El show de drag queens que me encontré en Rusia

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Fotos

El show de drag queens que me encontré en Rusia

La homofobia que viene del Estado no frena este tipo de espectáculos. Esta es la experiencia que encontré, acompañada de una serie de fotos.

Todas las fotos son cortesía de Sebastián Jáuregui.

Como fotógrafo, siempre me ha interesado explorar la forma en la que la fotografía ilustra ciertas realidades que en algunos países o culturas son tabú, difíciles de comprender, rechazadas o simplemente ignoradas.

Como colombiano, habiendo crecido a miles de kilómetros de un país como Rusia, en el que ahora vivo, siempre tuve diferentes ideas acerca de su gente, su cultura, su clima y su gobierno, ese mismo que está encabezado por Vladimir Putin, una figura controversial que suele figurar con frecuencia en la noticias y a la cual se le atribuye la ley rusa en contra de la propaganda homosexual.

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Si me voy a 2014, cuando vivía en Bogotá, recuerdo claramente las noticias acerca de los Juegos Olímpicos de Sochi, un evento en el que la prensa internacional aprovechaba para resaltar las dificultades de la comunidad LGBTI en Rusia debido a la aprobación de la ley "anti-gay" firmada en el 2013. Esta afectaba a los deportistas y atletas gay que se mostraran a favor de sus derechos como homosexuales, situación que generó un sentimiento fuerte de oposición por parte de muchos países y organizaciones alrededor del mundo. La intolerancia, desigualdad y discriminación se convirtieron rápidamente en mis primeras impresiones de este país.

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Más adelante, por cosas del destino, se me apareció la oportunidad de venir a estudiar fotografía en la Escuela Británica de Arte y Diseño, una universidad Inglesa con sede en Moscú. Sin pensarlo dos veces, decidí iniciar mi carrera en este país, muy a pesar de mis impresiones y la mala prensa que constantemente se lee y se escucha en los medios de comunicación y de la cual mis amigos en Latinoamérica y Norteamérica nunca dejan de preguntar.

"¿Cómo es vivir en Rusia?" "¿Hay gente Negra en Rusia?" "¿Ha visto gays en Moscú?" "¿Los Rusos realmente son racistas?" "¿Los moscovitas son homofóbicos?" "¿Es seguro vivir en Rusia siendo negro o gay?" "¿Alguna vez ha visto que a alguien le peguen en el metro por no ser blanco?". Desde que vivo en Moscú estas son las preguntas que nunca dejan de aparecer en mis conversaciones por Skype o por teléfono y que de alguna forma me han generado cierto tipo de interés, especialmente siendo fotógrafo.

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Por eso, decidí abordar el tema a través del lente de mi cámara con la creación de un proyecto que respondiera a muchas de esas preguntas que me hacen, que arrojara luz sobre la comunidad gay en Rusia, que mostrara la cara oculta de una sociedad que defiende su identidad y celebra su diversidad a pesar de las adversidades. Quise darles la oportunidad de hablar a través de fotos.

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Después de buscar en muchos sitios y hablar con una infinidad de personas, tuve la suerte de encontrar, a través de un amigo que trabaja haciendo cine en Moscú, un grupo de drag queens que decidió mostrar un poco de su trabajo conmigo. En Rusia, esto es algo casi imposible de conseguir. La cultura drag existe, pero casi ningún ruso está dispuesto a poner la cara en una foto vestido de mujer. Por suerte, me permitieron adentrarme en este mundo para documentar el show en el que ellas, noche tras noche, en un bar del centro de la ciudad, interpretan a diferentes personajes famosos de la cultura rusa, cantantes y actrices.

El bar es un sitio pequeño situado a un par de cuadras de una de las arterias principales de esta metrópolis, llamada Tverskaya. A simple vista no parece un sitio gay, algo que en cierta medida es intencional debido a los múltiples casos de homofobia en este país. Al lado se encuentran otros bares que por lo general siempre están llenos, como en el centro de cualquier otra ciudad, solo que en este caso estamos hablando de la segunda más poblada de Europa después de Estambul. Más de 12 millones de personas viven en Moscú y allí, en el centro, se reúne gran parte de sus habitantes.

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Al entrar al sitio nos recibió el personal de seguridad. Yo iba acompañado de un par de amigos. La administración ya sabía quién era yo y me mostraron desde dónde podría tomar las fotos sin interferir con el show. Me ubiqué y empecé a hacer algunas pruebas con la luz del escenario. Al ver mi cámara, la gente empezó a acercarse y las preguntas no se hicieron esperar. Algunos no estaban muy felices porque sentían que de pronto iban a salir en las imágenes y muchos de ellos estaban en este sitio en secreto, quierían divertirse, pero de forma oculta.

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A eso de las 11 p. m., llegaron las tres drag queens encargadas del show. Por lo general, en una noche, ellas hacen dos shows de 40 minutos, a veces de una hora cada uno. Por suerte, pude tomar fotos de los dos y además pude hacer una serie de fotos del backstage, algo que también fue complicado de conseguir. Al principio se acordó que no sería posible fotografiar a nadie en el camerino. Pero después de varias conversaciones y explicaciones, una de las travestis, que de por sí resultó ser una de las más famosas en este país, accedió a ser fotografiada al día siguiente, mientras se alistaba y se maquillaba para un nuevo show.

Pasada la media noche, ellas salieron al escenario y el sitio se encendió. La gente gritaba y aplaudía mientras ellas hacían lip-sync de canciones de Ala Pugachova, una de las cantantes más famosas de este país, Gloria Gaynor, Madonna y Beyonce, entre otras. Durante el show se podía sentir cómo la gente se liberaba y se olvidaba de todo. En medio de música, vodka, pelucas y lentejuelas, los rusos la estaba pasando bien.

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Después de esa primera noche, volví con mi cámara al día siguiente. Eran alrededor de las 8:00 de la noche. Entré al sitio, estaba vacío. Un guardia de seguridad me llevó al camerino, allí me estaban esperando dos de las tres drags que habían estado la noche anterior. Una de ellas hablaba inglés fluido, la otra entendía muy poco. Me dijeron que solo podría tomar fotos del proceso de maquillaje. Ellas no estaban muy cómodas con ser fotografiadas mientras se vestían. "Al final de cuentas, todos saben que somos hombres", dijo una de ellas antes de poner su maquillaje en la mesa e iniciar el proceso. Maquillarse para un show puede tomarles entre 40 minutos a una hora. Es un proceso largo en el que ellas de forma meticulosa crean la cara de su personaje.

Mientras tomaba las fotos, las dos hacían preguntas a cerca de mi vida en Rusia, mis impresiones del país y qué tan diferente podría ser Moscú de una ciudad como Bogotá. Me contaron de sus viajes, sus shows, el buen recibimiento que tienen en Europa y la vez en la que una de ellas vivió en Los Ángeles, California. "Esa es mi meta" dijo ella, mientras se alargaba la ceja derecha. Su impresión de Estados Unidos fue tan positiva que sueña con algún día mudarse definitivamente a California. La idea de poder vivir en un país que les permita hablar abiertamente a cerca de su trabajo o su sexualidad es muy atractiva para ellas.

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Cuando terminaron de maquillarse y sus caras no guardaban parecido con las que vi al llegar al camerino, me dieron las gracias por tenerlas en cuenta y por mostrar una realidad tan complicada para Rusia. De igual forma, les agradecí por ser parte de este proyecto, en el que en total, todo el proceso de preparación y ejecución duró casi dos meses, incluyendo la consecución de los permisos, las personas y las dos noches en las que se tomaron las fotos. Al final pude lograr mi objetivo y siento que ellas también lograron el suyo: contar un poco de su historia a través de fotografías y mostrarle al mundo que no son invisibles, que en Rusia la comunidad gay está presente y no hay una ley o un castigo que impida que celebren y defiendan con orgullo su identidad.

Acá van las fotos:

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