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Música

El rap: otra opción en el Catatumbo

En El Tarra, un municipio azotado por la violencia, el arte le ha servido a los jovenes para comprometerse con su territorio.

*Este artículo se publicó originalmente en ¡Pacifista!, nuestra plataforma para la generación de paz.

Una tormenta amenaza con destrozar el campamento que construyeron los campesinos de Norte de Santander, Cesar y Sur del Bolívar para vivir durante el paro agrario. Mientras las nubes negras y cargadas atraviesan el paisaje, dos jóvenes se preparan para rapear. Sus nombres son René y David y vienen del corazón del Catatumbo. Dicen que se llaman Reyes Magos y que el tercero no pudo acompañarlos porque lo operaron recientemente.

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Durante las últimas semanas su pueblo estuvo en boca de todo el país. René, David y Melquin, el que falta, viven en Filo El Gringo, el corregimiento de El Tarra (Norte de Santander) donde el ELN secuestró a varios periodistas. Por esos días empezó a correr el rumor de que este municipio era el más peligroso del país y Filo El Gringo era el peligro dentro del peligro. No hubo una voz fuerte que dijera lo contrario.

Esa voz es la que los tres jóvenes campesinos quieren hacer oír. René explica: “Ya sabemos que el Catatumbo es un territorio olvidado. Pero no cuando se trata de militarizar: hay 17 mil soldados y quieren meter más. Pero no hay inversión social. A los campesinos nos estigmatizan y nos tratan de guerrilleros”. Ellos no niegan que en la zona haya grupos armados ilegales. Lo que reclaman es que son más los campesinos con necesidades. “Acaban la guerrilla a bala, listo, ¿y luego qué pasa? —se pregunta David—. Quedamos nosotros con los mismos problemas de siempre”.

Los tres Reyes Magos surgieron en el seno de un colectivo de jóvenes en Filo El Gringo llamado Lazos de Unión. Hacen parte del movimiento campesino y esos son los temas que plasman en sus letras. Le cantan a la tierra, a la esencia del trabajo en el campo, al abandono estatal. Le responden al estigma de la sociedad, al control territorial que han impuesto los armados en sus territorios y a la presencia de multinacionales mineras que explotan la región.

“Sabemos que vivimos en un lugar donde muchas cosas son difíciles de entender para la gente de afuera —dice René—. Por eso rapeamos. Para que se enteren de que somos miles de civiles que terminamos en medio de los enfrentamientos, de los combates”. Su mensaje ha calado en la región, de puertas hacia adentro. Han recorrido el Catatumbo generando conciencia y compromiso a través del rap. Muchos otros jóvenes de la zona los conocen y se animan a intentarlo también. Ellos, cada que pueden, dictan talleres para motivar a los más pequeños.

Cuando los procesos con los jóvenes no son interrumpidos, dice Yamid, es muy probable que sirvan como trampolín para alcanzar otras esferas del movimiento social. Varios han sentido curiosidad por meterse en la discusión política, que en gran parte del Catatumbo tiene su mayor alcance a través de las Juntas de Acción Comunal. De los comités de jóvenes empiezan a llegar a esos espacios experiencias, críticas y recomendaciones para construir políticas enfocadas en niños y adolescentes. “En esos muchachos que llegan a las Juntas hemos visto una intención muy bonita por mejorar todo lo que pasa en sus territorios”, concluye Yamid.

Mientras esperan la mano de un Estado que ha sido intermitente en sus territorios, René, David y Melquin siguen inspirándose en lo que ven para componer sus canciones. Cuentan que muchos se les han puesto bravos por las letras, por las denuncias y los señalamientos, pero a ellos no les da miedo ni piensan detenerse. Están dispuestos a tener cuantos debates hagan falta con quienes no están de acuerdo y resaltan que, por encima de todo, como campesinos, tienen todo el derecho de exigirle al Gobierno, a los grupos armados y a las multinacionales el respeto a la vida.