesta sexual". Finalmente, la mujer declaró que no le interesaba seguir más con la denuncia que había puesto, y el caso se disipó.

Y lo más probable es que el escándalo con estos dos jugadores de Boca termine en lo mismo. Aunque podemos correr con la fortuna de que Argentina estos hechos los toman mucho más en serio que en nuestro país. Pero algo que no podemos negar, independientemente del desenlace de este caso, es que la violencia machista en el fútbol colombiano es una realidad que no debe continuar, y que sin embargo sigue sucediendo una y otra vez.

Cada escándalo mediático, cada pronunciamiento de la Fiscalía, cada absolución es una demostración más de la evidente misoginia de estos personajes, que afecta sin distinción: trabajadoras sexuales, novias, esposas, amigas, modelos. Y peor es, a su vez, la redención casi inmediata que obtienen de sus seguidores, de sus directivas y de la sociedad.

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¿O cuántos de ustedes están preocupados porque sin Cardona y Barrios en la selección peligraría nuestro mundial, en vez de preocuparse porque haya justicia para este par de argentinas?


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Este pareciera ser un tema digno de discutir a escala global. Cómo olvidar el caso de Franck Ribéry y Karim Benzema, absueltos por tener relaciones a finales de los 2000 con una prostituta de 16 años, a pesar de que en Francia esto se castiga con tres años de prisión y 45.000 euros de multa. Pero no: para ellos, nada. O, sin ir más lejos, acordémonos de Bruno Fernandes de Souza, quien, después de descuartizar a su novia y alimentar a los perros con su cuerpo, quedó libre después de siete años. Y hoy, premiado: el año pasado empezó a jugar en el Boa Esporte, donde consiguió un contrato de dos años. Ante las críticas, el equipo respondió que "el club no tiene relación con las acciones de Bruno, solo contratamos al profesional".

¿Hasta cuándo seguiremos escuchando esta lavada de manos, repetida tantas veces por presidentes de clubes, por directivas, por hinchas? ¿Hasta cuándo nos vamos a conformar con decir que toca separar al jugador de su vida personal, cuando muchas veces este jugador, en su totalidad, es el héroe nacional o el modelo a seguir de tantos pelados? ¿Cómo puede ser un héroe nacional?

Y no nos vayamos tan lejos. O sino cómo olvidar al "Bolillo" y la golpiza que le dio a su novia frente a una discoteca en el centro de Bogotá, o a Pablo Armero que cogió del pelo a su esposa porque no quería tener sexo con él, o al jugador de Águilas Doradas, Hayner Mosquera, captado por la cámara de un ascensor tumbando en el piso y dándole patadas a la mujer que lo acompañaba.

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La lista de jugadores nacionales misóginos podría seguir hasta el final de esta columna. Lo preocupante, sin embargo, lo verdaderamente importante, más allá de los nombres, es la absolución no solo penal, sino pública, que estos jugadores reciben casi de inmediato. Los seguidores que los defienden siguen la misma consigna que han escuchado antes: no diferenciar los hechos personales y la carrera futbolística del agresor. Así decidió hacerlo la esposa de Armero, quien continuó su relación con él. Lo mismo hizo el club santafereño, soltando la perorata que dicen todos: "Las acciones de las personas son individuales y la responsabilidad de hechos por fuera de la ley es personal, en los eventos en que ello suceda". O sea que, hasta que la Fiscalía no haga algo, ¿no hay sanción por parte del equipo?

¿Hasta cuándo seguiremos escuchando esta lavada de manos, repetida tantas veces por presidentes de clubes, por directivas, por hinchas?

Ahora, ¿qué tratamiento le estamos dando en los medios a la violencia contra las mujeres cuando, en una semana, El Espectador se refiere a la presunta violación de una trabajadora sexual como un "lío" o se están refiriendo a la agresión de Cardona y Barrios como un "escándalo"? ¿Cuando el director de un programa radial, como Néstor Morales de Blu Radio, se burla con uno de los comentaristas deportivos más famosos del país sobre la belleza de dos mujeres que están denunciando una agresión seria?

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Cuando estas cosas vuelven a pasar, es como si no hubiéramos ganado ninguna batalla.

Pues, queridos jugadores, queridas directivas y cuerpo técnico, querida hinchada, queridos medios deportivos, déjenme decirles en nombre de las mujeres de este país que seguimos mamadas de ustedes. Mamadas. Estamos mamadas de sus maltratos constantes, de la normalización de su misoginia en los medios que tantas veces hace un tratamiento revictimizante de la violencia machista.

Estamos mamadas de sus maltratos constantes, de la normalización de su misoginia en los medios que tantas veces hace un tratamiento revictimizante de la violencia machista.

Estamos mamadas de los hinchas que los siguen apoyando a pesar de sus crímenes, como si nada hubiera pasado. Estamos mamadas de las directivas que no se interesan por corregirlos. Estamos mamadas de sus puños, patadas, jaladas de pelo, amenazas, cuchillos, violaciones. Estamos mamadas de ese ego de macho exacerbado, de esa testosterona en ebullición constante, despertada quizá por el final de cada partido y por los entrenamientos, o el roce con cada tipo en cada partido, las peleas con los árbitros, o yo no sé qué cosa será que les infla el pecho y les hace sentir que su hombría se legitima a partir de la misoginia, a partir de la violencia contra nosotras.

Ya lo dijo Catalina Ruiz-Navarro en una columna del año pasado: tenemos una cultura del fútbol que es complaciente con el maltrato a las mujeres. Y la seguiremos teniendo, quién sabe hasta cuándo.

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Si son culpables de esta agresión, ojalá la justicia argentina sí les caiga con todo el peso a Cardona y Barrios, algo a lo que no nos atrevemos en Colombia.

* Esta es una columna de opinión. Por tanto, no representa la posturas de VICE Media Inc.


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