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feria del millón

Una artista veterana nos cuenta cómo es trabajar en la Feria del Millón

Hablamos con la venezolana Corina Lipavski, autodenominada artista electrónica.
Foto: Mateo Rueda

La Feria del Millón es uno de los espacios que ha llenado de arte a Bogotá en estos días finales del mes de octubre. Sus puertas se abrieron desde el 28 de octubre en el Centro Creativo Textura, ubicado en la zona industrial de la ciudad. A diferencia de las demás, La Feria del millón, que celebra su quinta edición, se caracteriza por promover a los artistas emergentes, para que den a conocer su trabajo y fomenten una cultura de nuevos coleccionistas en el país, teniendo como principal característica que las piezas exhibidas por los seleccionados se acerquen al precio de un millón de pesos.

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Uno pensaría, quizás por una cosa de prejuicios, que los artistas emergentes, y no los de trayectoria media, son los que llenan los rincones de Textura. Pero no. O no del todo, al menos. Corina Lipavski, venezolana radicada hace tres años en Bogotá, quien se reconoce como una artista electrónica, empezó su trayectoria en los noventa y encontró en el "arte por error" (el glitch) y "el arte pobre" el lenguaje que le permitiría expresar con su trabajo, sus relación e interpretación de la realidad.

Esto nos contó.

Eres venezolana, ¿cómo empieza y se desarrolla tu carrera como artista y cuánto llevas viviendo en Colombia?
Llevo un poco más de dos años viviendo en Colombia, aunque tengo una relación con el país desde hace más de 20. Viví a principios de los 90 en Nueva York, estuve estudiando cine allá, volví a Venezuela, pero encontré un país en crisis. Ahí decido empezar a trabajar con video, porque me parecía un absurdo, en un país con esas dificultades y problemas, hacer cosas en el cine. Luego el cine se me presenta como una estructura de trabajo que responde completamente a la revolución industrial. Como la orquesta, ¿no? Entonces es piramidal, tiene que ser tiránica, necesitas una figura arriba, el director, que le diga a todo el mundo qué tiene que hacer o no. Y yo trabajo de otra manera. Y el video me parecía que me daba esa opción, ¿no? De trabajar con equipos más pequeños, etc. Pero bueno, estamos hablando de mediados de los noventa y necesitabas muchos recursos para hacer cosas de calidad. Hasta que empieza a desarrollarse todo el tema tecnológico: yo ya en el 96 empiezo a explorar directamente con el computador, que además me permitía investigar en cosas que me interesan mucho, porque no me interesa la narrativa lineal. En todo caso, a finales de los noventa, decido que me voy a estudiar tecnología, y me voy a Barcelona a vivir allá. Viví diez años. Allí estudié artes digitales y comencé un doctorado en humanidades, donde lo que quería era precisamente unir esa visión más filosófica alrededor de los medios electrónicos.

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Eres artista audiovisual y artista electrónica. Has profundizado en temas como "el arte pobre" y el "arte del error", ¿podrías contarnos de qué se trata? Y podrías contarnos ¿con qué pieza, composición o serie te presentaste a la Feria del Millón?
Siempre he trabajado con imagen y palabra, y este proyecto se trata de intervenciones sobre libros icónicos de occidente. Entonces está la República de Platón, el Libro rojo de Mao, la Contrarreforma de Lutero y el Manifiesto Comunista. Son todas las portadas de estos libros que de alguna manera han determinado cómo percibimos la realidad en occidente, desde, creo yo, los mismo griegos. Sin embargo, considero que es un momento muy importante para revisar.

Hace unos días encontré un artículo de un traductor insigne que señaló haber encontrado más de 500 errores conceptuales en la traducción del Manifiesto Comunista, que al corregirlos la interpretación del texto es radicalmente diferente. Pasa con todo. Con todo. Es un poco el mismo principio de lo que más o menos desde el 2010 le dieron el nombre de "glitch", el error intencional o incluso el error aleatorio que invita a una reflexión sobre la información y difusión y su incidencia en la realidad.


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Existe una expectativa: que el arte y el artista tienen que ser abierta y directamente políticos. Supongo que siendo venezolana notas esta expectativa/presión aún más, pero, ¿tú crees que el arte puede escaparse de ser político?
El punto del que parto en las clases del seminario que doy, es precisamente eso, que es tomado de una socióloga cuyo nombre no recuerdo. Ella hizo un trabajo bien interesante sobre la obra de Doris Salcedo. Ella dice que todo arte es político, incluso en su decisión de no serlo. No deja de ser una decisión política. Entonces, de alguna manera, era una paradoja con la que yo empezaba la clase, diciendo "vale, vamos a hablar de arte, política, y activismo" pero yo no voy a cuestionar si esta obra es política o no lo es, porque pienso que todas lo son de una forma o de otra. E, inevitablemente, creo que todas se conectan con el tiempo en que han sido creadas.

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¿Qué es el arte para ti, más allá de cualquier referente teórico?
Es un medio expresivo, sin lugar a dudas, de cosas que uno no ha racionalizado y que quiere comunicar. Pero voy a recurrir a un referente teórico, lo siento mucho (risas), pero hay un personaje que es valiosísimo para mí en la historia del arte que se llama Robert Filiou, y el decía que el "arte es aquello que hace a la vida más interesante que el arte". Y yo estoy de acuerdo con él.

¿Sientes que el arte moderno tiene un enfoque eurocéntrico?
El arte en general tiende a ser eurocéntrico, ¿no? Sobre todo el que es admitido dentro de los circuitos institucionales. Eso podría mirarse desde la globalización, o decir que la consecuencia de que todo termine pareciéndose viene de la globalización homogeneizadora. Supongo que también en el caso de los medios, porque estamos utilizando todos el mismo computador, el mismo software, eso puede tender a homogeneizar los resultados. Pero yo sí creo que la experiencia individual de cada sujeto, según su contexto, determina absolutamente lo que realiza, más allá de los referentes teóricos. A menos de que intencionalmente quieras ser eurocéntrico para parecerte a no se quién. Pero eso ya es decisión de cada artista.

La Feria del Millón se presenta como un espacio que busca darle la oportunidad y el apoyo a los artistas emergentes que quieren dar a conocer su trabajo, pero tú llevas ya una trayectoria artística, ¿cómo vives tú la participación en este proyecto?
Te confieso que desde que llegué aquí me encantó el hecho de que hubiera una feria de este tipo y que sucediera al mismo tiempo que ARTBO. Y confieso que me parece también muy interesante esa honestidad, en un sentido comercial y mercantil, y darle la opción a los que se interesan en el arte, pero no pueden invertir en una pieza del ARTBO.

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Más allá de la trayectoria, mi intención de participar aquí es mostrar mi trabajo a la mayor cantidad de gente posible en Colombia, porque al fin y al cabo no soy de aquí y me parece una vitrina extraordinaria. Honestamente, no me imaginé además que quedara, apliqué más como ejercicio, y la verdad que es algo que celebro porque dije "yo estoy como en un punto intermedio [en su trayectoria], no soy local", entonces eso me habló bien del espacio, esa mirada como más amplia. De hecho, las dos ediciones anteriores que he visitado me he encontrado amigos aquí que son todos de trayectoria media también, incluso artistas electrónicos, que también estaban mostrando obra impresa, como Andrés Jurado, por ejemplo. En fin. Vi que no estaba limitado a un segmento o de edad, o de años de trabajo. Y dije bueno, si tengo esta oportunidad, será estupendo presentarle mi trabajo a la ciudad.

¿Te parece difícil trabajar con artistas recién graduados o muy jóvenes? Mejor dicho, ¿hay diferencias?
Hay muchas diferencias pero yo no sé hasta qué punto estén determinadas por el tema generacional. Donde quizá más lo percibo es en mi práctica docente. Porque vas viendo cómo en cada una de las décadas va cambiando ese ethos, o esa mirada sobre las cosas. Curiosamente, a mi regreso a Latinoamérica me fui dando cuenta de que entre la gente más joven no había ningún interés con las artes tecnológicas. Probablemente porque mi interés correspondía a ese momento histórico de ese boom de los noventas, donde la tecnología se presentaba como la salvación de la humanidad. Y que en los últimos años ha tenido más bien como un… Yo pienso que es una pausa, precisamente porque fue fagocitada por el sistema hasta llegar a convertirse en gadget, ¿no? O sea lo importante de la tecnología ahora es el iPhone.

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Pero yo siento que por ejemplo ahora, y es consecuencia de esa tecnología que a mi me interesaba en los noventa, pero que ellos han vivido y han crecido con ella, como un interés muy renovado por todas las artes que implican la presencia del cuerpo. Es decir: performance por encima de cualquier otra manifestación artística, las artes del fuego, muy cerca de la artesanía, cerámica, vidrio, es lo que observo intuitivamente, no es que haya hecho investigación ni nada de eso. Siento que los intereses de la gente más joven se están moviendo más en esa dirección que, por ejemplo, incluso hacia el campo en que yo me he desarrollado.

Pero ya cuando estás trabajando juntos en un mismo espacio, no sientes diferencia porque uno sea mayor o menor. Sí, sin lugar a dudas vamos a tener referencias distintas, sí hay como una tendencia, culpa supongo yo de los dichosos medios, al conocimiento superficial, o ciertos conocimientos históricos que ya no hay. Pero eso debe estar más anclado a mi interés docente, yo no puedo de dejar de pensar en Goya al ver una obra política, pero hay gente que ni lo incorpora. Creo que es ya más un drama de vivir en tiempos de exceso de información.

Y en relación con eso, ¿crees que las redes sociales estén ayudando a la visibilización de los artistas para bien, o crees que está perjudicando la calidad artística?
Es como un arma de doble filo, como la propia tecnología, porque así como resentimos o queremos renegar sobre esto en el ámbito del arte, está pasando en todos los ámbitos, ¿no? Yo llamó a eso la "invasión del pop": el papa Francisco es un papa pop, los presidentes locales, desde el de allá arriba al norte, hasta los anteriores de aquí, los anteriores de allá, son todas figuras pop que a lo que apuestan es como al escándalo, a la banalización de la información, a llegar al insulto, porque es la manera como más elemental de llegar a los instintos más básicos, acabar con la racionalidad, y eso quizás es uno de mis grandes temores como latinoamericana, porque a pesar de la ilustración sucedió hace mucho tiempo, yo creo que a nosotros no tocó un poco de forma tangencial. Pero quiero seguir creyendo que los medios electrónicos, incluidas las redes, pueden ser (o son) la herramienta para dar lo mejor de nosotros mismos.

¿Qué consejo práctico le darías a un artista quien inicia su carrera profesional?
Yo siento que soy una pésima consejera. El arte, como dice Filiou, "es aquello que hace la vida más interesante que el arte": así que creo que el artista tiene que vivir mucho. Yo no sé hasta qué punto tengo mis cuestionamientos, y a lo mejor sea una proyección de mi historia personal, sobre la profesionalización del arte. Yo no sé si el hecho de estudiar el arte como una carrera y salir con un título que diga yo soy artista, te hace artista. No sé, creo que es más un ejercicio de vivir, observar, escuchar, entender, sobre todo escuchar y entender. Y expresar desde allí.

¿Has visto un cambio en las oportunidades del medio?
Uy sí, notablemente. Incluso de la mano de las propias redes, o sea, todo este sistema de residencias internacionales donde la gente tiene la oportunidad de encontrarse, conocerse, de tener un espacio creativo con otro montón de gente, a mí eso me parece una oportunidad preciosa que antes existía pero era muchísimo más difícil de encontrar la información, difícil de acceder a estos espacios hace veinte años. Se ha creado todo un sistema con sus partes buenas y su partes malas. Sobre todo que nosotros acá en Latinoamérica podemos mantenernos al tanto de lo que pasan en espacios más… Organizados.