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Cultură

Este señor español inventó el filtro para cigarrillos (y otras cosas varias)

Las empuñaduras de las palas de ping-pong o las luces automáticas en los coches son algunas de las invenciones de este señor de 76 años. Hablamos con él sobre lo difícil que es innovar en España.

¿Cuándo crees que se inventaron los filtros que llevan los cigarrillos? Pues hace menos tiempo del que crees y su creador no es un multimillonario excéntrico, sino un entrañable señor de Barcelona que vendió su idea a la industria tabacalera cambio de empleos vitalicios para toda su familia. Ramón Galindo, que también es el autor de las empuñaduras de las palas de ping-pong o las luces automáticas en los coches, lleva 60 años desarrollando inventos. Su última creación es un ajedrez en el que pueden jugar más de dos personas y una tecnología para salvar vidas con el móvil. Hablamos con él de patentes robadas, luchas con gabinetes jurídicos de multinacionales y coches del futuro que nos llevarán a nuestro destino sin necesidad de conducir.

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Uno de los primeros filtros para cigarrillos

VICE: ¿Cómo se te ocurrió inventar filtros para los cigarrillos?

Ramón Galindo: En 1958, mi mujer (mi novia en aquellos tiempos) trabajaba en un estanco y yo veía que la gente compraba tabaco pero se hacía el cigarrillo a mano. No existían aún los cigarrillos manufacturados. Fumaban directamente y si querían filtro usaban unas boquillas, más cortas para las mujeres. Fijándome en esto se me ocurrió empezar a pensar en un filtro incorporado. Hice varios diferentes y de diferentes tamaños y un año después presenté la idea en aquel mismo estanco (Casa Gimeno) y de ahí a Tabacos de Filipinas, que tenían una sucursal en Barcelona. Son ellos los que después lo presentaron a Inglaterra, creo que a Philip Morris. Era exactamente el mismo filtro que se usa hoy pero de algodón. Actualmente se utilizan otros materiales, pero el ancho y largo es igual.

¿Qué edad tenías y a qué te dedicabas por aquel entonces?

Tenía 19 años y era estudiante de formación profesional. Estudiaba electricidad y mecánica de precisión y a la vez trabajaba con mi padre que fabricaba palas de ping-pong. De hecho, antes de los filtros, la primera idea que puse en práctica fue en 1956, cambiando el mango recto de la empuñadura por otra con forma de cuña, para que al pegar un pelotazo fuerte y al picar no se escapara de las manos. Eran otros tiempos. En España estaba Franco y esto de patentes y tal ni se contemplaba, porque era un país aislado del mundo.

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Un invento pueden copiármelo haciendo una pequeña modificación que es lo que se encuentra normalmente un inventor en este país

¿Cómo hacías para vender tus invenciones?

Pues en el caso de los filtros llegué a un acuerdo de poder tener puestos de trabajo para mí y mi familia dentro del sector. Tabacalera Española nos garantizaba un empleo a cambio de la invención y desde entonces aún tenemos familia trabajando en la industria del tabaco. Mi esposa, que estuvo más de cuarenta años en el estanco, y un hijo nuestro, tres hermanos míos, primos y primas, familia de mi esposa… Yo estuve diez años pero después trabajé en la industria de la tecnología y otros campos.

Yo pensaba que inventar algo que revoluciona la industria del tabaco te haría millonario.

Un inventor como yo, teniendo que llamar a puertas para convencer y negociar, es muy diferente a que el invento lo haga una multinacional con su departamento de investigación y desarrollo y lo ponga en el mercado. Estoy conforme con el acuerdo porque yo no tenía experiencia en firmas ni cosas de estas y además una patente dura veinte años y nosotros hemos logrado todos estos puestos de trabajo desde 1959, que son muchos. Lo considero un éxito. Un invento así no hace millonario a nadie. De hecho, pueden copiármelo haciendo una pequeña modificación que es lo que se encuentra normalmente un inventor en este país. Si yo fuera alemán esto no pasaría. Allí el Gobierno te protege y te ayuda aunque seas pequeño. Si el invento lo consideran bueno te respaldan.

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¿Te han copiado algún invento?

¡Sí, claro! Por ejemplo Telefónica con mi equipo de alta fidelidad modular. Existían los equipos de alta fidelidad y cada equipo tenía unos vatios fijos y yo hice una mejora de forma que se ponía un preamplificador, que todavía existen, y después se iban poniendo módulos de 20 vatios de manera que se iban añadiendo y esto no tenía fin. Podíamos sonorizar un campo de fútbol, por ejemplo. Hilo musical de Telefónica lo copió, yo lo denuncié y tras un montón de años llegamos por fin a un acuerdo. Pero hasta ese momento tenía que pedir permiso en mi trabajo donde estaba mis ocho horas diarias, para ir al juzgado cada vez que me llamaban y encima pagar a un abogado para luchar contra un gabinete jurídico enorme. Me copiaron también lo de las luces automáticas de los coches, el encendido y apagado automático. Antes de eso era manual y si te descuidabas al pasar un túnel se quedaban apagadas. Cuando lo presenté en el Salón Internacional de Invenciones Ginebra y fue premiado lo presenté en la casa SEAT y al cabo de un tiempo ya lo llevaban los coches. Y claro, ¿qué hago yo otra vez frente a una multinacional? Pues nada. No puedo hacer nada. ¿Quién es Ramón Galindo frente a una Volkswagen? Después de lo de Telefónica me quedé aburrido y sin ganas para pelear.

¿De cuál de todas tus creaciones estás más orgulloso?

Los que más orgullo me proporcionan son los que he dedicado a la educación especial o la medicina. Por ejemplo, en 1965 formaba parte del equipo de José María Gil-Vernet y cuando se hizo en España el primer transplante de riñón, yo como mecánico de precisión y electricidad desarrollé un separador que facilitaba esa intervención. En 1973 mejoré el sistema de lentes de endoscopio para poder grabar el interior en aparatos de grabación en blanco y negro en unas cintas grandísimas. Grabamos por primera vez la cavidad vaginal de una mujer embarazada que tenía un tumor en el Hospital Clínico de Barcelona. Todo esto lo he hecho de dominio público y lo he donado. No quiero poner dinero en medio de estas cosas.

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¿Cómo es el proceso? ¿Te encierras en un garaje y creas nuevos artefactos?

Un inventor ya nace así, esto no se enseña en la universidad, simplemente te fijas en las cosas en la vida diaria y cualquier detalle se te queda y aunque no lo haces expresamente un buen día ves un fallo o una carencia y tres meses o un año después se te ocurre una posible solución a lo que has visto. Es entonces cuando empiezas a trabajar. Tengo un taller para desarrollar mis inventos, trabajo solo y a veces en compañía de alguna empresa si el invento era demasiado complejo. La máquina de colocar bisagras en las puertas, presenté el prototipo en Ginebra y, allí la Robert Bosch y aquí con Talleres Casals, lo terminamos de desarrollar con los moldes, que costaban una millonada. Hoy en día se están colocando las bisagras y los anclajes con esas máquinas.

¿Te pones muy nervioso cada vez que presentas tus prototipos en Ginebra?

Me pongo muy nervioso. En Ginebra, pero también cuando viajo a Bruselas, donde tengo varias medallas de oro, Taiwan, Kuwait o últimamente Pittsburgh. Porque voy en nombre también del país, representando a España. Casi siempre tengo que presentar y mostrar los prototipos frente a un jurado internacional con más de setenta personas de países de todo el mundo. En el último que presenté, que es el ajedrez tridimensional, había también miembros de la OMS, la OMPI y la UNESCO.

Hay personas que han conocido el teléfono cuando había que ir a caballo varios kilómetros a un sitio, hacer cola y les ponían un cable en función de donde querían hablar. Y ahora en unas horas están en América y se pueden comunicar con el móvil en Facetime para decir que han llegado bien

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¿Qué es eso del ajedrez tridimensional?

Es un ajedrez que, por primera vez en la historia, permite jugar una partida de dobles, dos contra dos, y es además una herramienta educativa y para prevención de enfermedades degenerativas del cerebro según la UNESCO. Me han dado medalla de oro y lo vamos a ampliar a las damas internacionales, las canadienses, las españolas, el ajedrez chino y otros juegos de sobremesa que eran de dos para ampliarlos a más de dos jugadores. Todo esto llevado también al ordenador y el móvil. Debería estar en todas las escuelas del mundo para la formación del cerebro humano. Lo hemos hecho en equipo mi esposa y mis hijos, porque así salen más ideas y queda más completo. Hay mil millones de personas que juegan actualmente al ajedrez, con lo que con solo un 1% de esas personas jugando a este nuevo ajedrez imagínate el potencial. Es algo que podría generar puestos de trabajo para nuestro país y venderse en todo el mundo, físico y online. ¿Dónde están las ayudas, los inversores o el Gobierno? Estamos buscando la persona, entidad o empresa que lo ponga en el mercado.

¿Os juntáis de vez en cuando los grandes de España para compartir ideas?

Sí, España es un ejemplo dentro del mundo de la innovación a nivel internacional. Yo pertenezco al club de inventores españoles, que tiene una cantidad de socios y todos tenemos contactos, nos reunimos y sabemos lo que está presentando el resto y en ocasiones viajamos juntos a las presentaciones. Yo en este momento estoy con dos inventos, uno que te dice lo que tienes que comer y sirve para la prevención de la obesidad infantil, por ejemplo. Te dice qué, cómo y de qué manera comer. También hace de sumiller, te recomienda la bebida que casa mejor con cada alimento y entre ellos. Y el otro es usar los móviles para salvar vidas pero no puedo dar más detalles. Tú ahora estás en Madrid y coges un avión a México y allí te puede salvar la vida en segundos. Utilizar esta herramienta para salvar una vida. ¿Qué estás en Moscú? Pues igual. Ahí estamos.

Me quedo intrigado con esto de salvar vidas con un móvil.

Es que la tecnología va muy rápido. Ahora ya va todo más en el mundo digital. En cierta manera entiendo que la gente de mi edad no se adapte, por la velocidad con que avanza todo esto. Hay personas que han conocido el teléfono cuando había que ir a caballo varios kilómetros a un sitio, hacer cola y les ponían un cable en función de donde querían hablar. Y ahora en unas horas están en América y se pueden comunicar con el móvil en Facetime para decir que han llegado bien. Es mucho avance en poco tiempo. No sé cuanto tardarán en llegar los coches voladores, pero los coches que le pones el automático y les dices "Fuengirola" y te llevan solos hasta allí sin hacer nada están a la vuelta de la esquina.