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Cultură

Según un Nobel, no hay lugar para las trompas de falopio en la ciencia

El biomédico Tim Hunt tuvo que renunciar a su cargo en la University College de Londres y se metió en un problema monumental por decir que si a una mujer se le critica en el laboratorio, llora.

"Déjenme que les cuente cuál es mi problema con las mujeres. Tres cosas ocurren cuando uno comparte laboratorio con ellas: se enamoran de uno, uno se enamora de ellas y cuando se las critica, lloran", dijo el Premio Nobel de Medicina de 2001, Tim Hunt, en una conferencia en Corea del Sur el pasado martes 9 de junio.

En el mundo de la ciencia, los hombres han tenido siempre el rol protagónico.
En la antigua Grecia, eran los galenos hombres quienes determinaban enfermedades y curas. En las pinturas del Renacimiento, que evidenciaban la realidad de la época, se exponen sólo hombres con trajes ostentosos frente a un cadáver que observan y estudian. Y… ¿Las mujeres dónde están? Seguro atendiendo a los niños.

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Los estereotipos siempre han puesto a las mujeres dentro del hogar. Los sesgos de educación y de participación en la ciencia se debían en gran parte a la religión cristiana. Santo Tomás de Aquino, se refiere a las mujeres en su libro la SumaTeológica así: "Este es el sometimiento con el que la mujer, por naturaleza, fue puesta bajo el marido; porque la misma naturaleza dio al hombre más discernimiento". Por eso, la maternidad para las mujeres se convirtió en su causal de permanencia en el hogar y con el tiempo se forjaron estereotipos que las eximían de las investigaciones científicas.

De esta forma, cuando personajes como Marie Curie, física y química polaca que descubrió la teoría de la radioactividad a finales del siglo XIX; Rosalind Elsie Franklin, quien hizo posible la observación del ADN a mediados del siglo XX, y Susan Jocelyn Bell Burnell, la astrofísica irlandesa que descubrió la primera radioseñal de un pulsar (una estrella de neutrones que emite radiación periódica) a mediados del siglo XX entraron al mundo de la ciencia, para muchos no era común. De hecho, el reconocimiento de Susan Jocelyn por su descubrimiento se le fue negado y otorgado a su tutor, Antony Hewish, lo que causó controversia por el sexismo en la ciencia.

Hoy, después de varias décadas, hay más científicas mujeres en los laboratorios del mundo, pero su número no es todavía representativo. Según un reporte de 2015 de la UNESCO, hoy en día el 30 por ciento de las mujeres están inscritas en programas de investigación científica en el mundo; en Latinoamérica, representan el 44 por ciento y en Colombia el 37 por ciento.

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Este aumento se ha debido a que entidades educativas, como algunas de las más prestigiosas universidades americanas, crearon espacios como el "Women in Science" (Mujeres en la ciencia) un centro en el que participan las científicas de diferentes partes del mundo desarrollando diversas investigaciones y promoviendo el estudio de las ciencias entre las mujeres. En la Universidad de Yale, en Boston, el centro Women in Science, tiene más de 400 mujeres dedicadas a la investigación científica para la consejería y la construcción de una comunidad científica femenina en el mundo; y en Harvard también se creó una organización parecida que busca fomentar este tipo de estudios en las jóvenes estudiantes.

Para Yaneth Giha Tovar, directora de Colciencias (Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación del país), "en Colombia el género no es problema a la hora de hacer ciencia. Sí, es verdad que contamos con un mayor número de científicos del género masculino, pero la diferencia no es tan significativa como en otros países". En nuestro país, la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, una entidad científica regida por la ley colombiana es un ejemplo de ello con 50 miembros de los cuales 20 son mujeres y 30 son hombres. Esta vela por participar y cooperar en el fomento y desarrollo del conocimiento científico y la investigación en los campos de las ciencias, a la vez que en el mejoramiento de la enseñanza de las mismas en todos los niveles de la educación".

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Claramente, con los comentarios del Nobel de medicina, la comunidad femenina de científicas colombianas también estuvo en desacuerdo. Brigitte LG Baptiste, bióloga transgénero en Colombia, lo consideró como un "burro chauvinista", después ratificó que "es algo que pueden pensar muchos". Para ella, en Colombia, esta actitud se reproduce sin duda. "De hecho, he oído muchos comentarios menos discretos en cuanto a las mujeres en los laboratorios y, a veces, provienen de las mismas mujeres, así no seamos tan pocas en los laboratorios", afirma Baptiste. "Hay una prevención y un prejuicio sobre la capacidad intelectual de las mujeres en la ciencia, lo que le atribuye esa valoración discriminatoria", concluye.

Al ser Brigitte, una de las pocas mujeres transgénero en el mundo de la ciencia, le pregunté sobre su experiencia en los laboratorios. Me dijo que cuando llevó a cabo su transición ya tenía una carrera consolidada y una perspectiva de investigación científica, pero afirma que no sabe cómo se hubiese dado si antes de empezar ya hubiera sido Brigitte. Lo que sí sabe es que en Colombia "no hay una manera de generar solidaridad con las y los trangénero ni con las mujeres en la ciencia, pero en Estados Unidos sí", afirma Brigitte.

Por eso, fue de esperar que la desafortunada declaración de la conferencia de Corea del Sur haya desencadenado una respuesta airada sobre todo en Estados Unidos por medio de las redes sociales. El hashtag #DistractinglySexy (#TanSexyQueDistraigo) se convirtió en una tendencia que lleva más de 80 tweets en las últimas dos horas y se apoderó de las redes sociales con fotografías de las mujeres en su ámbito laboral, criticando fuertemente los prejuicios nombrados por Hunt.

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Cuando quise ponerme en contacto con el premio Nobel para preguntarle el porqué de sus acusaciones, me contestó: "Le conté mi versión de la historia a Robin Mckie de The Observer y no tengo más qué decir". En la entrevista que salió el domingo 14 de junio, Hunt pidió perdón públicamente por las declaraciones anteriormente hechas y afirmó: "Me arrojaron al olvido sin siquiera preguntarme la versión de los hechos". En el momento de preguntarle la razón por la que hizo estos comentarios, Hunt respondió que eran afirmaciones que no tenían excusa alguna pero que los había dicho según él en "un tono jocoso, irónico".

Sin embargo, las disculpas no fueron suficientes. El jueves 11 de junio decidió renunciar a su cargo en la University College y en la Royal Society de Londres. Desde entonces se ha creado un debate de denuncia y defensa por parte de las mujeres en los laboratorios y la mujer de Hunt. En la misma entrevista Mary Collins, esposa de Hunt, afirma que su marido "no es para nada machista" y que cocina cuando ella no está en casa. Ella, al igual que él, ha dedicado su vida a la ciencia y a la pedagogía y afirma que es feminista y que "no estaría con él si fuera sexista".

Para Karissa Milbury, una científica canadiense que está haciendo su tercer año de doctorado en la Universidad British Columbia de Vancouver, Canadá, las afirmaciones de Hunt fueron más una sorpresa que una molestia. "Me parece tan ridículo que un científico tan distinguido como el Dr. Hunt tenga una visión tan retrógrada como esta", afirma Milbury, "sólo puedo asumir que su pensamiento es producto de décadas de prejuicios", concluye. De esta manera, Milbury, como muchas otras científicas en el mundo, decidieron postear fotos irónicas sobre los pensamientos del Nobel.

distractinglysexy se convirtió entonces en una herramienta de burla, en la que el sentido del humor fue el arma preferida de las mujeres científicas para mostrar el error cometido por un sexismo que no deja de estar presente en los laboratorios del mundo.

Una experiencia que al final sólo deja una moraleja. ¡No te metas con ellas!

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