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Música

Kali Mutsa o el pop de la divinidad

Charlamos con la enigmática performer chilena y ex actriz de telenovelas acerca de la inspiración detrás de su universo surreal, y además estrenamos su nuevo video.

Además de música, Kali también hace collages chingones, como este.

En estos días estuve charlando con la enigmática performer chilena acerca de su nuevo disco y de primerazo, pude comprobar que la característica voz nasal y ronca y desde todo punto de vista gitana, por no decir travestida, que emite en sus canciones, no es impostada.

Es real.

“Parece que estoy berriando, lo sé. Pero esa es mi vó”, dice ella, ahorrándose la zeta.

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Es toda una delicia oírla hablar.

Lanzado a finales de mayo, en su nuevo disco, Souvenance, esta coleccionista de mitologías sigue explorando aquello del collage. Al filo de la innovación y la indulgencia, en este capítulo la Mutsa cruza motivos sagrados y profanos de múltiples rincones cosmológicos y en un descarado frenesí, hunde el shuffle hasta el fondo para sazonar su pócima con aires indígenas y danzas orientales, kuduro, balkan, cumbia, dembow y hasta EDM, y hechizar con un brebaje que es igual rave, carnaval folclórico, fantasía pop y ritual religioso ancestral.

Un sonido que oscila entre dos puntos que, por momentos, podrían ser el mismo: el éxtasis místico y el clímax sexual.

“A mí simplemente me interesa hacer música religiosa bailable”, me cuenta. Y luego se lanza con una larga lista de referencias y anécdotas sobre tías que la iniciaron en el mundo de las hadas y nanas que tenían contacto con otras dimensiones. Flashbacks que alimentan una ficción que es juego y fetichismo, pero ante todo, escape.

“Odio la realidad”, sentencia.

Y a partir de esta aseveración, comprendo, todo su universo está justificado.

Cuando era chica, Kali Mutsa, o más bien la chica que encarna a este personaje de edad centenaria y rasgos de semidiosa picante, quería poseer poderes mágicos. “Y todavía quiero”, agrega, antes de lanzarse a mencionar los tres que quisiera dominar: “La telequinesis, que podría ser muy útil para ciertos momentos, por ejemplo, en los que si entro en conflicto con alguien pueda atacar sin tener que abrir la boca; el poder del clima, como la chica del video de los Chemical que desata una tormenta con la mano; y obviamente también me gustaría volar”.

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Una buena selección, a decir verdad.

“Mucha gente cree que estoy loca, pero no. La verdad es que tengo pocas inhibiciones. Me lanzo”.

La Mutsa —que desde hace algunos años viene cultivando fieles en la alterlatina con un concepto híper original que, a falta de referentes menos obscuros, podría ser mitad princesa de Bollywood animada y mitad M.I.A suramericana— es en realidad el alterego de Celine Reymond, un nombre que en su país de origen se ha posicionado, no propiamente como el de la protagonista de una comedia de vanguardia, sino como el de una actriz de telenovelas de muchachas pobres que conquistan el amor de un rico y se hacen high class.

“En principio aquí me hacían mucho bullying por eso y me afectaba. Creo que no es muy atractivo, ¿no? Como una actriz de teleserie haciendo esto, uno piensa que va a ser una huevada de mierda, ¿cachay?”.

Y sí: cacho.

“Aunque no reniego de eso, la verdad”.

Y le creo.

En la canción “La Telenovela” de su nuevo disco, parece burlarse de este tema al recurrir al viejo truco de convertirse en caricatura para neutralizar el ataque y disparar, en su clásica rima juguetona, ingeniosa y atropellada, frases como: “¡Me he abierto puertas chupando todo a diestra y siniestra… soy original, una aspiradora, una succionadora y una gladiadora!”.

Campeona.

“Yo soy actriz, entonces me inspira el espectáculo. Por eso me gusta hacer algo distinto a lo real. Si no, lo pasaría muy aburrido”.

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El año pasado tuve la oportunidad de ver su show durante la edición chilena del Lollapalooza. Compuesto por visuales lisérgicas, una banda con sobradas virtudes performáticas que amenizaba una especie de ceremonia pagana y ella, emperadora de algún reino surreal, cantando y moviéndose “como mono”, el espectáculo me sorprendió, sobre todo, por un número bastante peculiar que fue anunciado, con música ritual de fondo, como “el bautizo del culo de la Kali Musta”.

Esa noche, de cara al público y en todo el centro del escenario, ella, o más bien su trasero, recibió las bendiciones de algún Dios afortunado.

Ese simple gesto concentró toda la potencia de su acto.

Es el pop aspirando a la divinidad.

Un chiste fino, y muy serio, por demás.

Kali Mutsa lo sigue llevando más allá. Y con su nuevo disco (que, junto a su nuevo videíto están a punto de pillarse aquí abajo) queda más que demostrado.

Chequen el nuevo video del primer sencillo, "Canción de Amor Colla", dirigido por Juan Sáez, aquí:

Y oigan el Souvenance por acá:

El autor de este texto da lata en Twitter como @NIKOVC